Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 18/07/2010 02:00
in asomo de timidez, con una seguridad que muchos adultos quisieran tener pero acuciado por el calor que empieza a picar, Paolo pregunta si podemos subir a la escuela a cobijarnos en el aire acondicionado para empezar la entrevista o si es necesario esperar al fotógrafo que está en camino. Le pido quedarnos a la intemperie a expensas de la brisa caliente que amenaza con llevarse libreta, bolígrafo, ‘blower’ y palabras en su impetuoso ir y venir.
Paolo nació en Roma y vivió en Cuba antes de recalar en Panamá hace cinco años junto a su familia. Hijo único, se ve que tiene una excelente relación con su padre, quien ha llegado con él para la entrevista pero mantiene su distancia y deja que se desenvuelva solo. Roberto Di Lorenzo es comerciante y está convencido de lo importante que es para Paolo su afición aeronáutica.
‘No es un juego’, dice Paolo. ‘Para mí volar es una pasión. Yo voy a ser piloto cuando sea grande, ése es mi sueño’, asegura este pequeño que el año pasado cursó el quinto grado en la Oxford International School y lo terminó con un promedio general de 4,5 pese a que él mismo dice que sólo le va bien en matemáticas e inglés y que en el resto apenas se defiende. Este año y ante la perspectiva de volver a Roma, está estudiando por tutoría para no atrasarse en matemáticas e inglés, las materias que más le interesan.
Paolo empezó a interesarse por la aviación a través de You Tube. Buscaba despegues y aterrizajes y después – hace apenas cuatro meses – le pidió a su papá que le comprara un juego llamado ‘Flight Simulator X’ que, a su juicio, ‘es muy útil para los pilotos’. ‘En el juego’, dice Paolo, ‘me dí cuenta de cómo una persona puede desarrollar en su cerebro toda una cabina de aviación y me dije que yo también puedo hacerlo’. En Albrook Mall consiguió que Roberto le comprara más y más accesorios para el juego: controles para las alas, alerones, pedales, acelerador y el panel de piloto automático.
‘Yo hago una hora de simulador todos los días’, relata Paolo. ‘La parte instrumental la aprendí por internet y las leyes físicas las estoy aprendiendo aquí en la escuela de aviación a la que entré hace un mes’, añade.
‘Llegó un día y nos dijo que tenía un simulador de vuelo en su casa y que volaba el 737 (uno de los aviones más grandes) y jugaba con eso que es muy complejo’, cuenta Ahir Tursi, su instructora. A ella le tocó entrevistarlo y quedó impresionada con ‘la voluntad y el deseo de aprender de este niño de apenas 12 años’. Hace aproximadamente tres meses en un viaje a Cuba con sus padres, Paolo conoció a un piloto cubano que le regaló un libro de radionavegación. ‘El me dijo que lea las partes que pueda desarrollar’, dice el aprendiz de piloto. ‘Entonces me empecé a interesar en este tema’, relata.
Ahora va todos los días a la escuela de aviación, donde empezó a aprender desde lo básico. ‘Empecé a observar las partes del avión, los motores, tipos de fuselaje, ángulo crítico de ataque, a usar el bloter – que es un instrumento para calcular las distancias o para trazar el rumo – , también el flight computer, una tablita para calcular consumo de combustible, tiempos de vuelo, densidad de altitud...’ explica Paolo, demostrando que sabe de lo que habla.
Sin embargo, Paolo es consciente de que no puede iniciar la carrera mientras no alcance la mayoría de edad. ‘Yo sé que si me voy a Roma no puedo llegar a una empresa aérea y decir quiero volar por que me gusta’, dice. ‘Quiero seguir aprendiendo y cuando tenga la edad empezar a acumular horas de vuelo para poder ser piloto’, sueña en voz alta mientras delicadamente toca el timón de un Piper Seneca propiedad de la empresa Skymaxx Corporation donde le tomamos algunas fotos.
Así y todo parte de ese sueño se hizo realidad hace poco más de una semana cuando formó parte de la tripulación de un Cessna 172 monomotor de entrenamiento en un vuelo entre Panamá y Colón. Con él iban su instructora y el piloto, quien despegó y aterrizó el avión, pero fue Paolo quien tuvo el control durante parte del vuelo. ‘Al inicio hubo cúmulos, que son un tipo de nubes’, explica emocionado Paolo. ‘Me mareé un poco por que había mucha turbulencia, pero sentía algo que me decía ’no te marees, te puedes desmayar, y si eso pasa el avión se cae’’, dice con más responsabilidad de la que se puede esperar en un niño de su edad.
Paolo confiesa que no tiene muchos amigos. ‘No sé si yo soy extraño o lo son los otros niños, pero me cuesta hacer amigos’ dice sin resentimiento. Tal vez sea esta la razón por la que es un autodidacta también del piano (aprendió a tocar por You Tube), le gusta leer libros de aventuras y pasa mucho tiempo en la computadora. Sonríe mirando el cielo y acariciando la nariz del Piper Seneca, seguramente pensando en el día en que ya como piloto profesional podrá surcar el cielo al mando de su nave y de su propio destino. Por ahora tiene la responsabilidad de preparar un plan de vuelo para un tramo corto: primero debe describir lo que hará allá arriba en un trozo de papel para después poder transcribirlo en el pálido folio de las nubes.