La interconexión eléctrica entre Panamá y Colombia es una prioridad bilateral, y la oposición de las autoridades comarcales no frenará el proyecto.
- 23/02/2014 01:00
PANAMÁ. M anitos con la manta arrastrando en busca de camorra para que alguien se las pise y así poder empezar la bronca, tal como lo hicieron sus ancestros españoles. Manitos zapateando rítmicamente, pero con firmeza contra las tablas del tambo con techo de pencas en el que danzan como los gitanos españoles que piesaron esta tierra.
SINCRETISMO DEL MANITO
Herencia español que confluye con la indígena y se resiste a ser testigo pasivo de la desaparición de una tradición que los identifica y hace de hombres, mujeres y niños mejores personas con arraigo profundo en tierra panameña, con sombrero a la pedrá, cutarras, cutachas y filosas y puntiagudas peinillas de hasta 250 años con lindas empuñaduras. Mujeres descalzas con sus polleras sencillas, pero hermosas, que danzan sumisas y casi pasivas al ritmo de violines, boconas y repicadores siempre a la espera del cambio musical acompasado con el vigoroso zapateo del manito ocueño.
SALOMA PROFUNDA E INTENSA
Debate intenso de salomas que suben, bajan y arrastran con atrevimiento y valentía el pentagrama musical, con alegrías y tristezas de la campiña panameña. Niños y niñas, pequeños manitos que aprenden sin complejos pero con mucho orgullo la danza de los manitos, que los viejos manitos les enseñan para que la tradición no muera y perdure por encima de la contracultura y el avasallante baile de antivalores que hoy atacan los lares patrios.
El manito surge espontáneo y casual, con el saludo de un campesino que en la trocha se encuentra con otro labriego que va o viene del monte: ‘¿Qué hubo manito?’. ‘Aquí tranquilo manito, rumbo pal siembro a cosechá la tierra’. Y así -de un diálogo parecido al escrito-, surge en Ocú de Herrera el vocablo coloquial manito, que por supuesto viene de hermanito. Y luego el vocablo se une y sincretiza con las danzas españolas, adaptadas a la realidad rítmica y musical de estos ocueños que fundamentan cultura profunda, con cada vigoroso zapateo, que levanta el polvo del rústico tablado del tambo construido para rendirle tributo al folclore de la región.
Durante décadas y desde mi niñez chamera había soñado con este encuentro con los manitos ocueños y la realidad de tan profunda e íntima tradición. Sin embargo, la realidad superó mi imaginación. Fue un momento de emociones, que inició cuando transmitimos para Radio Panamá detalles sobre la 54 versión de la feria de Ocú.
CABALLITOS DE PALO
También toqué la realidad de lo que tanto me habla el sobrino Azael A Alvarez, sobre aquellos caballitos de palo con niños soñadores de futuro, que evocan aquella niñez que se nos escapara sin darnos cuenta, pero que a cada rato retorna con los pensamientos de cosas hermosas; muy hermosas.
Y en la plaza central de Ocú un vendedor de casi perfectas tulas, riega su producto en el suelo; muy cercano a la gigantesca estatua de un folclorista apodado Cheto, que plantó semillas de ‘mejoranera bocona’ que camina de la mano de los manitos ocueños.
Fueron muchos sentimentos en Ocú con aquellos manitos que resisten el embate de la malsana contracultura que hoy nos intentan imponer. ¡Ah y no me vengan con cuentos, porque hoy ando con la manta arrastrando como mismo manito ocueño, para ver quien se atreve a pisármela y así formar la bronca de una sola vez!