• 27/12/2020 00:00

Herodes y Jano

...la mayoría de las veces no importa qué tan importantes sean las cosas que tú crees que estás haciendo (...) tus gobernados te van a recordar por la cagada que hiciste

La historia de Herodes I el Grande, rey de los judíos, es interesante aunque, como la mayor parte de la historia que rodea el nacimiento y la vida de Jesús, tiene encima tanta leyenda que no se nos permite apreciarla en su totalidad; con una personalidad variable, de padre judío converso, amigo y aliado de los romanos, Herodes el Grande, el que decidió la segunda ampliación del Templo y la construcción de la fortaleza de Masada, entre otras grandes obras, hoy solo lo reconocemos por haber sido el ordenante de un hecho espurio: la matanza de los inocentes.

Los gobernantes debieran estudiar historia, y ni siquiera para tener un poco de cultura general y no quedar como ignorantes (que es como quedan la mayor parte de las veces), sino también para aprender, para aprender que la mayoría de las veces no importa qué tan importantes sean las cosas que tú crees que estás haciendo, o qué tan importantes sean las obras que hayas mandado construir, tus gobernados te van a recordar por la cagada que hiciste o por aquello que, aun no siendo verdad, marcó la imaginería popular con negros recuerdos.

Y este gobiernito que nos ha tocado en la ruleta del 33% está comprando todos los números en la lotería de ser de infausta memoria.

Que sí, señores míos, que tuvieron ustedes la mala suerte de haber sido investidos después de cinco años de dejadez y abulia vengativa, años en los que solo queda por destacar la organización de una Jornada Mundial de la Juventud con la que inútilmente trataron de limpiar sus pecados. Que se han encontrado ustedes con unas arcas vacías y una administración que andaba manga por hombro. Que sí, que han tenido la mala suerte de que les ha caído la peste vírica, y que es difícil hacer un buen gobierno cuando el Destino, marrullero y tramposo, impone sus reglas y su agenda.

Pero que ustedes han sido un desastre, nadie tiene ya redaños para negarlo. Ni siquiera los que al inicio de 2020 defendían a capa y espada sus decisiones se atreven ya a abrir la boca; bajan los ojos y, avergonzados, murmuran por lo bajinis que aún quedan tres años para que ustedes puedan redimirse.

¿Redimirse de qué? ¿De las malas decisiones, la corrupción galopante, las normas estúpidas que no han dado resultado? ¿De la obsesión con temas como el cierre de las playas y la prohibición de la venta de alcohol, mientras tratan de distraer la atención de sus correligionarios atrapados traficando droga, acusados de trata de personas, de los millones desperdiciados en compras chimbas?, ¿de los cientos de miles gastados en remodelaciones absurdas, en alquiler de orquídeas que solo pueden oler aquellos que aún disfrutan de olfato, o sea, solo los suyos, a los que se les ha permitido salir cuando todos estábamos encerrados, celebrar cumpleaños y fiestas cuando todos estábamos pensando en nuestra muerte o doliéndonos por la muerte de nuestros afectos?

Han sido ustedes un asco de personas y de gobierno. Y en medio de la crisis aún tienen los cojonazos de regatear el bono a los que solo eso les queda. Castigan a los que levantan la voz. Y purgan a los que se atreven a contravenir sus estólidos decretos.

Métanse por donde les quepan sus bonos y sus órdenes y contraórdenes, ya nadie les cree y nadie los soporta. Y sepan que todos estamos hoy, a apenas tres días del fin de año, rogándole a Jano que les dé con la puerta en las narices, a ver si, con un poco de suerte, se las parte.

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