Democracia, libertad y paz

Actualizado
  • 27/04/2024 00:00
Creado
  • 26/04/2024 19:18
Esta es la parte final de la intervención realizada en ‘Radio Hogar’ en cadena nacional con ‘Radio 10’, el 7 de enero de 1980, publicado en ‘Discursos inéditos’, pág. 93-98, noviembre 2015

La única alternativa es un gobierno democrático, es un país democrático, es una sociedad democrática, con partidos políticos democráticos. Es entender que el diálogo entre gobernantes y gobernados no puede ser el “diálogo” de la violencia y la brutalidad, sino que debe ser un diálogo democrático, un diálogo sobre la vigencia de los partidos políticos, es decir, que lleve a la representatividad, ya que cuando hay representatividad entonces hay un poder controlado.

Por eso es que usted ve que el militarismo en el poder es enemigo de los partidos, como también es enemigo de los partidos el marxismo leninismo. Porque mientras el militarismo repudia los partidos porque quiere una relación directa entre gobierno y pueblo sometido, el marxismo leninismo repudia los partidos porque no quiere esa relación, sino que quiere la autogestión, quiere gobernar a través de la autogestión y no a través de la representatividad.

Porque marxismo y militarismo se entienden en la lucha contra los partidos. Porque la lucha contra los partidos es la liquidación del sistema representativo, el cual es la participación popular en el gobierno y el control de los gobiernos. Estas son toda una serie de teorías envueltas en estos conflictos panameños y la orientación definida, entonces, es la necesidad de que el pueblo panameño adquiera militancia en todos los problemas del país.

La participación popular es la única alternativa contra la violencia, la brutalidad y el terrorismo. La participación popular democrática, el diálogo democrático entre gobernantes y gobernados, las alternativas de la alternabilidad en el poder a través de las urnas con garantías.

Ese es el problema; que en Panamá no se quieren avocar, que los gobernantes no las desean; y, ante la exigencia popular del diálogo democrático, viene la violencia. Todos los caminos gubernamentales conducen a la violencia; mientras que todos los caminos populares deben conducir hacia el diálogo, hacia la representación y hacia la participación.

En el mundo de hoy, conflictivo, este mundo de angustias colectivas, de crisis colectivas, la única solución está en el diálogo, está en la alternabilidad, en la participación popular a través de la cultura, de la sociedad, de la economía, y a través de la discusión de todos los problemas del país.

Si nosotros no tenemos esa actitud mental de llevar al pueblo a la participación de todos los problemas, a través de los partidos políticos, que son los que se deben enrumbar, reorientarse, motorizarse democráticamente para la vida moderna, para la sociedad moderna, y si nosotros no tenemos en Panamá partidos en la oposición y en el gobierno, dinámicos, modernos, que sean escuelas internas y que estén permanentemente dilucidando los problemas nacionales, jamás saldremos del estancamiento violento en que estamos cada día entrando más.

De tal manera que el día de hoy de gran crisis y conflictos, es necesario que los partidos de gobierno y de oposición, todos, se modernicen. Que se sepulte a los cadáveres insepultos que hay en este país como partidos políticos, que surjan nuevos partidos políticos y los que son realidad política en el país se modernicen, se conviertan en agentes de cambio con programas revitalizadores de la nación panameña.

Que los partidos estén permanentemente buscando la participación popular en todos los problemas del país. Si nosotros no logramos eso, seguirán los que están en el poder utilizando la violencia, y los que están en la oposición siendo víctimas de la violencia. Para acabar con la violencia hay un diálogo democrático, y para entender este diálogo, es necesario comprender y descansar en la participación popular. Con relación a la huelga de los educadores de octubre de1979: Fue un acontecimiento nacional. No hay duda alguna que dentro de la desorientación interesada que dieron los enemigos de la democracia en Panamá, se quiso hacer ver que era una huelga política, con el objeto de tumbar al gobierno.

Generalmente, cuando no funcionan de modo adecuado los instrumentos partidarios, algunos ven en cada protesta una posibilidad golpista, pero los que tienen conocimiento de las ciencias políticas saben que nunca los gobiernos son derrocados por movimientos de sectores, y que los movimientos de sectores con objetivos socioeconómicos, una vez se satisfacen, se desinfla todo el movimiento.

En este país son muy dados a la engañifa, sobre todo en la prensa, radio y televisión se manipulan las informaciones y los comentarios, y son muy dados a crear imágenes falsas con el objeto de desorientar al pueblo. Y se decía, por ejemplo, aquella vez que hubo un problema ante la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa (Apede), se dijo que la Apede iba a tumbar al gobierno. La Apede no es un organismo para tumbar gobiernos.

Los organismos para tumbar gobiernos, en todo caso, son los partidos políticos modernos, con sus instrumentos de pelea, pero nunca pueden ser los sectores. De tal manera, cuando se habla de que la huelga de los educadores era una huelga política para tumbar al gobierno, se estaba diciendo una solemne mentira, porque era una huelga socioeconómica.

Últimamente, por ejemplo, escuché un comentarista de televisión que expresaba que la huelga era política y que los políticos perdieron su última oportunidad. Dijo textualmente, la oposición perdió su última oportunidad para tumbar al gobierno. Dos planteamientos falsos, primero porque la huelga no era política, era una huelga nacional, desde el punto de vista del respaldo cívico.

Todos los sectores, médicos, profesionales de distintas actividades y todos los partidos políticos, respaldaron este acto de los educadores, pero en función de los objetivos de los educadores, de las tareas que se impusieron los educadores, en función de las consignas de los educadores.

En esa huelga no se incorporaron consignas partidaristas de tumbar al gobierno. Era una lucha colectiva y con respaldo colectivo hacia las consignas, a los objetivos de los educadores. Hay que ver la diferencia. No se trataba de una huelga política, era una huelga de los educadores con respaldo nacional. Y cuando se decía que era la última oportunidad de la oposición, se perdió de vista que la oposición siempre tiene la última oportunidad.

No hay última oportunidad para la oposición. Vean ustedes ahí la (Indira) Gandhi hoy, celebrando su triunfo. Hará cosa de pocos años, fue derrotada violentamente por el pueblo. En política no hay últimas oportunidades. Para la oposición siempre habrá una última oportunidad para tumbar a un gobierno por las urnas y lograr desplazarlo. De modo que las últimas oportunidades no existen para la oposición. Existen únicamente para desorientar.

Esa es una afirmación para que el pueblo se sienta desorientado: como que aquí no hay más objetivos. ¿Cómo que de pronto se habla de la última oportunidad para un pueblo que en su ochenta por ciento es opositor? Sí, hay una oportunidad, y es la oportunidad de la organización. Yo planteo la necesidad que, aunque se diga: ¡Ya es la hora de no hablar más, ya está bueno de tanto hablar, ya está bueno de que continuamente se está con la palabra, ahora es cuestión de acción!

Bien, yo estoy de acuerdo con que algunos sectores opinen así. Considero que aquel que tiene modos de hablar, que hable, que aquel que tiene capital, que mueva capital, y aquel que tiene masas que mueva la masa. El que tiene retórica, que mueva la retórica.

Cada cual que ocupe su papel dentro de la sociedad. Lo esencial es que todos estén dirigidos hacia la democratización del país. Hacia la necesidad de formar grandes movimientos populares con el objeto de que, de tal participación y organización popular se pueda lograr un clima de democracia Panamá. Un clima de respeto al derecho ajeno, de tolerancia.

En Panamá ahora mismo no hay un clima de tolerancia. Como que se desea volver a etapas que se habían anunciado como sepultadas y estamos exactamente viviendo un clima de intolerancia, como el del 70 al 73, y como se ha estado viviendo en todo este gobierno de dictadura que hemos tenido desde el 68.

Estamos viviendo sin las garantías auténticas que descansan en el cumplimiento exacto de los principios constitucionales, en el temperamento de la autoridad y es la autoridad la que va a determinar si hay o no hay derecho de reunión, de libre expresión, esa no es garantía, esa es una mentira. Esto es un disfraz democrático y yo creo que ya es hora de que en Panamá nadie viva con disfraces ni con caretas democráticas; que viva realmente en un país democrático.

Creo que la huelga de los educadores y el respaldo popular es el indicador del tremendo sentimiento de disgusto que hay en el país y que cada vez que se puede manifestar orgánicamente, seriamente, se manifiesta, y se seguirá manifestando sin lugar a dudas.

Yo lo que planteo de modo final es que cualquier orientación política a este pueblo tiene que estar en la tradición, o lo que es el carácter del nuestro, apegada a los principios.

El pueblo panameño es un pueblo pacífico, no tiene características de pueblo agresivo. Le gusta vivir en paz. Las veces que el pueblo ha entrado a la etapa de la violencia, es porque ha sido provocado, porque tampoco es un pueblo “pendejo”, y valga la expresión. Nuestras independencias, las que hemos adquirido, todas las adquirimos pacíficamente.

El carácter de lo nacional es pacífico. Todo acto de violencia institucional o de la brutalidad institucional, sacude el carácter del panameño. Yo le digo a usted, si analiza, por ejemplo, ese estupendo acto de publicidad del Banco Nacional con motivo de navidad. Si usted lo analiza, a mi juicio lo más extraordinario que en publicidad es lo que presentó el Banco Nacional para navidad.

¿Qué quiere cada panameño para navidad? Hay un común denominador: Todos quieren la paz. El cumplimiento de ciertas satisfacciones de tipo democrático. Ese anuncio que es un “cuadro” del carácter del panameño, está siendo violentado por la Guardia Nacional en los últimos días y durante 11 años. Eso no es lo que quiere el panameño.

No quiere vivir bajo el látigo, y no quiere, porque los hombres y los pueblos de hoy son conscientes de las bondades de la convivencia democrática. Porque cuando vive bajo el látigo, es porque el que golpea y tiene el látigo se cree más hombre que el resto de los hombres. Ningún hombre acepta esa situación, y porque, además, cuando el que tiene el látigo usted lo ve por las calles cuando ya no tiene el poder, entonces es un pobre hombre. Yo le hago un llamado al pueblo panameño, para que exija su participación democrática. No queremos dictaduras en Panamá.

No queremos que la sombra del sha se extienda sobre el territorio panameño. Queremos la claridad democrática, que obliga a que el estudiante cuando va a la calle se le respete en su derecho a protestar. Todos hemos visto en la televisión, los primeros actos de protesta estudiantil. Eran pacíficos. Ellos fueron víctimas de provocaciones. Fueron los atacados. Ellos contestaron en legítima defensa, que es la más grandiosa de todas las defensas. La legítima. Lo estamos viendo con claridad. Están todas las cartas sobre la mesa.

¿Hay democracia en Panamá? ¿Hay una dictadura en Panamá? ¿Qué es lo que existe de máscara? Hay una cosa que no tiene máscara y es que este es un pueblo comprometido con la democracia, con la libertad y con la paz, y los pueblos así comprometidos tienen que participar en la lucha por el imperio de esas tres banderas fundamentales.

En la hora actual, a los partidos políticos, a las organizaciones nuevas, no les queda otra alternativa que democratizarse, que sacudirse y lograr en su vida interna la participación popular, si es que no quieren también perecer por inactividad o por cobardía.

“Yo le hago un llamado al pueblo panameño, para que exija su participación democrática. No queremos dictaduras en Panamá. No queremos que la sombra del Sha se extienda sobre el territorio panameño. Queremos la claridad democrática, que obliga a que el estudiante cuando va a la calle se le respete en su derecho a protestar”
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