El accidentado camino a la sabiduría

  • 10/05/2015 02:00
En el camino al éxito es común encontrarse con fracasos. De esos equívocos se puede aprender para futuras batallas

Me parece que nuestra sociedad subestima el poder transformador de los errores. Vivimos y padecemos un ‘exitismo' crónico, olvidando que detrás de cada éxito hay por lo menos una buena cantidad de fracasos que lo hicieron posible. El mundo empresarial siente aversión al riesgo, las personas desean que les otorgues un proyecto en el cual inviertan muy poco y ganan mucho, pero que el mismo no implique el más mínimo riesgo.

La fórmula es sencilla: mientras mayor es el riesgo más posibilidades existen de ganar. Por ejemplo, el modelo de negocio más utilizado en la economía panameña es el de la representación comercial, que va más o menos así: usted consigue el dato de algo que alguien necesita comprar (madera, muebles, vasitos de plástico, etc), luego cierra con esa persona un precio de venta, consigue una fábrica de eso que se necesita y le solicita un precio, y si puede la representación exclusiva de ese producto para Panamá o para la región. Lo que sigue es manejar la logística con mucho cuidado y jugar con los avances que le hace usted al cliente y con el tiempo que le otorgue el fabricante para consignar los pagos.

Es un modelo que le ha funcionado al Istmo durante más de un siglo, por lo que es muy probable que siempre haya existido un campo para él. La cuestión es la siguiente: quien posea más capital y capacidad endeudamiento cuenta con la ventaja. Si usted desea entrar al ecosistema empresarial y es un jugador nuevo la única opción que tiene es innovar y buscar nuevos modelos para generar valor. Así que le toca aprender a fallar con estilo.

Todo el mundo habla hoy de los grandes éxitos de Google o de Facebook, pero nadie se fija en la cantidad de fallas, problemas y contratiempos que estas compañías se vieron forzadas a superar para poder alcanzar este éxito.

A nuestra incubadora de empresas en CoworkingPTY es común que se presenten emprendedores que sientan miedo a ser ridiculizado. El miedo a fallar, a que su intento por superarse sea objeto de mofas por parte de la familia, los amigos o la sociedad. En realidad, la mejor forma de no fallar nunca es no hacer nada. Creo que es necesario aprender a utilizar los errores como herramientas y a documentarlos para que se conviertan así en una experiencia que se le pueda sacar provecho.

En lo personal, he fallado un millón de veces. Por eso me atrevo a dar opiniones sobre ciertos temas. Cuando un mentor o asesor me habla sobre la mejor forma de acometer una idea de negocios, no puedo evitar que me embargue la sospecha. Pero cuando le pregunto sobre sus emprendimientos descubro que nunca ha acometido la experiencia de crearlos.

Por lo general, de las fallas se aprende más que de los éxitos. No todos somos capaces de poner el ego a buen recaudo y tratar de entender lo que uno hizo mal. Es un verdadero ejercicio de sabiduría, y un aprendizaje más efectivo que un postgrado.

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Pedro Colmenares

GERENTE DE INNOVACIÓN

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