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- 17/06/2014 02:00
Bailar típico no solo significa zapatear y sonreír. Detrás de una presentación que no pasa de 8 minutos (generalmente) hay un trabajo arduo de 8 a 10 horas de práctica semanal y una gran inversión de tiempo y dinero.
Una pollera no cuesta menos de 6 mil dólares, aparte de las prendas y zapatos.
Alexis Villaverde, quien encara desde hace 30 años la tarea de dirigir un conjunto folclórico, sabe bien de esto.
Él elaboró un método de enseñanza que combina los bailes tradicionales con técnicas exquisitas y estilizadas para que cada cuadro llame más la atención, sobre todo a la juventud, ya que se preocupa porque no se pierda la esencia tradicional, y se esté a la vanguardia del siglo XXI. Por eso explicó, ‘son detalles que antes no se tenían en cuenta. Por ejemplo agregar más movimiento a un giro, que no solo se sonría, sino que se proyecte ánimo en el baile y que cada cuadro sea rápido. Una presentación corta e impactante siempre es mejor’.
Para esto el proceso de la práctica y de las clases previas a la presentación son fundamentales y difíciles sobre todo porque en Panamá todo el que dirige o baila en un conjunto típico tiene otro trabajo.
‘El danzante debe entender el cuadro, cómo nació y qué representaba en el contexto de su creación, ese saber que incorpore el bailarín lo proyectará en su presentación y a la vez será percibido por el público’, remarcó Villaverde.
UNA HISTORIA RÍTMICA
El ingenio es también un elemento importante dentro del trabajo de un folclorista.
Por esto Villaverde ideó una especie de danza cronológica de la historia panameña, desde donde se intenta rescatar los bailes de distintos grupos étnicos panameños.
‘Contamos con cuadros de los pueblos indígenas, danzas de los negros de la época colonial, de los afrocaribeños y también un rescate del carnaval tradicional con máscaras y resbalosos, como se celebraba hace 40 años en Panamá’, relató el director.
LO QUE HACE FALTA
‘La baja de conjuntos típicos es notable en las escuelas e instituciones’, reflexionó el profesor Villaverde; ya que cualquiera que vivió durante la década de los 70 y 80 sabe que cada institución contaba con su grupo folclórico, los que participaban de los Juegos Florales que organizaba el Ministerio de Educación. Un dato preocupante, puesto que significa que el Estado panameño ya no promueve desde sus instituciones las tradiciones panameñas.
Hay elementos que complican el trabajo de cada agrupación y uno de ellos es que casi no quedan personas que hagan polleras. Algunas o murieron o están perdiendo la vista.
Para esto Villaverde propone que se realicen talleres de costura donde se rescate el valor de la confección de un traje folclórico y a la vez se abran nuevos espacios laborales.
Quien lleva más de la mitad de su vida dedicado a lo autóctono en Panamá también trabaja en el libro ‘Biografías de folcloristas panameños’, un escrito que reseña las obras de músicos, poetas, costureras de polleras e investigadores panameños que desde su trinchera aportaron a cada canto y danza típica de Panamá.