• 10/05/2020 00:00

Enteógenos

Por mucho que los detractores del alcohol griten, chillen y pataleen, el alcohol etílico ha jugado un papel fundamental en la historia humana

'Come bien, bebe fuerte, y enséñale los cojones a la muerte'. Y no me vengan ahora los bien pensantes a quejarse de la frase, porque, para su información, el que me la enseñó (a mí y a todos los estudiantes de su salón), fue Santiago Pérez Gago, dominico, profesor de estética originaria en la Facultad de Filosofía de Salamanca. Lo cierto es que imponía, aquel hombrón, grande como una puerta, con manos más hechas para empuñar el arado de vertedera que los libros de Santo Tomás y con un vozarrón que convocaba tormentas y discípulos a partes iguales. ...Bebe fuerte y enséñale los cojones a la muerte.

Tenemos pruebas fehacientes de que hace unos 10,000 años, en el Neolítico, se fermentaban disoluciones con alto contenido en azúcares con levadura. ¿Se creían que el gusto por el guaro era de nueva data? Pues créanlo otra vez.

Los alces, los osos, los elefantes y las ardillas, por poner algunos ejemplos, buscan frutos y bayas en proceso de fermentación para comérselas y disfrutan los efectos, ¿quién mierda les ha dicho que el ser humano es superior a los animales?, si hasta las mariposas y las polillas prefieren el alcohol al néctar, como bien saben los entomólogos.

Por mucho que los detractores del alcohol griten, chillen y pataleen, el alcohol etílico ha jugado un papel fundamental en la historia humana, y no solo en el campo del esparcimiento y la fiesta, sino también en el amoroso y sexual, y desde luego y sin duda, en el religioso y espiritual. No, no me lo nieguen, si Cristo es Dios, su sangre podría haberse convertido en agua de coco, en leche de cabra o en jugo de noni, ¿no? Pues no. Es el vino lo que se transubstancia. Uno a cero, abstemios.

Dejando las bromas (o no) a un lado, el alcohol forma parte consubstancial de la evolución humana. No en vano reza la frase 'sin fermentación no hay evolución'. El alcohol, según algunos estudiosos, es una pieza clave en la socialización y en la resolución de conflictos, ayudando a limar las asperezas de la convivencia en grandes grupos humanos. Sí, señores, algunos investigadores afirman que el famoso efecto de la borrachera de exaltación de la amistad es precisamente lo que evita que nos desgarremos el cuello a dentelladas los unos a los otros.

Los que pretenden que seamos todos buenas ovejitas obedientes, los que claman por un papá pastor que nos apaciente y nos tenga a buen resguardo en el aprisco, exigen que controlen a base de leyes qué podemos y no podemos beber, comer o fumar. En qué y cuándo podemos gastarnos nuestra mesada.

Los que tienen miedo a morir, tienen miedo a vivir, y viven en el miedo sin querer enterarse de que desde que nacemos empezamos a morirnos. El cómo y el cuándo algunos no quieren saberlo, y bien está. Otros prefieren ayudar a la Parca y bien está también. Ya se meten demasiado en nuestra vida como para permitir que se metan en nuestra muerte.

Aquí alguien saltará diciendo, 'no es necesario beber para vivir'. Pues no, claro está, tampoco es necesario crecer en una familia ni comer carne ni comer pescado, se puede sobrevivir a base de leche y sangre, o comiendo solamente carne de foca, incluso hay personas que han vivido años trepados en una columna. El ser humano es una cucaracha resistente y adaptable y podemos vivir y sobrevivir de muchos modos y maneras. Y claro está, ingerir bebidas alcohólicas no es absolutamente imprescindible para la supervivencia, pero ¡cómo ayuda a sobrellevar la vida!

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