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- 08/06/2025 00:00
La cultura de la comida callejera está enormemente arraigada en Maracaibo, un ciudad del estado Zulia, Venezuela. Especialmente la comida abundante, con salsas, quesos, carnes... No se escatima en ingredientes: más es más.
Como Panamá es un crisol de razas, le ha abierto las puertas a los venezolanos y a su comida, por supuesto. Juan Rodríguez y David Áñez, llegaron hace unos 10 años al país, sin expectativas de volverse empresarios, solo buscando oportunidades de ingresos para poder subsistir y ayudar a sus familias.
Los primeros años fueron de ensayo y error, hasta que encontraron la fórmula para lograr un negocio exitoso, que abraza a sus coterráneos e invita a los panameños a probar la gastronomía particular de su tierra.
“Es una historia muy empírica, muy improvisada. Llegamos a Panamá con sueños y metas, pero nada planeado. Todo fue saliendo en el camino. Empezamos con un objetivo simple: tener un ingreso propio para nuestras familias. Ahí surgió la idea de traer nuestra comida callejera, que es parte de nuestro orgullo cultural, y presentársela a los panameños”, narra Juan Rodríguez, socio fundador de Wimpy’s.
El primer gran reto que tuvieron fue conseguir los ingredientes con los que estaban acostumbrados a trabajar. “Por ejemplo, algo tan básico para nosotros como el queso de mano, era muy difícil de encontrar acá. También las papas ralladas, que son súper famosas en nuestra tierra. Nos tomó tiempo conseguir proveedores o incluso personas que pudieran fabricarlos”.
¿La propuesta de Wimpy’s tiene un componente de nostalgia?
“Sí, totalmente. Nuestra propuesta viene del Zulia, específicamente de Maracaibo, donde la comida callejera tiene un estilo muy particular. Nosotros la trajimos tal cual: con papitas, con queso, y algo que marcó la diferencia acá: el famoso ‘baño María’, donde colocamos el pan al vapor para darle ese toque suave y húmedo que nos representa. Nos dicen: ‘Esto es lo que comíamos en la esquina, allá en Maracaibo’. Esa conexión emocional fue clave para el éxito”, cuenta Rodríguez.
De una motico a 11 sucursales: la expansión en Panamá
Lo que comenzó como un puesto de comida improvisado sobre una moto adaptada, hoy es una cadena con 11 sucursales en distintas zonas de la ciudad. Así lo cuenta Rodríguez.
“Comenzamos con una motico adaptada para vender comida. Era algo sencillo, muy pequeño. Pero desde ahí vimos cómo la gente hacía fila solo para comerse un hot dog. Entre nosotros decíamos: ‘Aquí hay algo más’. Poco a poco fuimos avanzando”, recuerda.
Con el tiempo, decidieron probar con una segunda ubicación: esta vez, un pequeño tráiler. La respuesta del público volvió a ser positiva, pero la llegada de la pandemia los obligó a cerrar temporalmente. Aun así, la clientela no los dejó desaparecer. “Nos escribían por redes pidiéndonos que volviéramos con delivery. Y así, con dos o tres personas que tenían permiso para movilizarse, retomamos operaciones en plena cuarentena”, relata.
Superado ese reto, los fundadores comprendieron que operar nuevas sucursales por cuenta propia era insostenible. Fue entonces cuando idearon un modelo de negocio basado en alianzas estratégicas. “Buscamos socios a quienes les ofrecemos el porcentaje mayoritario del negocio, mientras que nosotros nos encargamos de la producción centralizada. Ellos solo arman y venden. Así garantizamos calidad y sabor en cada punto de venta”.
La fórmula funcionó. “Al principio lo hicimos con uno o dos socios, y fue rentable y controlable. Luego empezamos a recibir hasta 20 mensajes semanales de personas interesadas en unirse al negocio”, agrega.
Hoy, la marca continúa evaluando nuevas oportunidades. “Ya nos sentimos un poco limitados porque cubrimos gran parte de la ciudad, pero seguimos viendo opciones para crecer”.
La mente detrás del menú y la cara de la marca
El menú de Wimpy’s no nació con manual ni consultores: fue construido a pulso, entre errores, ajustes y sabores que evocan la memoria. “Nosotros cocinábamos para nosotros mismos, no teníamos experiencia para el público. Al principio nuestras recetas no gustaban mucho. Cambiamos como diez veces en diez meses hasta dar con lo que funcionaba”, confiesa David Áñez, socio fundador.
La inspiración vino de su padre. “Mi papá cocinaba mucho. Él me enseñó a hacer las salsas. Algunas las mantenemos tal cual hasta hoy”.
Otro ingrediente clave fue el pan. “Al principio usamos pan comercial, pero no funcionaba bien con el baño María, se mojaba. Tuvimos que crear nuestro propio pan y luego, cuando nos expandimos, contratamos panaderos que fabricaran exactamente ese pan que habíamos desarrollado”.
Aunque muchas hamburguesas nacieron de lo que David comía en Maracaibo, otras surgieron de combinaciones propias. “La Fritiburger, por ejemplo, tiene tajadas y queso frito (queso frito en vez de pan). Es una mezcla de mis dos comidas favoritas. Un día me pregunté cómo sabría en una hamburguesa... y funcionó. Hoy es una de las más pedidas”.
Otra muy popular es la maracucha, que lleva queso de mano, repollo y otros ingredientes que evocan el auténtico sabor zuliano. “El queso de mano es uno de los productos que más nos identifica. Es como un mozzarella, pero con una acidez y elasticidad muy particular. Se derrite muy bien y le da un sabor único a todo lo que lo lleva”, explica.
El menú de Wimpy’s va mucho más allá de las hamburguesas. “Tenemos patacones, pepitos, tequeños, alitas y hot dogs en distintas presentaciones”.
Entre los más pedidos están los pepitos mixtos con carne, pollo, chorizo y puerco, y los hot dogs con combinaciones poco comunes. “El más vendido se llama salchicheso y lleva queso de mano. También tenemos uno con ropa vieja por encima, y otros con carne, pollo y pernil mechado como topping. Son los favoritos de muchos”, asegura.
Los patacones maracuchos también tienen su estilo propio. “Son dos plátanos enteros aplastados que encierran lechuga, tomate y una proteína: pernil, pollo o puerco. Miden unos 20 centímetros de diámetro. Se pueden comer con cubiertos o con las manos, como venga”, dice entre risas.
Áñez, cuenta que el nombre “Wimpy’s” nació de un personaje clásico de las comiquitas: el glotón que acompañaba a Popeye y era fanático de las hamburguesas.
“Wimpy viene del muñequito de Popeye. El gordito que comía muchas hamburguesas. Ese fue nuestro primer logo. Al principio usamos esa imagen, pero después, cuando nos empezamos a expandir, supimos que podíamos tener problemas legales porque no era nuestra”, relata.
Así nació la caricatura que hoy identifica a la marca: una ilustración basada en el propio David. “Al principio no me gustaba la idea, no quería que fuera mi cara, pero con el tiempo entendí que fue una de las mejores decisiones. La gente me reconoce en los locales y se siente identificada”, añade.