Crisis educativa: el camino hacia la recuperación

  • 21/01/2022 00:00
Panamá, al igual que los demás países, tiene la oportunidad de acelerar el aprendizaje haciendo que las escuelas sean más eficientes, equitativas y resilientes, aprovechando las inversiones realizadas y las lecciones aprendidas durante la crisis
Este escenario de escuelas aún cerradas ha causado que millones de niños se encuentren en riesgo de no contar con más posibilidades de retomar su educación.

En la publicación 'El estado de la crisis educativa mundial: un camino hacia la recuperación' del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, el Banco Mundial, la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación (Unesco) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) se aborda que la interrupción de la educación a nivel global ocasionada por la pandemia no tiene paralelo alguno y que los efectos causados en el aprendizaje son severos.

El documento plantea que la crisis detuvo abruptamente los sistemas educativos a nivel global, causando cierres de escuelas que afectaron a más de 1,600 millones de estudiantes; aunque en la mayoría de los países se establecieron oportunidades de aprendizaje a distancia a los estudiantes, tanto públicos como privados, la calidad y el alcance de estas opciones varió en gran medida, lo que las convirtió en sustitutos parciales del aprendizaje presencial.

Este escenario, de escuelas aún cerradas, ha causado que millones de niños se encuentren en riesgo de no contar con más posibilidades de retomar su educación, puesto que las pérdidas de aprendizaje han sido amplias y desiguales, situación que, según evaluaciones recientes, los niños en muchos países han perdido la mayoría o todo el aprendizaje académico que hubieran adquirido de manera regular en una escuela presencial, siendo los más pequeños y aquellos pertenecientes a grupos marginales quienes han sufrido las mayores pérdidas.

Un ejemplo que cita el documento son los estudiantes en Sao Paulo (Brasil) que según esta evaluación aprendieron solamente el 28% de lo que hubiesen aprendido en clases presenciales y el riesgo de abandono aumentó más del triple.

Aunque en la mayoría de los países se establecieron oportunidades de aprendizaje a distancia a los estudiantes, tanto públicos como privados, la calidad y el alcance de estas opciones varió en gran medida.

En términos económicos, el estudio plantea que esta generación de alumnos (covid-19) con cierres de escuelas se encuentra en riesgo de no percibir la suma de $17 billones en ganancias a lo largo de sus vidas, si lo calculamos en valor actual, lo que equivale al 14% del PIB global actual, cantidad que ha sumado $7 billones al compararla con lo que se estimaba en 2020.

“Se estima que en países de ingresos bajos y medios, el porcentaje de niños que vive en pobreza de aprendizaje –que ya se encontraba por encima del 50% antes de la pandemia– se elevará potencialmente hasta 70%, debido a los prolongados cierres de escuelas y a la calidad variable y la efectividad del aprendizaje a distancia”.

Aumento en las desigualdades

La crisis generó que la brecha de las desigualdades se agrandara en la educación, porque en países de ingresos bajos y medios los cierres de escuelas fueron más largos que en los países de ingresos altos, lo que causó menos participación dirigida del docente al alumno, además de que por las limitaciones en algunos países para la preparación a distancia, los maestros no tuvieron el acondicionamiento necesario para involucrarse con los alumnos, acudientes y cuidadores, lo que aumentó la brecha de la enseñanza-aprendizaje.

La pandemia aceleró la educación híbrida, con grandes retos como la desigualdad en el acceso a la tecnología sin las bondades de la presencialidad.

En lo relativo a la capacidad de adaptación de cada hogar para transformarse en aula escolar receptora del conocimiento, esta dependió del nivel de ingresos de las familias, de la disponibilidad de la electricidad, conectividad, equipo y apoyo en casa de los cuidadores de los niños, por lo que los niños de hogares en desventaja tuvieron menos probabilidades de beneficiarse del aprendizaje a distancia en relación a sus pares.

Lo anterior también influyó en que los alumnos más jóvenes y aquellos con discapacidades tuvieron menor acceso a la satisfacción de sus necesidades de desarrollo, porque fueron pocas las políticas vigentes de respuesta planteadas ante la crisis por los países para atenderles.

En cuanto al género, las niñas se han tenido que enfrentar a barreras más graves para el aprendizaje en medio del cierre de escuelas, porque las normas sociales, la limitación en términos de habilidades digitales y la falta de acceso a equipos obstaculizaron su capacidad para seguir aprendiendo.

El documento indica que la crisis de la pandemia ha forzado a la comunidad educativa a nivel global a aprender ciertas lecciones críticas, pero también recalca el hecho de que la transformación y la innovación son posibles; y que la educación a distancia y la híbrida, que se hizo necesaria durante la pandemia, tiene el potencial de transformar el futuro del aprendizaje, “siempre y cuando los sistemas se fortalezcan y la tecnología se aproveche mejor para servir de complemento a maestros capacitados y bien apoyados”.

Cómo iniciar la recuperación

Para enfrentar la crisis de aprendizaje, el documento hace hincapié en que los países deben, en primer lugar, abordar la crisis de información sobre el aprendizaje evaluando los niveles de aprendizaje de los alumnos, porque, si bien es cierto que se han documentado pérdidas sustanciales en matemáticas y lectura en diversos países, la evidencia en relación a la pérdida de aprendizaje sigue siendo escasa.

Cuando se obtengan los resultados de esta evaluación se podrán formular políticas para que los administradores escolares y maestros puedan tener como objetivo la instrucción y acelerar la recuperación del aprendizaje estudiantil, puesto que tendrán acceso a información sobre el aprendizaje que refleje su contexto, así como los grupos de poblaciones por edades o por subgrupos de alumnos, lo que permitirá la atinada formulación de programas de recuperación del aprendizaje que consistan en estrategias basadas en evidencia y que contarán con indicadores diseñados según las necesidades de cada uno de estos grupos.

Un punto clave en el documento es el abordaje de las pérdidas socioemocionales de los niños, puesto que los cierres de escuelas no solo interrumpen la educación, “sino que repercuten en la prestación de servicios básicos, incluyendo alimentación, protección y apoyo psicosocial, afectando el bienestar general y la salud mental de los niños.

“Esto será posible solo si los maestros están adecuadamente equipados y capacitados para apoyar las necesidades holísticas de los niños. Todos los maestros deberían contar con apoyo y estar preparados para la recuperación escolar, salud mental y apoyo psicosocial, así como el aprendizaje a distancia”.

Panamá forma parte de la reconstrucción de la educación a nivel global, pues esta generación de niños de siete años estará a cargo de los desafíos del país en el año 2035, cinco años después de la culminación de la agenda 2030, y serán quienes actualicen las metas del plan de seguridad hídrica a 2050, es decir, el país requiere de su preparación, por esto es fundamental mejorar los sistemas para generar información oportuna y confiable de manera que el país esté preparado para evaluar las políticas de respuesta y forjar lecciones aprendidas para entender qué funciona y cómo trasladar lo que funciona al nivel del sistema.

Panamá, al igual que los demás países, tiene la oportunidad de acelerar el aprendizaje haciendo que las escuelas sean más eficientes, equitativas y resilientes, aprovechando las inversiones realizadas y las lecciones aprendidas durante la crisis.

El documento termina indicándonos que es este el momento para intercambiar crisis por recuperación; recuperación, por sistemas educativos transformadores y resilientes que brinden aprendizaje y bienestar a todos los niños y jóvenes.

La autora es investigadora científica en recursos hídricos e ingeniera civil. También es doctora en ingeniería agrícola con mención en recursos hídricos en la agricultura (Chile).

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