Un homenaje a quienes escogieron la ciudad de Panamá como su hogar

Actualizado
  • 24/11/2019 00:00
Creado
  • 24/11/2019 00:00
El libro 'La ciudad de Panamá, destino y comunidad' de la periodista Lina Vega, parte de la Biblioteca 500, recoge relatos de inmigrantes tanto del interior de la república como del extranjero, sobre sus experiencias como recién llegados a Panamá

LLa Biblioteca 500, uno de los proyectos presentados por la Comisión de los 500 años de la ciudad incluyó esta semana el libro “ La ciudad de Panamá: destino y comunidad”, un compendio de entrevistas en las que personalidades capitalinas relatan sus vivencias como recién llegados, ya sea del extranjero o del interior de la República.

El libro, escrito por la periodista y abogada Lina Vega, nade del interés de “contar la ciudad a través de los ojos de inmigrantes”, que estas personas dijeran en sus palabras la evolución que ellos han visto en la capital de Panamá, que este año llegó a su cumpleaños 500. “También lo hice pensando en estos brotes esporádicos de xenofobia y discursos excluyentes que han empezado a oírse y sentí que la celebración de los 500 años de la ciudad merecía contar su historia de esta manera”, dijo Vega Abad durante la presentación del libro en el Teatro Gladys Vidal de la Alcaldía de Panamá. “Esta es mi forma de hacer un homenaje a la ciudad de Panamá”, agregó.

Para la historiadora Marixa Lasso, quien tuvo a cargo el prefacio del libro, “es un poema de amor a la ciudad y solo pudo haber sido escrito por alguien que ha pensado en los cambios que ha sufrido nuestra ciudad con el ojo crítico de quien cree que la ciudad es o debe ser un espacio de la comunidad y de convivencia ciudadana”.

Las historias de estas personas “nos demuestran que las ciudades no son solo de quienes nacen en ellas; son también de quienes llegan, la hacen suya y la cambian con sus acciones”, dijo la investigadora.

Y es que “la ciudad la hacemos todos con nuestros actos cotidianos, cuando escogemos recordar que vivimos en comunidad y respetamos al vecino, a todos nuestros vecinos o cuando escogemos encerrarnos en nuestros barrios y olvidarnos del resto de la ciudad”. También nos invita a pensar “en las muchas maneras en las que la historia global es siempre también local”, y cómo acontecimientos que ocurrieron en puntos geográficos muy distantes de Panamá, fueron determinantes para la historia de estas personas que hoy se consideran panameños. La guerra fría, el fascismo italiano o la guerra civil española fue la razón que les llevaría a cambiar de domicilio y de vida, así como para otros sería una historia de amor. Pero cualquiera que fuese la razón, para Lasso queda claro que “una cultura fuerte, como un gran árbol, puede albergar a muchos bajo su sombra”.

Un homenaje a quienes escogieron la ciudad de Panamá como su hogar
Los protagonistas

El proceso para seleccionar a los protagonistas de esta publicación, en las propias palabras de su autora

fue bastante arbitrario, subjetivo y anárquico”. Sin embargo hubo algunos lineamientos que mantuvo claros. “Quería historias diferentes, hay cinco europeos pero son historias muy diferentes”, detalla. Entre los entrevistados están desde Sarah Simpson, quien luego de trabajar para el servicio diplomático de su país, decide permanecer en él y abrir el pub inglés “El Pavo Real”. También está Irina de Ardila, quien conoció a su esposo, un panameño que fue a estudiar a la Unión Soviética gracias a una beca. De allá regresarían los dos.

También la periodista Michelle Labrut y el empresario Vincenzo Mangravita.

“A muchos [de los entrevistados] los escogí porque eran personas cercanas, yo conocí su historia.”, admite Vega Abad. Pero todos ellos tienen en común no solo que llegaron a Panamá y dejaron con su profesión una huella, sino que guardan anécdotas muy divertidas de ese primer encuentro con la ciudad de Panamá.

El antropólogo Stanley Heckadon, uno de los entrevistados, contó que vino a Panamá desde Chiriquí, porque casi lo mata la malaria y llegó al Hospital Santo Tomás “que tenía unos laboratorios de primera”, pero por los relatos de su abuela, quien decía que los capitalinos veían como menos a los demás, llegó con mucha aprensión. “Para mi la Capital siempre fue San Felipe, era muy muy especial; mi escuela estaba allí, la Presidencia estaba allí, era un espacio libre y uno podía pasar por cualquier lugar”. Hoy día, vive en Ancón, pero reconoce que “hasta el día de hoy, me hace falta, porque el corazón de la ciudad era ahí. Para mí, la Capital es el barrio de San Felipe y La Catedral”, afirma.

Para el urbanista Álvaro Uribe la ciudad tal vez “no tenía corazón, pero sí alma”, y su vivencia con la ciudad es directa pues como urbanista, “es mi vida”, dice. El arquitecto recuerda que justamente en el Edificio Hatillo, que actualmente alberga la Alcaldía de Panamá, fue hace muchos años su lugar de trabajo, cuando como dibujante trabajó para el Proyecto Bayano con el IRHE. Uribe alaba el edificio y lo considera generoso, pues “permite pasar a través de él en vez de comerse toda la manzana”. Además está en un barrio, de los mejores y tanto el edificio como el barrio, se están reciclando.

Un homenaje a quienes escogieron la ciudad de Panamá como su hogar

“alguien me dijo 'si tú pasas algún tiempo en Panamá no te vas a salvar de tres cosas: una charla sobre la economía de Chapman, una charla sobre el ambiente de Heckadon y una charla de planificación de Jorge Riba'. Meda gusto estar en ese continuo de vida que es la presencia de esta gente que estuvo y está y hacer un puente con al gente que viene. Eso es un privilegio y me siento afortunado”, declaró.

Harley Mitchel nació en Bocas del Toro, estudió en Colón y luego llegó a Panamá movido por dos cosas: sus estudios y los movimientos políticos. Ya tiene 41 años de vida política académica y jurídica en la capital, donde llegó a ser presidente de la Corte suprema de Justicia.

“Generalmente no doy conferencias, me encanta pasar desapercibido”, dice. Por ello suele no ofrecer entrevistas, pero en este caso, la insistencia de Vega, la hizo convertirse en la primera periodista que llega a su casa. Pero esa insistencia, admite, “hace que uno cobre conciencia del deber que uno tiene con el lugar donde reside”. Mitchel recordó que mientras estudiaba en Bogotá su madre estaba enferma y él aprovechaba cualquier espacio para visitarla y compartir con ella. “En una ocasión me dijo, 'Colombia tiene muchos problemas y no te he escuchado opinar'. Le dije, 'mamá, yo no puedo opinar, no soy de allí' y ella me respondió 'la persona no solamente es del lugar donde nace, sino del lugar donde vive”.

Ceferino Sánchez, quien tuvo el cargo de rector de la Universidad de Panamá, llegó de España con 15 años y asegura entró en pánico cuando Vega le solicitó una entrevista. “No sabía qué me iba a preguntar”, dijo al público durante la presentación. Más adelante él mismo se sorprendió de cuántas cosas le había dicho a la periodista. Sobre sus vivencias como recién llegado dijo: “Qué pasa con una persona como yo, que venía de un pueblo muy cerca del Mediterráneo donde todo el mundo era igual, y hasta familia, a los 15 años llega a Colón y te metes en un país donde todo es diferente, toda la gente es diferente, todos piensan diferente y hasta hablan diferentes cosas. Creo que esa fue mi primera impresión, y esta impresión se acrecentó después en Panamá donde viví en diferentes sitios (...) Para mí, ese fue un shock, pero un shock placentero porque yo estaba aburrido de ver la misma gente siempre. Y eso me hizo meterme en el país”.

Jorge Liakópulos, cuya familia se ha dedicado al negocio de los restaurantes por muchos años, llegó de un caserío de Grecia, directamente a El Marañón. Llegué a Guachapalí, donde había gente que me hablaba en español otros en inglés y otros en patois, en unas casas de dos niveles llenas de gente. Cuando había una fiesta salían todos a la calle y eso me asustaba. Gracias a Dios mis hermanos eran muy populares y nunca nos pasó nada a la familia, hasta la fecha a la familia no le ha pasado nada malo”, comenta. Y así como recuerda El Marañón, también hay espacio en su memoria para las amplias aceras de Calidonia y La Exposición, el barrio mejor trazado de la ciudad. “Era muy bonito, algo diferente, y muy impresionante ver cómo creció la ciudad. Gracias Lina por incluirme en tu libro. ahora no me arrepiento”, dijo.

“Es la historia de la ciudad de Panamá a través de ellos”, destaca Vega, pero al mismo tiempo la obra muestra también sus reacciones, sentimientos y nostalgias sobre estos lugares mencionados.

Vega considera que esta preocupación por una evolución nada equilibrada de la ciudad le nació desde muy pequeña, cuando caminaba de la mano de su madre.

“Mi madre era una gran caminadora; caminaba por Bella Vista, por El Cangrejo, e iba refunfuñando al ver cómo iba desapareciendo la buena arquitectura, cómo se perdían los edificios icónicos, cómo prosperaba el mal gusto, cómo se iban apropiando del espacio público las nuevas edificaciones y ese sufrimiento ella me lo transmitió a mí”, analiza.

Y esta preocupación no ha disminuido pues “la vida municipal es fundamental para el desarrollo del sistema democrático. Esas vivencias en los espacios públicos, esa construcción del tejido social, que se hace posible y se hace viable en los espacios locales es fundamental”, asegura. “Si queremos construir una sociedad democrática debemos poner todo el sentimiento y los ojos en la vida local. También eso está detrás de este libro”, insiste.

Por ello, el libro cuenta con la participación de la comunidad de Brooklincito y su lucha para ser tomados en cuenta y para mantener su barrio como fue fundado hace ya tres generaciones. “La gente no nos conocía mucho hasta que empezamos a salir en televisión porque empezamos a luchar por nuestros derechos, sobre todo por nuestros árboles que están allí desde que nacimos. Los invitamos al que quiera conocer la pimavera de Brooklicncito que se acerque, que los vamos a recibir con los brazos abiertos”, dijo Ana Soto, una de las residentes del barrio que también guarda anécdotas.

Ingrid Rodríguez, otra residente de Brooklincito recuerda una anécdota de su madre, quien cuando era niña fue a bañarse al río. “Ella se bañaba, lavaba su ropa, la secaba en los árboles y se la volvía a poner después. Un día, al vestirse se le enredó una rama en el traje y ella sentía que mientras caminaba alguien la iba siguiendo. El miedo se apoderó de ella. Una bruja iba tras ella y echó a correr sin que dejaran de perseguirla”.

En 500 años, la ciudad de Panamá guarda muchas historias, todas muy valiosas. Y como dice Lasso, “Lina Vega, en el mejor estilo de Jane Jacobs nos recalca que la riqueza de una ciudad es proporcional a sus capas históricas; que la rica biodiversidad urbana solo es posible cuando no se destruyen sus diferentes espacios históricos”.

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