Danza y fuerza de voluntad

PANAMÁ. Quizás Álvaro Barrera y Gerald Adolfo, niños de la Escuela Dr. Justo Arosemena, no hubiesen tenido la oportunidad de aprender da...

PANAMÁ. Quizás Álvaro Barrera y Gerald Adolfo, niños de la Escuela Dr. Justo Arosemena, no hubiesen tenido la oportunidad de aprender danza aérea, contemporánea, moderna ni ballet si eso dependiera de las posibilidades de sus padres. Es probable que no hubiesen podido expresar esos sentimientos profundos que fluyen en cada movimiento cuando practican esas disciplinas. Ambos residen en las cercanías de El Chorrillo, un barrio donde no todos tienen el privilegio de participar de clases artísticas.

Pero la Fundación Gramo Danse se ha fijado no solo en la gente menuda de El Chorrillo, sino también en la de Panamá Viejo. Ellos han hecho accesible la formación en estos rubros a niños y niñas cuyos padres no cuentan con las facilidades para que sus hijos asistan a una escuela de danza.

Nereyda Rey es egresada de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Panamá y directora artística de la fundación, ella explica que el objetivo es darle calidad al tiempo de los niños a través de la expresión artística con clases que son regulares, las cuales tienen varios niveles o áreas, como la danza contemporánea, la coreografía, la danza aérea y el ballet clásico.

BECAS

Gramo Danse no hace el trabajo solo. La Fundación Buenos Vecinos, del Banco General, les da un aporte anual. Los que están interesados en recibir las clases de danzas son seleccionados mediante diferentes mecanismos.

Una de las formas son las visitas que realizan los maestros de la fundación a escuelas de barrios populares para ver cuáles niños están interesados en aprender esa disciplina. ‘Ellos son invitados. Nosotros vamos a las escuelas, y de allí, los que son convocados vienen a una audición. Los que quedan deben tener buen promedio en la escuela y asistir de manera regular a clases y acá’, explica la directora artística de Gramo Danse.

La búsqueda de talento se realiza por el momento en escuelas de El Chorrillo y Panamá Viejo; sin embargo, en el mes de enero el personal de Gramo Danse reparte volantes para que pequeños de otras comunidades puedan ser becados, siempre y cuando reúnan los requisitos que exige la fundación.

‘Son varias materias que requieren muchos años de entrenamiento, y ellos, que son becados, toman eso en serio y se desarrollan bastante bien’, comenta la directora. Destaca que lo importante es que los padres de los niños estén conscientes de la calidad e importancia de las clases que reciben sus hijos para no dejar perder la oportunidad, pues los beneficiados han demostrado que quieren estar allí, y que tienen las capacidades necesarias para salir adelante en el mundo de la danza.

SIN PREPARACIÓN

La danza implica mucha fuerza física, más si se trabaja con elementos aéreos como lo hace Gramo Danse. No obstante, para comenzar los niños no necesitan preparación. ‘Nosotros los agarramos desde cero, desde edades de 4 años’, indica Rey, quien al mismo tiempo confiesa que los más de 5 maestros que trabajan allí tienen el sueño de poder ampliar el programa a otros barrios para que esta expresión artística tome más auge en Panamá.

Danitzia Pineda es otra de las maestras de Gramo Danse. Graduada de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Panamá, especializada en danza contemporánea y tiene ocho años de experiencia impartiendo clases a niños desde los tres años de edad.

Pineda detalla que los elementos utilizados en las clases son fijos: aros, trapecios y telas, donde los niños ponen mucho esfuerzo, pues se requiere mucha fuerza física para hacer las acrobacias. La tarea es fascinante al recibir sorpresas de los niños, que al venir de zonas populares logran una mayor disciplina y concentración. ‘Ellos tienen más atención y valoran más lo que les ofrecemos, lo que ayuda a que tengan mejores resultados’, dice sonriente y orgullosa de sus alumnos.

Álvaro ha sabido aprovechar muy bien la oportunidad ofrecida, destacándose como un niño brillante y con sed de seguir aprendiendo. ‘Me gusta venir aquí porque aprendo con mis compañeros a hacer ejercicios, a montar la tela, a aprender danza y ballet. Las maestras son buenas y me llevo bien con mis compañeros. Si nos peleamos aprendemos a perdonarnos’, comenta entre ademanes y notoria alegría el pequeño bailarín.

‘Aquí nos enseñan respeto y tolerancia, y por eso me siento bien. Puedo conocer amigos y maestras’, dice emocionado Gerald, quien también tiene nueve años. Ellos son dos de los pocos varones de las clases.

Entre las niñas están Elizabeth Vásquez, de la Escuela Sara Sotillo; y Esmeralda Giménez, de la Primaria Belisario Porras, de 9 y 11 años, respectivamente. Ambas comparten las ideas de sus compañeritos y expresan su deseo de seguir en la fundación para bailar profesionalmente.

Las clases que reciben tienen sus frutos. Han sido invitados a presentaciones en distintos lugares. Uno de ellos en el Biomuseo. Para el 8 de noviembre realizarán la segunda muestra de danza en el hangar de Xielo, a las tres de la tarde. Este evento no tiene costo. Quien desee ir los puede contactar al teléfono 203-6287 y ver el producto del esfuerzo de los pequeños de la danza.

‘A veces la tarea no es fácil, pero tampoco imposible. Si todos hacen un buen trabajo el resultado será bueno’, considera Rey.

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