Tokusatsu en Panamá

Actualizado
  • 11/06/2017 02:03
Creado
  • 11/06/2017 02:03
Las tramas usuales de estas series eran de extraterrestres que venían a defender a la tierra y que en su mayoría se hacían pasar por humanos

En los últimos meses los artículos presentados trataron el anime a nivel mundial, su impacto global y finalmente un repaso somero de algunas de las series que llegaron a Panamá y que fueron transmitidas por los canales locales desde hace por lo menos cinco décadas.

Sin embargo, hubo otro género japonés que llegó a Latinoamérica e hizo escala en nuestro país, el Tokusatsu, cuya traducción literal ‘es grabación o rodaje especial'. Abarca las películas o series que utilizan muchos efectos especiales. En Japón incluye las películas de monstruos (Kaiju eiga), robots gigantes (Mecha), los súper héroes individuales y los grupos de héroes (supa sentai).

Las tramas usuales eran la de extraterrestres que venían a defender a la tierra y que en su mayoría se hacían pasar por humanos o que de forma simbiótica tomaban residencia en el cuerpo de algún compatriota, de ese mo do demostraban reciprocidad con los residentes del planeta, que siempre que pudiesen les ayudaban en sus batallas. El otro giro era el de una persona o grupo que mediante la tecnología terrestre o extraterrestre luchan contra seres perversos de otro planeta con el mismo propósito antes mencionado, defender a la humanidad. En Panamá tuvimos una gran cantidad de estos héroes que se podían ver durante la semana y los fines de semana en los canales de televisión.

Acerca de los inicios del género tomamos en cuenta las dos corrientes académicas que se consideran más veraces, la primera da como origen de sus raíces las escenas de acción del teatro Bunraku (teatro japonés de marionetas) y el Kabuki (teatro japonés) con sus efectos especiales sobre el escenario, que luego emigraron al cine y la televisión. Otros le dan una fecha específica, 1954 con la película Godzilla (Gojira) cargada de efectos, edificaciones en miniatura para destruir y el monstruo gigante que arrasa con Tokyo. En los canales locales no se llegó a ver al monstruo destructor, por el contrario nos tocó la evolución del género, la creación de los defensores de la tierra independientemente de si eran humanos, robots o extraterrestres.

No obstante, cuando hablamos de series de cuarenta o cincuenta años atras, en lo que a imaginar tecnología o sus avances, la mayoría tiende a envejecer muy mal. Es decir, el futuro que avizoraban ha quedado tan obsoleto que puede llegar a ser risible.

Durante la mañana de los sábados se conjugaban la mayoría de estos héroes, muchos niños de la época soñaban con tener una cápsula beta, como la de Hayata, para poder convertirse en Ultraman (Urutoraman, 1966). El miedo se apoderaba de ellos cuando veían que la luz en el pecho del héroe comenzaba a destellar, anunciando que los tres minutos que podía luchar se estaban agotando y corría el riesgo de quedar sin energía. Este era el momento en que el héroe dependía de la ayuda terrestre, en la forma de la Patrulla Científica, encargada de luchar contra los invasores y donde Hayata trabajaba. Fue el Canal 4 donde pudimos disfrutar de esta serie sabatina, cuya referencia más antigua se encuentra en el periódico La Estrella de Panamá del mes de septiembre de 1974.

Pero no todos los ultras tenían esa debilidad, por cosas de guión, Ultrasiete (Urutora sebun, 1967) se salvaba de ella, además de que contaba con la ayuda de lo que se podría llamar monstruos de bolsillo, los que le auxiliaban en la lucha cuando las cosas no iban tan bien para el defensor. Dan Moroboshi era la identidad secreta y muchos niños envidiaban sus lentes, que iniciaban la transformación así como la cápsula beta de Hayata.

El tercero de los defensores es poco conocido entre las personas con las que se conversó para este artículo, Espectroman (Supekutoruman, 1971) quien también aparecía los sábados en la mañana, un extraterrestre que venía a defender la tierra de unos gorilas extraterrestres que querían conquistarla —con la novedad de que uno de ellos tenía una peluca rubia— El nombre de su alter ego era Jorge, que suena muy latino a diferencia de los dos primeros, la explicación está en internet pues se aprecia el juego fonético, el nombre en japonés del personaje era Jôji, por lo que el cambio debió ser para que el movimiento de boca fuese parecido. Espectroman pedía permiso para transformarse a la estrella nebulosa, que desde algún lugar en el espacio enviaba unos rayos de luz que transformaban al protagonista. Algo que los chicos probablemente pasarían por alto es que a diferencia de los anteriores programas, en éste se utilizaban escenas cortas de animación tipo stop-motion para presentar los monstruos que enviaba el gorila rubio. Así eran los sábados en la mañana, lo sé porque de pequeño me tocó escoger entre asistir a clases de catecismo o ver a mis héroes salvar al mundo, les propongo adivinar el ganador de esa singular batalla.

Durante la semana la intensidad de las series no bajaba, en Panamá se pudo disfrutar de los Vengadores del espacio (Maguma taishi, 1966), El Capitán Ultra (Kyaputen Urutora, 1967) y uno que en lo personal no era de nuestro agrado Esper (Kosuku Esper, 1967) un niño que luchaba contra invasores extraterrestres gracias a un traje especial y a su compañero, un perico-robot llamado picha.

Sin embargo, hubo un grupo supa sentai que cautivó al público, a pesar de que sus personajes la hacían parecer una extraña copia de la Guerra de Las galaxias. Muchos estaban enamorados de la princesa rubia que viajaba en un velero-carabela espacial, su nombre Sofía y el trío que la protegía mientras luchaba por liberar el decimoquinto sistema solar estaba formado por Ayato (Phantom), Ryu (El lanzador de estrellas) y Simón quienes luchaban contra el Imperio Gavanas liderado por el emperador Roxeya XIII y sus súbditos Koyer, Iger y la hermosa Kunoi en Sankuokai (Uchu kara no messeji: Ginga taisen, 1979). Durante la última década del siglo XX se presentaron otras series como Liveman (Choju sentai Liveman, 1988), Jiban (Kido Keiji Jiban, 1989) y Flashman (Choshinsei Flashman, 1986), las que se podrían considerar precursoras de los internacionalmente conocidos Power rangers. Pero no todos los tokusatsu que transmitieron en Panamá eran de ciencia ficción, en las noches de los fines de semana en los ochentas, canal 4 presentó Monkey (Saiyuki, 1978) serie japonesa basada en la leyenda china del viaje al oeste.

Las series japonesas con personajes reales llegaron a nuestro país en la década del setenta y mientras que hubo de todo tipo, como el Jidai geki (drama japonés de período) con el famoso Ito Ogami y su hijo Daigoro en el Samurai fugitivo (Kozure Okami, 1973), una adaptación para la televisión del manga de Kazuo Koike; la Señorita Cometa (Kometto-san, 1967) que apareció en las pantallas a finales de 1974 o El escuadrón fantasma (Ninja butai gekko, 1964). Pero se reafirma que, la mayoría de las series que disfrutaron los televidentes se enmarcan dentro del tokusatsu. Y para los que añoran volver a verlas, muchas de ellas son de fácil visualización, una simple búsqueda en el portal youtube permite al espectador viajar al pasado y revivir su infancia una vez más.

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