La interconexión eléctrica entre Panamá y Colombia es una prioridad bilateral, y la oposición de las autoridades comarcales no frenará el proyecto.
- 10/07/2010 02:00
De lunes a jueves para ir a la oficina, muchas mujeres se ponen la pinta de combate, se amarran el cabello sucio y piensan que quitarse las lagañas es suficiente para verse bien, aunque en realidad parecen recién liberadas de un secuestro.
Los viernes, en cambio, se transforman como divas de revistas luciendo escotes y regalando degustaciones de pierna, todo con miras a levantarse al futuro esposo o un galán con quien pasar el rato en algún bar de moda, pero al final de la noche, el balance es de sólo pérdidas, desilusiones y maquillaje desperdiciado.
Tal vez es por esto que hoy en día el mejor lugar para conocer a alguien decente, con potencial para novio o compañero ya no es el bar, ni el café, ni el gimnasio… sino la oficina. Cuánta secretaria frustrada no entonaría después de unos tragos el himno oficinesco de Daniela Romo: ‘Fíjate, fíjate en tu secretaria. ¡Ay, señor, qué dolor! Pobre secretaria. Pídele que copie mil veces ‘yo te amo’.
Y es que muchos amores han nacido entre reuniones de trabajo y cubículos. Después de todo, uno pasa el mayor tiempo de su vida metido en una oficina, así que es apenas normal desarrollar alguna clase de atracción con quien se sienta al lado suyo, el jefe o hasta el mensajero.
Un estudio realizado por Elsa Aalmas, sexóloga noruega, determinó que uno de cada cinco empleados ha tenido romances en la oficina y una de cada diez parejas se conoció allí.
Existen empresas cuyo reglamento prohíbe las relaciones entre empleados, tanto de superiores con subordinados como con compañeros del mismo rango, y todo por temor a que bajen los rendimientos, se afecte el entorno laboral y existan favoritismos con la pareja. Lo importante aquí, es saber que la vida personal debe ir separada de la vida laboral, aunque algunas sepan cómo se ve su gerente/pareja en calzoncillos.
Las parejitas recién horneadas en la oficina, deben sentir por un rato lo que sienten Brad y Angelina todos los días, que la gente habla, especula y chismosea detrás de sus espaldas.
Estos deben lidiar comportándose como si estuvieran en la típica visita de novios en la sala de la casa, bien portaditos, guardando la distancia, pendientes de no ser demasiado afectuosos. Pero el amor no es lo único que se despierta en los pasillos de la oficina, la lujuria también, el cuarto de fotocopiado se utiliza más para romancear que para sacar copias. Y las fiestas del año son como un ácido sulfúrico, que destapan cañerías y todas las pasiones ocultas de la oficina que dejan al descubierto quién anda con quién, quién le tiene ganas a quién y no falta los que se pelan por el amante, que a no ser por la ropa de por medio, más de una quedaría inseminada en plena pista de baile.
En la cama no es lo mismo estar arriba que abajo y en el organigrama empresarial tampoco, por eso hay personas que se han dedicado a escalar a punta de favores sexuales y, si el currículo fuera fiel a su experiencia laboral, tendría los nombres de todos los enamorados que han tenido para estar en el puesto que tienen. De allí es como se conoce que no todas las relaciones que surgen en la oficina son por amor, muchas son por interés.