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- 21/05/2012 02:00
PANAMÁ. Cientos de años después de la epidemia de fiebre amarilla que frenó el intento francés para construir un canal en Panamá, la lucha por erradicar al culpable de este mal sigue en pie.
Se trata de la hembra del mosquito Aedes aegypti, que en los últimos 25 años es acusada de transmitir el dengue hemorrágico, una enfermedad que podría matar miles de personas si se desata una epidemia
La ciencia no quiere dar tregua: mosquitos modificados genéticamente son su apuesta para eliminar el Aedes aegypti ¿Es segura la técnica? ¿Tiene riesgos para el ambiente y la salud de las personas?
El mosquito sigue viviendo entre los panameños. Y lo peor es que sigue matando gente. Sólo el año pasado acabó con la vida de 16 personas. Pero en total fueron 3,882 infectados con el dengue clásico, padecimiento previo a la mortal cepa que produce el hemorrágico.
El año pasado se registró la incidencia de muerte más alta del último quinquenio. Pese a ello, Panamá tiene la tasa más baja de dengue que el resto de Centroamérica. Costa Rica, por ejemplo, registró 14 mil casos en 2011.
Las amplias campañas de divulgación e investigación que se han realizado desde hace más de un siglo han favorecido el conocimiento de este enemigo natural. Y, por ende, un manejo más adecuado de las enfermedades que transmite. Pero ahora se busca exterminarlo de una vez por todas, o por lo menos reducir su población. ‘Sólo así se podrá acabar con la enfermedad’, explicó Néstor Sosa, director del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de Salud.
Sosa está convencido de que el uso de nuevas tecnologías permitirá el exterminio.
Y ya está claro cómo se hará. A un grupo de mosquitos machos criados en cautiverio se les colocará un gen que impedirá que tengan descendencia. Este espécimen es traído de Inglaterra.
Una vez preparados, los insectos serán liberados en un área silvestre. Allí tendrán que competir con sus congéneres por las hembras. Pero la descendencia de los machos modificados no pasará de la etapa de larva. Esto reducirá el éxito reproductivo de las hembras, y en efecto, la incidencia de dengue, explica Sosa.
No obstante, la ambientalista inglesa Helen Wallace no está convencida. Dijo al diario La Nación de Costa Rica que reducir la población de mosquitos no garantiza que los casos de dengue también lo hagan.
Este proceso tecnológico, que ha sido ensayado en Malasia, Brasil e Islas Caimán, no conlleva riesgos de contaminación genética para el ambiente ni mucho menos para las personas, agregó Sosa.
‘No produce alergias ni ningún tipo de sintomatología, sólo una picada como la de cualquier mosquito’, detalló el científico durante un foro que se realizó en el Instituto de Investigaciones Tropicales en Panamá.
Sin embargo, los grupos ecologistas no están de acuerdo con Sosa. El temor de que se registre una mezcla genética que altere el ecosistema está latente entre ellos. Camilo Rodríguez, experto mexicano en bioseguridad, se pregunta cómo se va a asegurar que mueran todas la crías y, ‘si sobreviven, qué podría ocurrir’.
Sosa descarta esta posibilidad. Incluso aseguró que no habrá problemas si el Aedes llega a desaparecer, porque el modificado cumplirá con sus funciones biológicas en el ambiente.
La empresa británica de biotecnología Oxytec, que colocaría en los laboratorios el gen, está convencida de que el método es seguro y eficaz. Según Marco Neira, su representante, la técnica es una variante mejorada de la que se usa en Panamá para erradicar el gusano barrenador del ganado.
Un cuarteto de científicos del Gorgas está listo. Incluso ya se construyó el insectario donde se criarán los mosquito. Sólo se esperan los permisos para importar los insectos.
En Nuevo Chorrillo, Arraiján, serán liberados por primera vez los mosquitos modificados. La primera fase del plan durará un año.