Justicia social, una meta a cumplir con planes y visión

Actualizado
  • 24/02/2021 00:00
Creado
  • 24/02/2021 00:00
Este año, el Día Mundial de la Justicia Social estuvo dedicado a la economía digital. En este contexto, analizamos cómo la pandemia aumentó la brecha tecnológica en la región
La desigualdad económica requiere de pasos en pro de la formación académica de los trabajadores.

El pasado 20 de febrero se conmemoró el Día Mundial de la Justicia Social, fecha establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde el 26 de noviembre de 2007 como una misión para “sensibilizar al público general” y apoyar la labor de la comunidad internacional que busca erradicar la pobreza, promover el empleo, el trabajo decente, la igualdad entre los sexos, el acceso al bienestar social y la justicia social para todos.

Este año, tras la crisis de injusticia social que tuvo cabida durante 2020 –y décadas anteriores–, la organización mundial dedicó la fecha a la transformación laboral impulsada por la pandemia.

La desigualdad social ha sido un mal presente en la historia, sin embargo, la lucha por minimizarla se ha visto obstaculizada por factores del sector digital, las comunicaciones y la política.

Bajo el tema de 'Justicia social en la economía digital', la ONU destacó la importancia de tomar las riendas de los procesos sociales en busca de una mejor calidad de vida para las sociedades.

“Durante la última década, la expansión de la conectividad de banda ancha, la nube informática y los datos han llevado a la proliferación de plataformas digitales que han penetrado en varios sectores de la economía y la sociedad”, indicó la organización en un comunicado, “desde principios de 2020, las consecuencias de la pandemia de covid-19 han propiciado acuerdos de trabajo a distancia y han permitido que la actividad de muchas empresas pueda seguir adelante, reforzando aún más el crecimiento y el impacto de la economía digital”.

Según expertos, la economía digital requerirá de un despoje de la corrupción en materia jurídica, para obtener la confianza y la seguridad de los usuarios.

Además de la crisis sanitaria global, Panamá se ha visto afectada por la desigualdad social, laboral y económica. “Ha quedado en evidencia la desigualdad en el tema de salud, dejando expuestas las limitaciones del Estado en cuanto a la falta de atención a las poblaciones más vulnerables del país”, expresó el sociólogo José Lasso, “es una situación que no se solucionará en un año”.

Así mismo, la brecha digital entre los países desarrollados y los países en desarrollo se ha acentuado durante el último año, según remarcó la ONU, lo que ha afectado aún más la disponibilidad, asequibilidad y el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y el acceso a internet, agravando las desigualdades existentes. Esto, sumado a la implementación del teletrabajo en la región (en empresas que aún no lo habían contemplado en sus estructuras), ha causado una falta de regulación y elevado la preocupación de los trabajadores, en particular para las mujeres, las personas con discapacidad, la juventud y los trabajadores migrantes.

Los problemas que más se destacan en la actualidad responden a una economía regional inestable, lo que afecta los sectores laborales de distintas maneras. Aún cuando la economía digital pareciera ser una solución inmediata, la falta de regulación de las plataforma también estanca la productividad y los ingresos.

De igual forma, la digitalización y automatización ha ensanchado la brecha económica entre los trabajadores de la región, según explicaron expertos en el Foro de Davos, del Foro Económico Mundial (WEF), el pasado 29 de enero.

En la reunión de expertos, líderes de empresas y economistas de América Latina, Europa y Asia, se destacan las tendencias que se han desarrollado y que en 2021 tomarán mayor fuerza, tales como: la reducción de cadenas de suministro para evitar la dependencia –especialmente de China–, la desglobalización, y la búsqueda de maneras para reducir la deuda internacional impulsada por la pandemia.

“Tenemos que pensar en qué tipo de economía queremos construir, una economía que sea sostenible y que reduzca las desigualdades”, subrayó durante el foro internacional reseñado por el diario El País, el ministro de Economía de Francia, Bruno Le Maire, “que incluya cambios fiscales, como la tasa digital, para poder financiar las políticas que garanticen que las condiciones financieras sigan siendo favorables”.

Y, pese a que la crisis ha traído cambios positivos, como la aceleración de la digitalización y los pasos firmes en pro de la lucha contra el cambio climático, también ha abierto una brecha en términos de empleo para los trabajadores no cualificados, cicatrices sociales en medio del confinamiento y el desplome de la inversión en innovación, en comparación con años anteriores, según indicaron los expertos en el informe del Foro Económico Mundial.

“La reducción de las responsabilidades del Estado se ha hecho notoria y ha sido traspasada a las empresas privadas e instituciones que ahora deben buscar soluciones, lo que hace evidenciar la falta de capacidad del Estado para responder a la población”, comentó Lasso a este diario, “ahora se necesita tomar políticas públicas que generen ingresos, empleos y productividad, lo que requiere de una vinculación comprometida del Estado en la justicia social para el futuro”.

Visión nacional a futuro

Otro de los aspectos que afecta la justicia social en Panamá es la desigualdad en cuanto a la capacitación del capital humano, lo que se ha destacado como un eslabón débil en la estructura social del país.

En medio de la pandemia, los empleos han requerido una adaptación rápida a sistemas digitales, lo que ha engrandecido la brecha entre los trabajadores que poseen una capacitación académica mayor y aquellos que no han tenido la oportunidad de mejorar su formación.

Volver al escenario de Panamá antes de la pandemia será imposible, ya que las necesidades laborales de la población han cambiado, y ahora se hace necesario establecer mejores programas estatales para mejorar la calidad del capital humano.

De no ser así, el economista panameño Eddie Tapiero indicó que “los grupos de trabajadores tendrán la amenaza de no poder ingresar y participar en la economía nacional por falta de conocimientos, por lo que la necesidad de su fortalecimiento académico es innegable para la estabilización de la brecha social y laboral”.

Con la digitalización en plena aceleración se ha forzado a la población a reinventarse, así como a las empresas privadas e instituciones públicas. De este modo, la digitalización se inserta en la economía como una fuerza que le permitirá a las personas activarse remotamente y tener mayor autonomía de sus ingresos, lo que es una preocupación compartida en la región.

“La economía está pasando por una recuperación que necesita que la mayor cantidad de trabajadores posible obtenga los conocimientos y habilidades necesarios para integrarse a un puesto laboral y contribuya a la generación de ingresos”, indicó Tapiero.

Para el economista, los empleos en manufactura, agricultura y salud están en “constante crecimiento y transformación” en medio de la cuarta revolución industrial, sin embargo, se necesitarán “mayores estímulos económicos para los empleos que requieren de mayor contacto humano como restaurantes, cines, centros culturales, museos, entre otros”.

Así mismo, señaló que aunque el país ha avanzado en lo digital, no se puede continuar con “medidas de curita”, sino tomar las riendas y establecer una visión de Estado a largo plazo que fortalezca las políticas de inversión nacional.

“Somos el país más rico de la región, pero tenemos problemas de inversión y desigualdad que van más allá de lo que deberían, lo que es una vergüenza”, expresó, “por esto, la clave para una nueva mentalidad y progreso es centrarse en la generación de empleos enfocados en la medicina, farmacología, agricultura y pesca, que apliquen tecnología de punta y capaciten a los trabajadores para utilizarlas en experiencia digital y tener mayor productividad”.

La presión por aliviar la deuda nacional, que recibió un mayor impacto durante la pandemia, se ve aumentada tras la calificación de 'BBB-' al istmo por parte de la calificadora de riesgos Fitch, así como un estudio de la calificadora en donde se calculó que la contracción de la economía panameña llegó al 17,7% en 2020, lo que representa la cuarta mayor caída en comparación con los países calificados, solo por detrás de Macao, Maldivas y Líbano; y para 2021 se espera un déficit por encima del 7% del PIB.

La respuesta a esto, según Tapiero, es manejar el influjo de divisas extranjeras “a través de las exportaciones y el fortalecimiento del sistema logístico, desde el Canal de Panamá hasta el hub aéreo”.

Las afectaciones del aumento de la deuda ya son notorias en la población, por lo que el economista anotó: “Panamá debe tener planificación, visión y ejecución; la voluntad de hacer algo diferente a lo que se ha llevado a cabo actualmente bajo la institucionalidad nacional. Se necesita invertir en la juventud y la formación a largo plazo con visión de Estado sin que los gobiernos futuros intervengan cada cinco años. Si no cambiamos esta mentalidad, seguiremos en desigualdad”.

Entre los pilares que apuntó Tapiero se destacan la creación de plazas de empleo dirigidas a la tecnología, la agricultura y la salud principalmente, pero también impulsando la creación de empleos en los demás sectores; no enfocar los esfuerzos en el crecimiento del PIB, sino en el crecimiento de ingresos de todos los niveles, incluyendo la oportunidad de empleos de economía digital. “Si no nos estabilizamos, seguiremos endeudados y habrá una mayor necesidad en la población”, puntualizó, “además, el sistema judicial debe despojarse de la corrupción en cuanto a la economía digital, para dar paso a la transparencia y la confianza de los negocios nacionales e internacionales que son provechosos para el país”.

Siguiendo esta línea, la ONU explicó en un comunicado la importancia de un diálogo y coordinación internacional en materia de políticas que faciliten la implementación de la economía digital en múltiples jurisdicciones regionales, como parte de la estimulación de ingresos de los trabajadores. “La promoción del diálogo y la coordinación nacional, regional e internacional de las distintas partes interesadas es también fundamental para garantizar una seguridad en las regulaciones y que se apliquen normas laborales universales, dada la diversidad de respuestas de los países y las empresas de plataformas”, agregó el organismo.

“Ya no podemos regresar a la normalidad anterior”, expresó Lasso, “pese a que la población está deseosa de volver a la cotidianidad de antes, se debe desarrollar un panorama de mayor justicia, bienestar y protección social, que cambie la situación actual de injusticia y crisis nacional”.

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