Una deuda que supera los $70 millones reclaman a las autoridades del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA), los productores de arroz de la región...
- 20/05/2014 02:00
Los recursos naturales, aunque parecen ser abundantes, no son infinitos, y muchas veces la acción del hombre hace que se vean amenazados, al punto de su extinción.
La pesca no es la excepción, de allí la importancia de explotarla adecuadamente, es decir, de manera sostenible, para que todas las partes sean beneficiadas y el recurso no se agote.
Sobre este tema, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, advirtió en un informe que a pesar que hoy en día, más personas que nunca dependen de la pesca y la acuicultura para obtener alimentos e ingresos, las prácticas nocivas y la mala gestión amenazan la sostenibilidad de la actividad.
El informe señala que el cultivo de peces encierra grandes posibilidades para responder a la creciente demanda de alimentos, producto del crecimiento demográfico, y además apuesta por una gestión sostenible de los océanos para generar empleos y ayudar al problema de desnutrición en los países más pobres.
‘La salud de nuestro planeta, así como nuestra propia salud y el futuro de la seguridad alimentaria, depende de cómo tratemos el mundo azul’, aseguró el Director General de la FAO, José Graziano da Silva. ‘Tenemos que asegurarnos de que el bienestar del medio ambiente es compatible con el bienestar humano, a fin de que la prosperidad sostenible a largo plazo sea una realidad para todos’, resaltó.
Según la última edición de ‘El estado mundial de la pesca y la acuicultura’, la producción pesquera y acuícola a nivel mundial ascendió a un total de 158 millones de toneladas en 2012, alrededor de 10 millones de toneladas más que en 2010. De allí las expectativas.
A nivel local, la Oficina de FAO para Mesoamérica y Representación en Panamá, a través del documento ‘Contribución de la pesca y la acuicultura a la seguridad alimentaria y el ingreso familiar en Centroamérica’, resalta que Panamá es uno de los productores de pescado más importantes entre los países de Centroamérica, con un consumo anual superior a 20 kg por persona por año, mayor que el promedio mundial.
La Organización de la ONU estima que la pesca y la acuicultura sostienen los medios de subsistencia de entre el 10 al 12 por ciento de la población mundial. En 2012 dio empleo a unos 60 millones de personas dedicadas a la pesca de captura y a las actividades acuícolas.
A nivel local, para el año 2012 de los 21 mil 665 empleos generados en la fase de captura, el 86 % corresponde a la pesca artesanal y 14 % a la pesca industrial. Respecto a la generación de empleo en la fase de procesamiento y comercialización, se generaron 12 mil 110 empleos, tal como señala la oficina de la FAO en Panamá.
AMENAZAS DE LA ACTIVIDAD
Las pérdidas posteriores a la captura de peces, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), así como el etiquetado incorrecto, son una grave amenaza para los ecosistemas marinos y tiene igualmente un impacto negativo en los medios de vida, las economías locales y el suministro de alimentos.
Los expertos hacen hincapié en la importancia del código de conducta para la pesca responsable que promueve el uso adecuado de los recursos acuáticos y la conservación de los hábitats para impulsar la contribución del sector pesquero a la seguridad alimentaria, la mitigación de la pobreza y el bienestar humano.
LA PROBLEMÁTICA PESQUERA EN PANAMÁ
La situación en el Istmo no dista de la global. Varios autores opinan que los recursos con mayor valor comercial se encuentran sobre-explotados biológica y económicamente, y los pescadores manifiestan una baja en los volúmenes de captura.
Según señala en su página web la Fundación Mar Viva (encargada de impulsar la conservación y el uso sostenible de los recursos marinos y costeros en Panamá), la pesca responsable no es dejar de pescar, sino procurar que los peces no acaben.
Mar Viva propone principios para consumir productos de forma responsable, como evitar consumir especies amenazadas o individuos que no hayan tenido la oportunidad de reproducirse al menos una vez y respetar las épocas de veda.