‘El ballet sin el hombre no es nada'

Actualizado
  • 29/07/2017 02:05
Creado
  • 29/07/2017 02:05
En solo una semana, Eduardo Blanco ha montado cuatro piezas con bailarines panameños. Una de estas la creó cuando tenía apenas 19 años

En pleno corazón de la ciudad, donde un instante lo comparten autobuses, ambulantes y peatones frente a la Plaza 5 de mayo, un museo antropológico en desuso conserva temporalmente a la compañía profesional de bailarines clásicos panameños, quienes preparan sus próximas presentaciones: el Ballet Nacional.

La vibrante intensidad de la urbe se disipa gradualmente al subir las escaleras del antiguo Museo del Hombre Panameño, que conducen a otro escenario palpitante, dibujado por saltos y movimientos refinados, el salón donde Eduardo Blanco, un prodigioso coreógrafo del Ballet Nacional de Cuba, le enseña a los integrantes de la compañía panameña una nueva forma de expresarse con el cuerpo.

‘Esta coreografía dentro del Ballet Nacional ha significado un cambio rotundo de lo que estamos acostumbrados a hacer',

GRACIELA GUILLÉN

DIRECTORA ARTÍSTICA DEL BALLET NACIONAL PANAMÁ

Ha pasado solo una semana desde que el bailarín isleño es guía en este singular espacio, patrocinado por la Asociación Amigos del Ballet y la Beca Patricia Guardia, pero el tiempo no parece escaparse de sus manos: en este abreviado lapso, Blanco ha montado ya cuatro coreografías con los bailarines locales.

Al indagar sobre el repertorio, nos topamos con ‘Homenaje a Saint Saëns', una obra que el coreógrafo creó cuando tenía apenas 19 años de edad y que monta por primera vez luego de haber sido estrenada en 2004.

‘Para mí ha sido un privilegio hacer este ballet otra vez, después de tantos años. Algunas veces las pinturas, los espectáculos, la creación de un artista, duerme, nunca muere. Y ahora despertó', dilucida Blanco, en entrevista con La Estrella de Panamá , tras finalizar un ensayo.

Él pensaba que el estilo de esta coreografía sería algo común en el país, pero resultó ser una novedad para los 25 bailarines que integran el Ballet Nacional.

‘Lo que más me interesa como artista y coreógrafo es que los jóvenes sientan una nueva forma de bailar y sea una nueva inyección para el movimiento de la danza en Panamá', añade Blanco, autor de la coreografía ‘El camarón encantado' (2002), que le representara un gran reconocimiento en Cuba.

Graciela Guillén, directora artística del Ballet Nacional, confirma lo refrescante que ha sido para la compañía panameña la experiencia con el coreógrafo cubano, de quien destaca su ‘energía, positivismo y la forma en la que realiza cada movimiento', que, de cierta manera, rompe con el ballet clásico.

‘Esta coreografía dentro del Ballet Nacional ha significado un cambio rotundo de lo que estamos acostumbrados a hacer. Nosotros tenemos obras neoclásicas, pero la forma en la que él mueve al bailarín... los hace brillar', describe Guillén a este diario.

MASCULINIDAD Y VERSATILIDAD EN EL BALLET

El inglés Arnold Heskell, uno de los pioneros de la teorización sobre el ballet cubano, decía que cuando los intérpretes isleños bailan tienen una sensualidad que parece como si acariciaran la música.

Una segunda coreografía que Blanco ha preparado con la compañía panameña es ‘Acentos', una obra que estrenó en 2008 y que tiene como protagonista la masculinidad del hombre.

‘‘Acentos' es un ballet que Cuba y el mundo agradecen porque destaca la figura masculina. Yo quiero que en el ballet predomine no solo la mujer, sino también el hombre, como lo podría hacer en cualquier deporte en el que quiera ejercitar su cuerpo. El ballet para el hombre es fundamental, y el ballet sin el hombre no es nada', sentencia el bailarín cubano.

La directora artística del Ballet Nacional apunta que siempre está el prejuicio de que los hombres que bailan ballet son afeminados y ‘Acentos' se rebela contra este pensamiento.

‘En este baile Blanco muestra la fuerza, la energía que tiene el hombre en escena. Utiliza la música al estilo español, como si los intérpretes fuesen toreros y destacan los saltos, los giros, y asimismo las extensiones, porque en el ballet uno puede subir las piernas sin verse tan delicado como una mujer', explica Guillén, quien tras cumplir la jornada de la compañía —de 8:00 a.m. a 1:30 p.m.— dirige la academia G&G Dance Studio.

PERFIL

EDUARDO BLANCO, PRODIGIO DEL BALLET CUBANO

Cuando apenas tenía 12 años, el hoy coreógrafo y bailarín realizó su primera pieza de danza: ‘Baila y juega', que obtuvo el Premio a la Mejor Interpretación Masculina en el Festival Provincial de Ballet y Danza Moderna. Nacido en 1982, en Santiago de Cuba, Blanco terminó sus estudios en la Escuela Nacional de Ballet, en La Habana.

El primer bailarín del Ballet Nacional, Solieh Samudio, quien ha representado al país como profesional del ballet en la compañía de Georgia (antigua Unión Soviética) y protagoniza las piezas que está montando Blanco, reconoce que estos nuevos estilos han tenido un gran impacto para él porque rompen con la cotidianidad de las corrientes clásicas.

‘El Ballet Nacional se está poniendo nuevas metas. Antes, han traído a otros coreógrafos pero no a alguien con un título tan importante como Eduardo Blanco, quien es coreógrafo residente del Ballet Nacional de Cuba, con un trabajo muy interesante y agradable. En las funciones que preparamos, el público va a poder ver una forma del ballet que aquí no se ha visto nunca antes', advierte Solieh, quien se dedicaría al tenis profesional hasta decidirse por la danza clásica y convertirse en un gran testimonio para otros jóvenes.

Guillén aprovecha para agregar que hay integrantes que se acaban de incorporar a la compañía panameña, pero gracias a la intervención del coreógrafo cubano los jóvenes han alcanzado el nivel de los más experimentados.

Además, continúa la directora artística del Ballet Nacional, algo que facilita el desenvolvimiento profesional en el baile es el dominio de la danza clásica, requisito fundamental para ser aceptado en la compañía panameña.

‘Si bailas el estilo clásico, puedes bailar de todo, pero no todo el que baila estilo contemporáneo puede pararse de puntas. Esa es la diferencia y ventaja que tenemos nosotros dentro del Ballet Nacional, que podemos ser muy versátiles', sostiene Guillén, quien bailó durante seis años en el Ballet de Camaguey, en Cuba, bajo la dirección de Fernando Alonso.

Existe una tercera pieza en el repertorio que el coreógrafo del Ballet Nacional de Cuba ha creado especialmente para el Ballet Nacional de Panamá: ‘Salmos de las Américas'.

‘Cuando monté ‘Salmos de las Américas', con música del gran José María Vitier, me inspiré en el Ballet de Panamá, un cuerpo bien sui generis , diferente. Son jóvenes y a ellos hay que tratar de imponerles cosas diferentes para que se sientan motivados, que no caigan en una rutina', manifiesta Blanco, quien en 2009 fue invitado a Brasil, Argentina y Paraguay para montar un nuevo proyecto coreográfico llamado ‘La leyenda del agua grande'.

La nueva temporada del Ballet Nacional del istmo inicia con una presentación gratuita el próximo 19 de agosto a las 5:00 p.m. en el Teatro La Huaca del Centro de Convenciones Atlapa, en el marco de la XIII Feria Internacional del libro Panamá 2017. También tendrán, en el Teatro Balboa, una doble función el 12 y 13 de octubre, mes en el que celebran el 45 aniversario desde su fundación.

Para una de estas presentaciones, revela la profesora Gloria Barrios, directora ejecutiva del Ballet panameño, ella montará la pieza que le cedió el autor Alberto Méndez: ‘Muñecos', que describe como ‘una joya del Ballet Nacional de Cuba porque no la baila cualquier compañía'.

De acuerdo con el coreógrafo invitado que partirá del país al finalizar julio, más allá de que se estrenen las tres piezas y un pas de deux adicional en el que trabaja con los bailarines panameños, lo más importante es que los jóvenes hayan conocido un nuevo estilo con el cual expresarse.

‘Mi trabajo lo hago con pasión y a lo mejor los bailarines están brillando porque estaban ávidos de hacer algo diferente. No considero que soy mágico o extraordinario, soy un ser humano que ama y disfruta su carrera y le transmite eso a los bailarines y maestros, de quienes yo también aprendo. La danza es como una fuente, hay que beber de todo el mundo, es un reciclaje, una cadena, algo continuo. Hoy estoy sentado aquí, pero mañana ellos van a estar en el mismo sitio que yo', concluye Blanco.

CIUDAD DE LAS ARTES

Un ballet que cumple 45 años, sin sede

‘Es muy incómodo trabajar en un lugar prestado. Siempre adecuamos el espacio, pero el deseo más grande de todos los bailarines es tener una sede propia', expresa Graciela Guillén, directora artística del Ballet Nacional de Panamá. De acuerdo con la directora ejecutiva de esta compañía, la profesora Gloria Barrios, el cuerpo lo integran 25 bailarines, 15 mujeres y 10 hombres, siendo Solieh Samudio el primer bailarín. Sin embargo, una sede más grande, permitiría ampliar el elenco y, a su vez cumplir con dos objetivos: acoger a más intérpretes clásicos profesionales y tener a los bailarines necesarios para montar una producción completa.

Actualmente, explica Guillén debido a que el espacio y el elenco son reducidos, el Ballet Nacional recluta temporalmente a las mejores estudiantes de academias privadas cuando se avecina su temporada de presentaciones, un hecho que además le permite a los bailarines nóveles ganar experiencia.

‘El Instituto Nacional de Cultura (Inac) se creó por el Ballet Nacional y la Orquesta Sinfónica. Eran los dos pilares y los dos todavía no tienen una sede', señala la directora artística. ‘Que se realice la Ciudad de las Artes porque el pueblo panameño tiene sed de arte. Existen muchas escuelas de arte: ¿a dónde van esos alumnos cuando se gradúan?', añade Guillén, quien ha representado al país como bailarina en Cuba y Venezuela, y agrega que en la actualidad en Panamá existen más de 100 academias de ballet. El brote de estas escuelas inició cuando la Escuela Nacional de Danzas se quedó sin sede tras una inundación en la década de los noventa, y había una alta demanda.

A pesar de esta situación pendiente, la directora artística de la compañía local menciona que es importante seguir formando nuevos valores. Primero, porque las familias panameñas deben conocer que se puede vivir del arte. ‘El Inac ha mejorado el salario de los artistas del Ballet Nacional', indica la profesional de la danza.

Por su parte, la profesora Barrios, quien pertenece a la compañía desde su creación en 1972 —cuando la danza clásica local estuvo influenciada por maestros de la escuela soviética—, afirma que uno de los grandes retos para los bailarines es ‘sacarle el mayor provecho al carácter panameño, a la forma de moverse y de sentir la música'.

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