Para quién es esta educación

  • 04/02/2019 01:00
Lilian Guevara presentó este jueves ‘La escuela sobre las aguas', un libro de 27 relatos que ahondan en la adversidad y el propósito de un acto tan personal y generoso como complejo: enseñar

La autora Lilian Guevara presentó el pasado jueves en la biblioteca de la Universidad de Panamá un libro de 27 relatos que plantea, desde el título, la adversidad en las distintas facetas que configuran la educación: La escuela sobre las aguas (Toronto, El Hacedor, 2018).

Esta imagen ambigua, que nos remite desde una especie de barca que mece el mar hasta la fatalidad del naufragio, sugiere de cualquier forma movimiento, un estado líquido, de cambio constante, como para dar a entender que la educación, en el tiempo, se transforma, al margen de que esto parezca un horizonte lejano en el debate público local y actual.

Como si lo hicieran en un océano de probabilidades, hay días, pese al esfuerzo titánico de los docentes por ejercer su vocación, en que estos y los alumnos navegan en lo incierto: para qué, para quién es esta educación. Esas fueron dos preguntas que movieron la escritura de los 27 relatos de La escuela sobre las aguas , en un momento, además, en que demolían la escuela donde la autora había estudiado, el Instituto Justo Arosemena (IJA).

‘Me pareció dolorosa la demolición de una escuela. Me puse a pensar en eso y a escribir mis impresiones, lo que sentía cuando estudiaba ahí', dice Lilian, autora también del libro de relatos hiperbreves Mundos probables (El Hacedor, 2016). ‘Empecé a pensar en la educación más allá de términos como cuántas horas de inglés debe tener el horario escolar, sino para qué y para quién es esta educación'.

El libro abre con el relato ‘El puente roto', publicado el pasado sábado 26 de enero en la sección ‘Cuentos y poesía' de este diario, el cual ella describe como una historia compleja porque habla tanto de la injusticia social en la que se encuentran las escuelas como del autoritarismo —‘el arte del orden represivo'— implantado como modelo a través de la escuela.

Así, a lo largo del libro se cuenta la vida de los docentes, su relación con los alumnos, y algunos pasajes históricos del país, como cuando la transformación del sistema peleaba su lugar en 1979, o lo que hoy se conoce como el fallido intento de reforma educativa que estalló un conflicto político.

‘Mi madre nos sacó de la escuela pública y nos matriculó en una privada por temor a la educación pública, que decían que sería comunista. Las arcas de las escuelas privadas entonces se llevaron el sueldo de mi madre y el de muchas otras', recuerda la autora.

El traslado significó un sacrificio económico, lo cual redujo las posibilidades de atender necesidades extracurriculares. Sus hermanos nunca pudieron desarrollar su talento para la música ni ella el que poseía para las artes plásticas. Las oportunidades que había en su nueva educación eran justamente eso, privadas.

‘Escribí muy rápido ‘La escuela sobre las aguas' porque tenía una idea muy clara sobre los temas. Escribí en cuatro meses 35 temas, pero lo dejé en 27. Me demoré más puliendo', explica Lilian, cuya madre, de hecho, fue maestra.

Ver de cerca las luces y sombras del sistema educativo marcó la memoria de la autora y su visión crítica de las dimensiones que comprenden la enseñanza. Y lo hace en este nuevo libro dándole voz a protagonistas mujeres. ‘Mis personajes son femeninos. Hay una mirada de una mujer porque no me puse en el lugar de un hombre para escribir, y algunos de los textos tiene una mirada feminista', comenta la autora.

Sobre el proceso de edición, realizado por José Luis Rodríguez Pittí, Lilian dice que lo más desafiante fue pulir la parte lógica de las historias, por tanto, el foco de mayor exigencia consistió en reparar las incoherencias de un par de relatos contenidos en su nuevo libro.

También recuerda que este ejemplar lo escribió al lado de una ventana nevando, con una bandera de Canadá ondeando afuera, pensando que venía de un lugar donde llueve diez meses al año. El trópico. Pensaba, igualmente, que en su origen el istmo emergió del agua. ‘Estamos condicionados por nuestra geografía, marcados por los mares'.

Le dio vuelta a esas ideas y se topó con Heráclito y aquella reflexión de que ‘nadie se baña dos veces en el mismo río'. El agua, dilucidó Lilian, es un símbolo de movimiento, pero es también una imagen contradictoria al conjugarse con un colegio.

‘La escuela es realmente una entidad conservadora de la sociedad, lo cual no debería ser nada malo, debería estar sobre bases sólidas. Debe modificarse, pero no estar vulnerable a ese gran poder del agua, que realmente es el sistema. Inconmensurable', dice la autora, quien finalmente optó por titular su obra así, como uno de los relatos, La escuela sobre las aguas .

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