Bosques urbanos, una mirada al eje verde de las ciudades

Actualizado
  • 12/02/2021 00:00
Creado
  • 12/02/2021 00:00
Conservar los bosques urbanos y su valor socioambiental requiere de inversión económica planificada, que considere reforestar con especies nativas que garanticen el hábitat de las ya existentes en estos pulmones naturales
Las ciudades en Panamá están en crecimiento, e incluir en los planes de ordenamiento territorial los bosques urbanos como eje verde permitirá construir una sociedad democrática y participativa.

El color que identifica al medioambiente es el verde. En entornos rurales o urbanos, este es asociado a naturaleza, la que, a su vez, está relacionada a calidad de vida. Vivir en las ciudades del siglo XXI representa acceso a educación, a servicios básicos como agua, luz y telefonía, e incluso a seguridad y salud pública. Vivir en un ambiente perfecto siempre implica un toque de verdor.

En ciudades como David, Panamá o Santiago, el acceso “estratégico” a la calidad de vida impulsa edificaciones sin jardines naturales o patios, que ganan espacio y ubicación, disminuyendo el acceso personal a espacios verdes. Por lo que, quien quiere conectarse con la naturaleza, debe visitar parques urbanos con bosques para conectar y disfrutar de ella.

¿Y qué es un bosque urbano?

En su publicación 'Directrices para la silvicultura urbana y periurbana', la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define los bosques urbanos como redes o sistemas que comprenden todos los arbolados, grupos de árboles y árboles individuales ubicados en las áreas urbanas y periurbanas.

Según la FAO, los bosques urbanos incluyen bosques, árboles en las calles, árboles en los parques y jardines, y árboles en las esquinas de las calles, y son la columna vertebral de la infraestructura verde que conecta las áreas urbanas a las rurales y mejora la huella ambiental de las ciudades.

Los bosques urbanos incluyen bosques, árboles en las calles, árboles en los parques y jardines, y árboles en las esquinas de las calles.
¿Por qué bosques urbanos?

Esta huella ambiental de las urbes se logra cuando la planificación de las ciudades incluye los bosques urbanos por sus beneficios económicos, sociales y ambientales.

Amenazas que enfrentan estos pulmones naturales

Las ciudades que carecen de planificación orientada a impulsar los beneficios ecosistémicos, carentes de inversiones o de un plan de ordenamiento territorial, generan presiones urbanísticas o comerciales sobre los bosques urbanos que se encuentran en y alrededor de las ciudades, lo que hace que enfrenten muchas amenazas, por ejemplo, la deforestación y tala debido a la construcción de urbanizaciones no planificadas.

Si bien se ha demostrado que las inversiones coherentes en el establecimiento, protección y restauración de los bosques urbanos pueden contribuir a crear un ambiente saludable, dichos bosques en general se aprecian por sus valores estéticos más que por sus funciones ecosistémicas.

Beneficios potenciales de los bosques urbanos

Los bosques aportan a la seguridad alimentaria de las ciudades al suministrar alimentos y agua limpia, evitan la degradación del suelo y enriquecen el paisaje, aumentan la sostenibilidad de la biodiversidad, reducen la contaminación del aire y la acústica por su condición de barrera natural y capturan el carbono, por lo que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Una de las ventajas inmediatas que ofrecen es la mejora en el clima local al reducir al menos en 2 grados la temperatura bajo su sombra, lo que se traduce en ciudades frescas, cuando se refresca en el entorno edificado con la sombra y la evapotranspiración que producen.

En relación con la salud pública, brindan mayor acceso a las áreas naturales y verdes lo que apoya la mejora en la salud física y mental de los residentes.

Por otra parte, mitigan las escorrentías y atenúan las inundaciones, además de ofrecer áreas recreativas, tanto para la recreación como para la educación ambiental, a la vez que aumentan la sostenibilidad y depuración de los recursos hídricos en las ciudades.

Ofrecen refugio a los visitantes de las ciudades, permitiendo a los turistas disfrutar de caminatas agradables. Facilitan la cohesión comunitaria y social.

Corredores biológicos de aves

Una de las funciones de los bosques urbanos es servir como refugio para las aves, porque les permiten descansar o permanecer en las copas de sus árboles durante el periodo de migración, dándoles cobijo (hábitat) al movilizarse entre regiones durante la migración por la variación de la temperatura o debido al cambio de las estaciones entre el ecuador, el sur y norte de América.

En el caso del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM) que conecta áreas naturales de Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y algunos estados del sur de México, los bosques urbanos complementan el paso de las aves porque funcionan como conexiones externas al eje central que es el corredor biológico.

Caso de Colón, bosques de Margarita, Davis y Espinar

Ana Victoria Zúñiga, en su publicación, 'Comparación del estrato arbóreo en fragmentos de bosques urbanos de Margarita, Espinar y Davis, provincia de Colón, República de Panamá', de enero 2021, señala que la comunidad considera importantes los bosques urbanos y las especies de árboles dentro de ellos, por su valor e importancia ambiental, social, ecológica y económica.

Inclusive para la comunidad estos árboles le dan parte de la belleza escénica a las urbanizaciones, creando un ambiente agradable.

Zúñiga señala que aunque los árboles de los bosques urbanos presentan un buen estado, son antiguos, lo que implica que estos pueden tener una menor esperanza de vida si no se les da mantenimiento adecuado y estricto. Es decir, conservar los bosques urbanos y su valor socioambiental requiere de inversión económica planificada, que considere reforestar con especies nativas que garanticen el hábitat de las especies existentes en los bosques urbanos.

Participación ciudadana

En su estudio, Zúñiga constató que la participación ciudadana es necesaria para la conservación de los bosques urbanos, puesto que son las comunidades organizadas las garantes de que las administraciones públicas y privadas protejan los bosques y los valoren por sus beneficios ambientales y ecológicos.

Espacio para la salud mental

Los bosques urbanos generan espacios para el bienestar y la calidad de vida, dos condiciones que apoyan la salud mental porque aportan áreas de esparcimiento para el equilibrio familiar, social y laboral. En el caso de la pandemia actual, los bosques urbanos permiten a los ciudadanos disfrutar la riqueza natural, desde el sonido de las aves hasta largas caminatas, lo que apoya al ciudadano a liberar estrés.

Igualmente, facilitan la realización de actividades de meditación, lo que apoya el manejo de las emociones.

Desafíos

El crecimiento de las ciudades requiere de planificación y ordenamiento territorial, para con ello lograr la integración de los bosques urbanos en la gobernanza de las ciudades. La FAO considera que los principales aspectos del diseño, la gestión, la planificación y la gobernanza sostenibles de los bosques urbanos y demás infraestructura verde, deben enfocarse en contribuir a construir la resiliencia ecológica y social de las ciudades y a generar beneficios para los habitantes de las zonas urbanas.

Un ejemplo de ello puede ser crear cinturones verdes, definidos como largas parcelas de tierra en y alrededor de las ciudades donde el desarrollo urbano está categóricamente prohibido, por medio prohibiciones a la zonificación urbana.

Adicionalmente, la FAO enfatiza que los bosques urbanos deberían ser parte de estrategias más amplias, sistémicas, adaptativas y sostenibles de gestión de la tierra urbana, y que los gobiernos locales deben ofrecerlos como una de las bases fundamentales para el diálogo y la integración en la gobernanza urbana.

Las ciudades en Panamá están en crecimiento, incluir en los planes de ordenamiento territorial los bosques urbanos como eje verde de las ciudades, permitirá construir una sociedad democrática y participativa.

La autora es investigadora científica en recursos hídricos e ingeniera civil. También es doctora en ingeniería agrícola con mención en recursos hídricos en la agricultura (Chile).

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