- 01/11/2008 01:00
DESTACADO. Por tierra, mar o aire, en coche o jet privado. Miles de kilómetros al año y decenas de bodegas.
Son los flying winemakers, enólogos al servicio de varios señores. Aunque originalmente el término fue acuñado en los ochenta para profesionales de Australia y Nueva Zelanda que acudían a Europa a elaborar vinos técnicamente correctos y de gran consumo, ahora se ha extendido a los enólogos-consultores.
Desde los que viajan precedidos por su fama hasta los que se limitan a una zona geográfica.
La polémica de la globalización del gusto está servida. ¿Puede un mismo profesional hacer vinos en distintas regiones sin estandarizarlos? ¿Existe un gusto global?
"Sería muy sencillo hacer un Ribera del Duero en Australia", opina un experto.
El caso más famoso es el del cotizado experto francés Michel Rolland. En España asesora a Bodegas Olvena (DO Somontano).
"Para ser referencia internacional a veces es necesario contar con los mejores profesionales, conoce como nadie el gusto de los consumidores y tiene una increíble capacidad de innovación", comentan satisfechos en la bodega.
Igual que se busca a un famoso arquitecto para diseñar el continente, también se contratan enólogos de prestigio para que diseñen un vino (elección de uvas, barricas, coupages o mezclas).
Y España es un territorio fértil para los "enólogos volantes": Telmo Rodríguez, Mariano García o Ignacio de Miguel figuran entre los más cotizados.