¿Cómo contener la ola de femicidios?
Debemos seriamente estudiar la situación de nuestra sociedad porque donde hay desigualdad, no puede prosperar la familia ni el desarrollo humano del país

Es realmente alarmante la ola de femicidios que azota nuestro país. Sólo en el mes de diciembre de 2019 han muerto 8 mujeres, sin contar los femicidios en grado de tentativa, las muertes violentas de mujeres que todavía no se ha determinado si son femicidios y el aumento escandaloso de la violencia doméstica y la violencia mediática (en los medios de comunicación). Panamá ocupa el lugar 108 de 189 países en desigualdad de género y comparte esta posición con Namibia.
Debemos seriamente estudiar la situación de nuestra sociedad, porque además de que somos la mitad de la población y la madre de la otra mitad, las mujeres somos guardianas de la familia y de la sociedad. Donde hay desigualdad, no puede prosperar la familia ni el desarrollo humano del país, el cual se pierde la productividad de la mitad de su población.
Pero hay otra ola igual o más de peligrosa, que nos ataca a nivel mundial: la ola anti-derechos, el fundamentalismo, que utiliza la retórica del miedo para atacar los derechos humanos, que son un logro invaluable de la humanidad. En el fondo, las campañas de “Con mis hijos no te metas” y la “Ideología de Género”, las acusaciones contra las Naciones Unidas y los ataques a los instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos, lo que buscan es continuar controlando la sexualidad y la reproducción de las mujeres, una de las estrategias del patriarcado. Aunque el género no es una ideología, sino una categoría de análisis que estudia las relaciones entre hombres, mujeres y personas de la diversidad sexual para descubrir las desigualdades, sí podemos hablar de ideología patriarcal, ya que al colocar a las mujeres en una situación de inferioridad, se han construido normas, valores, costumbres e instituciones, muchas de éstas con raíces religiosas. La ideología patriarcal afecta el imaginario colectivo, lo que lleva a que las mujeres sean concebidas como objetos, propiedad de los hombres y las personas de la diversidad sexual como “anormales”. Esto es lo que lleva a la violencia contra estos grupos vulnerables, sobre todo las mujeres.
A partir de 1948, cuando nacieron los Derechos Humanos, se ha hecho un esfuerzo internacional por legislar en protección de los mismos. A la fecha, en Panamá tenemos treinta y ocho leyes que de una forma u otra apuntan a la defensa de derechos. Si todas estas leyes se cumplieran a cabalidad, por fuerza tendrían que contenerse estas olas que son el resultado de la ideología patriarcal.
Las campañas anti-derechos y los fundamentalismos no tienen derecho a llamar a la desobediencia de las leyes. Se declaran en defensa de la familia, cuando en realidad la están atacando a través de la mujer o a través de los crímenes de odio homofóbico.
Las leyes obligan a la educación integral en sexualidad, que no es más que una forma de inculcar valores, prevenir la violencia sexual contra niñas y niños, prevenir el embarazo adolescente, promover relaciones equitativas entre hombres y mujeres y proteger a la población de las infecciones de transmisión sexual. Si se cumplieran todas las normas, habría albergues para las mujeres maltratadas y sus hijos, capacitación a todos los servidores públicos (sobre todo policías, fiscales y jueces), padres y madres de familia, docentes y la comunidad en general para evitar la desigualdad, se establecieran juzgados y fiscalías especializadas en violencia contra la mujer (mandato que desde 2013 no se ha cumplido), habría presupuesto para brazaletes electrónicos para prevenir femicidios, se acabaría con la impunidad que a veces se logra con los acuerdos de pena, se multaría a los medios de comunicación que imparten educación sexual a través de imágenes pornográficas, titulares sensacionalistas, publicidad sexista y anuncios de prostitución, se castigaría con despido a los acosadores y se acabaría con la trata de personas.
Para detener la ola de femicidios es necesario desarticular la ideología patriarcal, acatando las leyes que ya tenemos, que son muchas y buenas, con pocas excepciones. En el espacio académico debe primar el conocimiento científico para que los futuros profesionales se formen sin sesgos ni preconcepciones. Para ello es importante que se establezca expresamente el Estado Laico en el proceso de actualización de nuestra constitución. Es imposible defender los derechos humanos sin un Estado Laico.
La violencia en todas sus expresiones es consecuencia de la ideología patriarcal, una conducta que se basa en la idea de que las mujeres son propiedad de los hombres y existen sólo para satisfacer sus deseos.
La autora es abogada
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