Novela negra empieza a brillar en Panamá

Actualizado
  • 21/08/2016 02:00
Creado
  • 21/08/2016 02:00
Este año, la FIL le obsequió un lugar especial a este género literario. Los expertos nos dan luces sobre este estilo, con el trópico como escenario

Las sociedades se retratan muy bien a través de sus crímenes. Dan claves muy profundas. Y también la manera en la que se persiguen o no: la impunidad también define cómo se articula un país.

Con esta idea, Lorenzo Silva explicaba junto a Juan Bolea la importancia de la novela negra para la literatura. Ambos, escritores españoles de este género, brindaron un taller organizado por Editorial Concolón y el Centro Cultural de España — Casa del Soldado.

En el encuentro, compartieron datos históricos, su experiencia como novelistas y un entusiasmo por impulsar la literatura negra en el Istmo. El taller formó parte de ‘Panamá Negro', un festival que se desarrolló durante la XII Feria Internacional de Libro de Panamá, que culmina hoy.

EL PRIMER DETECTIVE EN LA LITERATURA

Gabriel García Márquez decía que Edipo Rey es la historia detectivesca ideal. Edipo busca al culpable de los crímenes del reino, o sea, es el detective, pero al final se da cuenta que es también culpable.

‘La estructura policial es tan antigua como la tragedia griega, y a lo mejor como las historias bíblicas', diría el escritor peruano Alonso Cueto el jueves pasado en Atlapa, citando a Gabo.

Pero si hablamos de la imagen de detective como la conocemos hoy, hay consenso. Edgar Allan Poe le da vida a Chevalier Auguste Dupin —el primer detective de la literatura— en su libro Crímenes de la Calle Morgue , en el que una mente extraordinaria supera al conocimiento policial de la época.

Borges dijo que Poe inventó el género policiaco sin ser consciente de aquello. Sentó las bases, que luego utilizara Conan Doyle para matizar al ícono del detectivismo: Sherlock Holmes.

‘El origen de la novela negra es policial', confirma Bolea.

‘EL MUERTO DE SALÓN'

El escritor español menciona el término ‘muerto de mesa de billar' o ‘muerto de salón'. Esta figura se observa en las novelas de Poe, Conan Doyle o Agatha Christie, en las que ‘el muerto no sangra, no duele, es puesto ahí para solucionar el caso y es el misterio el que capta la curiosidad del lector'.

‘No es hasta (Raymond) Chandler, quien sigue los pasos de Hemmingway, y crea a un gran detective: Phillip Marlowe', añade Bolea. ‘Es quien realmente consigue casar esas dos piezas: la realidad y la ficción, el periodismo y la literatura, envuelto en crítica social'.

Aquí hay un giro en la literatura negra. Un quiebre que le abrió paso a plumas como las de Rodolfo Walsh, Truman Capote o Lorenzo Silva —continúa Bolea— con principios más modernos, donde el género se mide con la realidad, bucea en el día a día, no tiene miedo al tiempo, y no crea arquetipos universales.

Aquí se desdibuja el cliché del bueno contra el malo. La complejidad de los personajes se condensa. El paisaje en los que se desarrollan se convierte incluso en otro personaje más. Es el caso de detectives como Mario Conde —creado por el cubano Leonardo Padura—, y Bevilacqua —personaje del autor español Lorenzo Silva—; ambos, presentes en el festival ‘Panamá Negro', celebrado en el marco de la FIL Panamá.

CREACIÓN DEL DETECTIVE

Durante el taller sobre novela negra de Editorial Concolón, Bolea mencionó que es difícil crear un detective que rompa con el estereotipo que ha creado el cine norteamericano. Pero es el reto para los nuevos autores.

‘Además, si compro una novela negra me interesa mucho que me hables cómo se vive, cómo se siente, cómo se sufre, cómo se hace el amor, cómo se olvida, cómo se traiciona y cómo se asesina en Panamá', añadió.

‘La mirada escéptica no existe', complementó Silva, ‘y en el supuesto que existiera no estoy seguro de que sirviera para nada'.

Para el autor, que presentó la novela negra Donde los escorpiones (Destino, 2016), el personaje principal es una ventana a la realidad. Y, aunque existe la mirada subjetiva dogmática —aquella moralizadora—, también está la que propone incerteza, que se deja sorprender, que no es dueña de todas las verdades. Esta última, es por la que apuesta la literatura negra.

LA VOZ DE UN CRIMINAL

‘Para matar, no hace falta ser un asesino', advirtió la escritora Mónica Miguel, en el mismo taller.

FESTIVAL

EL ‘PANAMÁ NEGRO', SE DESARROLLÓ DENTRO DE LA FIL

Juan Bolea, director del festival Aragón Negro, organizó este año junto a la Embajada de España en Panamá, Juan David Morgan, Edilberto González Trejos, Mónica Miguel Franco y la Cámara Panameña del Libro, el festival ‘Panamá Negro', en el marco de la XII Feria del Libro local. Se le entregó un reconocimiento al autor Leonardo Padura y se llevaron a cabo una serie de talleres y conferencias, en las que participaron Osvaldo Reyes, Alonso Cueto, Arquímedes González, Lorenzo Silva y Miguel Esteban.

Si bien ‘el mal en cada lugar es distinto y tiene distintas dimensiones' —como diría Silva— para Bolea ‘la circunstancia es determinante'.

En la literatura negra, el asesino es complejo. No obstante, sin ánimo de generalizar, Lorenzo recuerda un elemento en común entre cuatro criminales reales de España (Alfredo Galán, Jaime Giménez, Juan José Moreno Cuenca y Robert Dawes): son personas con carencias.

‘No son personas más dotadas que el resto', detalló.

Cuando Thomas Harris quería crear a un caníbal, entrevistó en prisión al médico Alfredo Balli —recuerda Bolea—, pero quedó tan decepcionado de la personalidad del doctor que creó un personaje opuesto: un caníbal superdotado intelectualmente, Hannibal Lecter.

LA RELEVANCIA DE LA VÍCTIMA

Ambos escritores españoles mencionan que existen dos formas de escribir una novela: el mapa y la brújula.

El mapa consiste en saber exactamente qué va a pasar en la novela, para luego sentarse a escribir.

La brújula, en cambio, consiste en escribir sin un rumbo y dejar que los personajes se desarrollen. Con esta última técnica, por ejemplo, se identifica Leonardo Padura.

‘Empiezo a escribir la novela y en un momento necesito que haya un muerto', diría el autor cubano. ‘Entonces, lo que hago es un análisis de los personajes que tengo y decido cuál es el asesino'.

Por otro lado, Silva y Bolea se identifican con el mapa, al que le llaman ‘guión previo'.

‘Lo que siempre he intentado resaltar es que cuando le pegan un tiro a una persona, lo que se acaba ahí es un mundo', dice Silva. ‘No es un trozo de materia, es un mundo entero que se ha venido abajo'.

Para el autor español, la investigación policial no se plantea a partir de un criminal —que es desconocido a priori—. La investigación criminal se articula en torno a la víctima.

En la mayoría de los casos, continúa Silva, la gente muere violentamente por algo que tiene que ver con su vida. Dónde estaba, a qué se exponía, quién la odiaba.

El autor lleva esto al extremo y cada título de sus novelas policiacas, están relacionados con el personaje principal: la víctima.

En las novelas de Agatha Christie, por ejemplo, es más importante el enigma que el asesinato en sí. Dentro de la novela chandleriana, en cambio, aparece la víctima como un ente relevante.

PERSONAJES SECUNDARIOS

Generalmente, en la novela negra encontraremos dos relatos paralelos y en sentido inverso.

Por un lado, está el investigador protagonista, narrado en tiempo cronológico, según Silva. Mientras que, en sentido inverso, se relata el crimen.

Cada personaje debe ser importante, de acuerdo con el autor. Puede tener tres líneas, pero eso debe ser suficiente para saber quién es.

‘No funcionan bien ni el estereotipo ni los arquetipos', complementa Bolea. ‘En un tratamiento adecuado, la densidad está más en los personajes secundarios que en el principal'.

Cuando le mencionan a ambos autores series televisivas como CSI y su relación con la novela negra, con la policiaca y la investigación, Silva responde: ‘Pusieron muy de moda una forma de investigación bastante utópica, incluso para los norteamericanos —con referencia a los perfiles instántaneos de ADN para encontrar sospechosos—. Convirtieron lo accesorio en principal'.

De cualquier forma, el festival Panamá Negro intenta seguir cultivando este género literario que, de acuerdo con Padura, es un ejercicio narrativo muy generoso porque permite incluir las distintas dimensiones de problemáticas sociales.

‘De acuerdo a como va la sociedad, este mundo de mierda en el que estamos viviendo, con cada vez más pobreza, terrorismo y corrupción, estamos en un mundo que es una novela negra', diría el escritor cubano en el cierre del Panamá Negro, ‘así que le auguro una larga y saludable existencia'.

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‘Si compro una novela negra me interesa mucho que me hables cómo se vive, cómo se siente, cómo se sufre, cómo se hace el amor, cómo se olvida, cómo se traiciona y cómo se asesina en Panamá',

JUAN BOLEA

ESCRITOR, DIRECTOR DEL FESTIVAL ‘ARAGÓN NEGRO'

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La novela negra y la crónica roja en el periodismo

Si bien existen algunas excepciones, Juan Bolea dejó claro durante el taller de Editorial Concolón que la novela negra se alimenta de la crónica roja.

Históricamente, el género nace porque se empezaron a escribir sucesos policiales de forma distinta.

‘Un reportaje es el embrión de un novelista', subrayó el autor de Parecido a un asesinato . ‘La formación debe ser literaria y si derivas a género negro o histórico, conviene tener una base real'.

Aunque hay discrepancias, el género negro ha sido definido como un relato de misterio en el que aparece un crimen, el cual muchas veces está basado en un caso real.

‘Los arranques tienen que ser casos reales, para que el lector crea que la historia que le van a contar es real o podría serlo', recomienda Bolea.

La novela negra y policiaca tiene algo en particular que es ese gancho con el lector, según el autor español. ‘Si realmente está bien hecho, no va a poder dejar de leer tu trabajo', mencionó.

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IDENTIDAD

Literatura negra en el Istmo y la región, un universo por leer

Cuando hablamos de escritores panameños que han firmado más de una novela negra, podemos referirnos a tres autores: Ramón Francisco Jurado, pionero en el género con cuatro ejemplares; Juan David Morgan, con dos títulos; y Osvaldo Reyes, con siete novelas.

También hay otros autores, como Ariel Barría (‘La casa que habitamos') y Rafael L. Pernett (‘El indio sin ombligo'), que han experimentado con el género.

En el caso de Osvaldo Reyes, su primer recuerdo con la literatura negra es la escritora Agatha Christie.

‘Vendían sus libros en los supermercados y me atrapó el género', dice, justo después de finalizado el festival Panamá. Negro. ‘Lo que más llegaba a Panamá era la novela negra americana, en forma de ‘bestseller”.

El mes pasado, Reyes publicó el artículo ‘Literatura negra centroamericana, un terreno sin explorar', en el blog especializado Solonovelanegra.com.

En el texto menciona a varios autores centroamericanos recomendados, además de los clásicos internacionales. Pero con esto planteó la necesidad de crear una escuela centroamericana, así como existe la nórdica, la mediterránea o la norteamericana.

Este objetivo de unión está alineado con el festival ‘Panamá Negro', el cual pretende posicionarse como un encuentro entre autores del género y sus lectores.

‘Casi todos los escritores centroamericanos comparten los problemas que tuvieron durante sus años iniciales escribiendo', dice Reyes, ‘porque vivieron en países en guerra'.

La historia está plagada de ese bagaje de dictadura y conflictos militares. Un rasgo que comparten Centro y Sudamérica.

El autor de ‘El efecto Maquiavelo' (Exedra, 2011), menciona también en su artículo elementos del realismo mágico en la novela negra centroamericana, como es el caso de ‘Baile con serpientes' (Tusquets, 1996) del autor hondureño Horacio Castellano Moya.

La historia sigue a un indigente que vive en un auto amarillo estacionado frente a la casa de un sociólogo desempleado. Se hacen amigos, y cuando el indigente muere en un bar, el sociólogo toma la identidad del indigente. Al entrar al auto, descubre cuatro serpientes con las que puede hablar.

‘Muchas personas dicen que no les gusta leer, pero no es porque no les guste la lectura, sino porque no han encontrado un género que los atrape', detalla Reyes. ‘Ese es un problema en la escuelas: los ponen a leer los mismos libros todos los años, pero hay que darles variedad'.

El autor panameño ejemplifica con el éxito de su primera novela, que sigue la historia del Dr. Mantovani —un asesino en serie de mujeres embarazadas—. La empatía no nace a raíz de la mala práctica médica, sino de la pericia del escritor para atrapar al lector a través de la intriga, el suspenso y el misterio.

‘Pienso que lo que Panamá Negro está haciendo es reunir en un solo sitio a las personas que les gusta el género del misterio, que estaban desperdigados y aquí se pueden encontrar para darle más auge la género', puntualizó el también autor de ‘El canto de las gaviotas', presentado en la XII FIL.

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