El Populismo en América Central: la periferia golpea de vuelta

Actualizado
  • 22/10/2023 00:00
Creado
  • 22/10/2023 00:00
El libro de María Esperanza Casullo y Harry Brown Araúz desafía el enfoque tradicional en los estudios de populismo y coloca a América Central en el centro de la discusión
Portada del libro El Populismo en América Central (2023).

María Esperanza Casullo y Harry Brown Araúz nos han entregado un interesante volumen, El Populismo en América Central (2023), cuyo subtítulo es “la pieza que falta para comprender un fenómeno global”. De salida, hay que afirmar que es un volumen bien logrado que, si bien no puede ser leído con facilidad por un público no especialista o mal acostumbrado a lecturas fáciles, tendenciosas e ideológicas, ofrece a quien le interese el tema una mirada diferenciada, sutil y bien elaborada de este fenómeno que, en la región, no ha sido prácticamente estudiado.

En efecto, los coordinadores afirman que al comenzar este estudio se encontraron con tan solo dos excepciones, Sobre populismo y democracia en América Latina (2010), de Álvarez Aragón y Urrutia, y Populism in Latin America (1999), de M.L. Conniff, que se han detenido en este fenómeno político en la región. Ciertamente, lo que salta a primera vista es el procedimiento académico e intelectual de ponernos al corriente del estado del arte, identificar paradigmas y, como afirma en el prólogo Ernesto Semán, la voluntad de hacer nuevas preguntas ante un problema que es inagotable.

Es de aquí que el libro no deja de problematizar el paradigma dominante sobre los estudios del populismo, estudios centrados en países como Argentina, Brasil y México, ejemplos clásicos del populismo en “América Latina” —y ponemos entre comillas América Latina por el centralismo ejercido, según los autores, por estos tres países— sobre los cuales se levanta esta teoría de la modernización, donde el populismo se definió “como una consecuencia paradójica del acelerado proceso de industrialización de los países latinoamericanos”.

En poner, entonces, a los países y a una región tradicionalmente invisibilizada (y no solo con respecto a los estudios sobre el populismo) en el centro de atención de esta problemática, implica que la periferia golpea de vuelta, al ofrecernos el volumen, una contra lectura diferenciada de esa teoría de la modernización que, por años enteros, ha sido una subsidiaria o una franquicia de la idea del progreso occidental: el desarrollo de una clase industrial obrera, partidos y movilizaciones de masas y líderes carismáticos.

Precisamente, los coordinadores se preguntan qué habría pasado con esta teoría de la modernización si hubiesen tenido en cuenta a los países de América Central. Y de acuerdo a ciertos parámetros o reglas del juego conceptuales que son establecidos dentro el texto, como el discurso anti-élite (o mejor, según Casullo, “populismos que pegan para arriba” y “populismos que pegan para abajo”), ser ousider/insider de sus líderes, discurso anti-migración o a recuperar la nación, reparar el daño infligido por una potencia exterior (Los Estados Unidos, el Banco Mundial o el FMI, etc.), nos adentramos en cada texto que trata de resolver la pregunta sobre la existencia del populismo en los países de América Central.

Debo confesar que soporté leer dos textos por día, porque no daba para más entrar en esta pequeña casa del horror que ha producido toda suerte de dictadores, autócratas, guerrillas, invasiones, democracias a medio camino y de bajo talante con muy poco margen para crear Estados nacionales decentes con dirigentes, líderes o partidos más allá de este nihilismo político-ideológico caracterizado por el cinismo, el desparpajo y el vacío de contenido de discursos, proclamas y declaraciones de casi todos los actores implicados, desde las izquierdas hasta las derechas, un sistema discursivo que es conceptualizado como el “mito populista”, que tradicionalmente está ocupado por el pueblo, el líder, la herida o daño, la oligarquía, el imperialismo, y, en los últimos, el rechazo a la llamada ideología de género y al movimiento LGTB.

El volumen está dividido en nueve capítulos. A excepción de Belice, que fue una antigua colonia Británica, todos los países de América Central, hispanohablantes, están incluidos. En efecto, lo que nos revela los textos es que el término populismo, cuyo marco fue dado por los coordinadores, recibe varios giros de acuerdo a las elaboraciones de los autores y es así que nos encontramos con el “populismo de izquierda o refundido”(Honduras), “populismo punitivo” (El Salvador), “populismo religioso” (Guatemala), y, en caso de Panamá, se diferencia entre un “populismo hacia el pasado” (Arias) y un “populismo hacia el futuro” (Torrijos) y en Costa Rica los autores hablan de un “populismo de derecha”, conservador y autoritario, que se ha manifestado en los últimos años.

Para el caso de Nicaragua, Cuba y República Dominicana, los autores prefieren hablar de dictadura, autocracia popular y neopatrimonialismo, respectivamente. No me toca analizar o juzgar aquí la certeza de estas elaboraciones, pero todas, y cada una, están bien sustentadas en un corpus de investigación para próximas pesquisas sobre el tema o en relación con el tema, porque debe decirse, como se ha hecho notar en la conclusión, que el populismo si bien esta “siempre presente” en la región, no es tampoco la “normalidad” en la misma: “Existen abundantes ejemplos de autoritarismos centroamericanos que no han sido populistas”. Además, acompaña al volumen una encuesta regional para medir “los campos narrativos para la construcción de mitos populistas en América Central” y, como lo muestra esta encuesta novedosa, este fenómeno no ha dejado ni dejará de estar presente en el futuro.

A medida que iba leyendo el volumen, no dejaba la idea de que una de las variables de la presencia y el futuro del populismo en la región es su creciente des-secularización, terreno fértil para las iglesias y las soluciones mágicas a los problemas, punto que está muy bien analizado para Guatemala y Honduras, y en la conclusión se hace advertencia de este problema como tarea pendiente.

Debo decir que me hizo falta la presencia de Haití (Duvalier y Aristide habrían sido casos muy interesantes) que, si bien no pertenece al ámbito de los países “hispanohablantes”, está tan interrelacionado con la región, tanto por su historia política, literaria, artística y migratoria, como por las intervenciones militares directas que ha tenido, y es de aquí que quizás habría sido mejor incluir al Caribe en el título del volumen (pues incluye a República Dominicana y a Cuba) e ir más allá de tratarlo como un “excurso” para así también romper las líneas “románticas”, que han sido heredadas de los viejos imperios coloniales, pero, en fin, con este volumen la periferia golpea de vuelta para ponerse en el centro del problema sobre el populismo, históricamente centrado y monopolizado por la clásica teoría de la modernización.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus