Mayo Hassán, una vida de transformación y tributo al arte

Actualizado
  • 20/05/2020 00:00
Creado
  • 20/05/2020 00:00
El maestro de las artes plásticas falleció el pasado 19 de mayo, pero su legado y las memorias de su carisma, dulzura y humildad siguen grabadas en la vida de sus seguidores y colegas artistas. Sus obras se mantendrán como testimonio de amor y entrega a la historia del istmo

El 22 de septiembre de 1937 nació Mayo Hassán, quien se convertiría en uno de los primordiales pilares artísticos en la historia panameña. Conocido por ser un referente pictórico en el estilo primitivo –o naif– de sus pinturas, siempre basadas en el folclore panameño, resaltó la belleza natural de la pollera y los ambientes rurales del paisaje interiorano.

El maestro Mayo Hassán apoyó la educación artística de cientos de niños en los barrios de San Felipe y Santa Ana, así como en la ciudad de Penonomé.

Pero más allá de los lienzos mostrados en cada festival de arte y galería disponible en el país, el maestro Mayo pavimentó su camino con humildad y sinceridad en cada uno de sus pasos, siendo recordado con cariño por sus pupilos y colegas artistas que disfrutaron de sus risas, comentarios jocosos y enseñanzas llenas de sabiduría. “Cuando hablamos del maestro Mayo, hablamos de una figura abierta al diálogo con las personas, dispuesto a ayudar en todo momento”, comentó el maestro Aristides Ureña Ramos a La Estrella de Panamá.

La fama de las obras del maestro panameño se tradujo en admiración por parte de artistas nacionales e internacionales, llegando a mostrar sus piezas más destacables: las polleras de cuello alto. “Las pinturas de Mayo son poesía de nuestra cultura”, expresó Ureña, “su estilo, a pesar de ser primitivo, denota la dulzura en sus trazos, cosa que caracterizó mucho su pincel. No podemos ver nuestro folclore sin ese toque de dulzura y poesía que era parte de la personalidad de Mayo”.

Sus obras fueron presentadas en países como España, Colombia, Israel, Japón, Cuba, Guatemala, República Dominicana, Costa Rica, México, Portugal y Venezuela, siendo reconocido por altos jurados artísticos, y llevando consigo la bandera tricolor en todo momento, sin faltar su humildad ante el don que presentaba.

Para el presidente de la Asociación de Artistas Plásticos de Panamá, Luis Rudas, despedirse del maestro Hassán representa también una pérdida inevitable en el sector artístico: “Él era uno de los fundadores de la asociación, el único que se había mantenido activo desde 1991 hasta ahora”, indicó, “era alegre y carismático, sin pena; le gustaba compartir sus conocimientos con los nuevos artistas, era muy chistoso y siempre se pasaban momentos agradables con él; las risas no faltaban”.

“La primera vez que lo conocí fue al regresar de Italia, en 1980; en ese momento estaba la Fundación San Felipe en el barrio de San Felipe, y Hassán ayudaba a niños a pintar y les contaba sus secretos sobre color y formas”, recordó Ureña. Sus colegas recuerdan que el maestro de la plástica era muy dado a sostener reuniones amistosas y pedagógicas en su casa, siendo un anfitrión nato e informal, siempre atento a los más pequeños.

Pese a su gran reconocimiento en la plástica, Hassán nunca se pintó como un hombre “ambicioso”, como apuntó Rudas: “Era muy sencillo y no tenía avaricia, ni reparo en estar con cualquier persona en cualquier lugar, hubiera tierra o concreto. Nunca fue muy ambicioso ni formal en sus presentaciones; él dejaba que la pintura hablara por sí sola”. En la memoria de Rudas –quien es artista plástico, dirigido al realismo y al arte renacentista–, las mejores lecciones las recibió de parte de Hassán, por su comportamiento y ejemplo: “El compañerismo es lo mejor que me llevo de él. Siempre gustaba de estar en grupos, hablarnos a todos y demostrarnos que el arte se hace mejor cuando hay apoyo entre los artistas; el rompió el esquema y nos incluyó en su legado”.

Aun cuando el maestro estaba en momentos difíciles, su humildad salía a relucir, así como sus ganas incansables de hacer lo posible por el prójimo. “La última vez que lo vi fue en su homenaje en la Galería Juan Manuel Cedeño”, anotó Ureña. “En ese entonces ya se veía cansado, un poco descolorido el rostro, pero cuando me acerqué a preguntarle cómo estaba, fue él quien me lo preguntó a mí: '¿Aristides, cómo estás?'; ese recuerdo me deja plasmada su esencia, su interés honesto por quienes le rodeaban”.

Mayo Hassán falleció la madrugada de este martes

Para Rudas, su última conversación con el artista fue poco días antes de su muerte, en una llamada para conocer su estado de salud: “Él estaba enfermo hacía meses, y lo visitábamos en su casa cada vez que podíamos, antes de la pandemia. Y aún cuando no pudimos ir más, llamábamos a su casa constantemente y siempre estaba alegre, salía con sus comentarios jocosos (risas). Era contagiosa su alegría y disposición servicial”.

“El maestro Mayo vivía con su hermana en la zona de Condado del Rey, en la calle Mayo Hassán (en honor a su padre) y era visitado por su hermano mayor, que estaba pendiente de su salud”, explicó Rudas, “nunca estuvo solo, había sembrado mucha amistad con muchas personas”.

El legado artístico de Hassán

Tanto para Ureña como para Rudas, la pérdida del maestro es un momento oscuro en la historia del arte nacional, sin embargo, miran con optimismo el futuro en un mundo que lo recordará por quien fue, más que por sus obras físicas. “Mayo solía decirme: 'El camino de la maestría se basa en la humildad', y es hasta hoy parte de mi motivación, aunque él y yo siempre fuimos muy diferentes en las técnicas que aplicábamos”, indicó Ureña. “Mayo tenía una estética simple y humana, algo que logré adaptar a mí mismo, le debo gran parte de mi sensibilidad”, agregó.

Por su parte, Rudas hizo un llamado de atención a los artistas que lo conocieron y a las nuevas generaciones. “El valor de sus técnicas y su valor como persona no deben desvanecerse. En la Asociación debemos honrar sus deseos de mantener viva la pasión por el arte, el interés por mantener la asociación activa, para así, con todos los miembros unidos, promover el arte y la cultura”. El artista añadió: “Debemos llevar el ejemplo del maestro Mayo, cultivar el arte, promover la unión entre artistas”. “Muchos piensan que los artistas deben ser individualistas o egocéntricos, pero ese nunca fue el comportamiento que nos mostró Mayo; él no era así. Su vida es un ejemplo que todos, artistas o no, podemos seguir”, dijo.

“La juventud tendrá mucho que aprender de él, no solo de su don artístico pictórico, sino de su manera de ser y del toque de humildad y sinceridad que aportaba en cada conversación”, enfatizó Ureña. “Los artistas nacionales debemos ser conscientes de que el arte se hace, necesita cooperación y armonía. Llevar estos mensajes a los niños y a las nuevas generaciones es prioritario para tener un Panamá más colorido y especial”, concluyó.

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