Padecimientos semejantes

Actualizado
  • 16/12/2016 01:00
Creado
  • 16/12/2016 01:00
Para los griegos primero está la totalidad antes que sus miembros, hay Polis (ciudad) antes que individuos

Para el filosofo griego Aristóteles (384 a. de C. a 322 a. de C.) el propio acto de hablar es ya un interpretar, y cabe agregar que esta afirmación es una interpretación de un breve pasaje del tratado "Sobre la Interpretación" (Peri Hermeneias). Pero volviendo al asunto, Aristóteles nos dice que cuando se habla no se trata aquello que es (todo lo que entre en el término más genérico: Ser, todo lo que es, o si se quiere todo lo que existe), no estamos describiendo la "cosa en sí" de Inmanuel Kant (1724-1804), que por cierto para Kant es incognosible, sino que por el contrario solo (sin intención despectiva) interpretamos aquello que es.

Por interpretar podemos entender el acto de tratar de aclarar "lo que se quiere decir verdaderamente", en palabras de Martin Heidegger (1889-1976). Pero dar con aquello que se quiere decir verdaderamente no es una tarea sencilla, es algo así como la sabiduría que ofrecía el Oráculo de Delfos de la antigua Grecia, el cual ni calla ni habla, solo da señales. Y las señales que pueden que ser habladas o escritas siempre ocultan información que no nos resulta inmediatamente obvios. Puedo hacer señales con mis manos para explicarte como llegar a la Cinta Costera o decir "Mira al norte", queda en manos del interprete hacer uso de esa vaga y oscura información de la cual sacaría información para dar con la Cinta Costera.

Pero si suponemos que todo acto de habla es interpretación, nos encontramos ante un peligro y es la incapacidad de comprendernos los unos a los otros. Esto no sería un problema si todos manejáramos un mismo lenguaje, pero...

Tomemos primero el hecho de que nuestro mundo, entendiendo el mundo físico-geográfico-geopolítico, tiene una infinidad de sistemas de escritura y a su vez, muchas lenguas. Y si añadimos la hipótesis de Sapir-Whorf según la cual nosotros experimentamos el mundo según nuestra particular lengua materna, esto nos llevaría a concluir que existe una pluralidad de experiencias de la realidad. Por ponerlo de otra forma, un panameño a través de su lengua, de su habla no experimenta el mundo como lo hace un inglés o un ruso. Incluso podríamos incluir a todo los países de habla hispana, porque podemos hallar matices y cambios allá donde vayamos.

Podríamos ir más lejos y decir que el lenguaje incluso afecta nuestra experiencia temporal. Occidente por ejemplo tiene una concepción del tiempo como de un continuo progreso, un movimiento hacia el frente, como un carro que se dirige a velocidad prudente o acelarada hacia un horizonte, con la parte delantera puesta en dirección a dicho horizonte. Pero el lenguaje de los indígenas Hopi (Estados Unidos) modifica esa concepción temporal. Por emplear el mismo ejemplo del auto, en el caso de los Hopis el auto va en reversa moviéndose hacia el futuro pero siempre con la parte delantera del auto siempre con la mirada puesta en el pasado.

Platón (427 a. de C. - 347 a. de C.), maestro de Aristóteles, nos advertiría que esto haría imposible toda organización política, toda comunidad. Para los griegos primero está la totalidad antes que sus miembros, hay Polis (ciudad) antes que individuos.

No obstante, Aristóteles señala si bien persiste una apariencia de pluralidad, detrás hay una esencia para todos. Las "afecciones del alma las mismas para todos", explica el filosofo griego. Antes que el habla están las pasiones, otros le llaman el alma, un poco del legado judeo-cristiano. Para decirlo de otro modo, Aristóteles nos dice que padecemos las mismas experiencia, y las padecemos pues lo hacemos pasivamente pues es algo contra lo que podemos luchar.

No se trata de que por ejemplo un hombre sea capaz de padecer los dolores que sufre una mujer cuando esta por parir, lo que está interpretación insinúa es que padecemos una serie de temáticas semejantes pero para las cuales tenemos diversas interpretaciones tanto en forma hablada como escrita. Por poner un ejemplo, la muerte. La padecemos todos, puesto que somos mortales, frágiles, es el mismo tema en esencia, pero como la interpretamos ya es otra cosa.

¿Resuelve esto el problema de la posibilidad de comunidad? Si admitimos que detrás de todo acto de habla hay una unidad común quizás si, un ideal bello, loable, que posibilitaría cosas como que los diputados se pongan de acuerdo en temas que todos los panameños padecemos en semejanza y para los cuales les vendría bien una solución.

FILÓSOFO

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