Laura Fernández: 'Hay brechas de género importantes en la inclusión financiera'

Actualizado
  • 27/03/2021 00:00
Creado
  • 27/03/2021 00:00
Para la responsable del Empoderamiento de la Mujer en la Fundación Microfinanzas BBVA, América Latina es una de las regiones con las mayores tasas de emprendimiento; sin embargo, 3 de cada 10 mujeres no tienen ingresos

Laura Fernández es responsable del Empoderamiento de la Mujer en la Fundación Microfinanzas BBVA desde 2016. Antes de incorporarse a este rol desarrolló su trayectoria en el sector de la cooperación al desarrollo, trabajando en distintas entidades como la Fundación Lealtad, la FAO y el Banco Interamericano de Desarrollo. Ha participado en los principales foros de la mujer a nivel internacional, como la Commission on the Status of Women de las Naciones Unidas. Durante una entrevista que concede desde Madrid, hace especial énfasis en que la inclusión financiera de las mujeres es uno de los grandes retos socioeconómicos que encara América Latina. Sin embargo, también destaca optimista que “las mujeres panameñas que atendemos han sido más proclives a tomar medidas para adaptar sus negocios en estos meses, y para el 45% de ellas, el negocio sigue siendo entre el 50% y el 100% de los ingresos del hogar”, un indicador de que este grupo ha sido capaz de “superar la crisis y reinventarse, lo que es una gran noticia”.

Según el Banco Mundial, las mujeres son propietarias del 50% de las empresas en Latinoamérica, ¿cuál es su análisis al respecto?

En efecto, América Latina es una de las regiones con las mayores tasas de emprendimiento del mundo; mientras que a nivel mundial solo una de cada tres empresas son propiedad de mujeres, en Latinoamérica hay una por cada dos. Según los datos del Global Entrepreneurship Monitor de 2017, en la región había 8 mujeres que emprendían por cada 10 hombres, mientras que en Europa solo había 6 por cada 10. Sin embargo, no es un tema de números porque cuando miramos los emprendimientos de las mujeres en la región son, en su mayoría, de autoempleo y que surgen por necesidad ante la falta de oportunidades laborales. Antes de la pandemia, la participación laboral de las mujeres se ubicaba solo en el 52% con una brecha de más de 20 puntos porcentuales respecto a los hombres, y los últimos datos de Cepal están diciendo que esta participación laboral está cayendo al 46%, por tanto, más de la mitad está fuera del mercado laboral y esto quiere decir que las mujeres se tienen que emplear en la informalidad o no se emplean, y 3 de cada 10 no tienen ingresos. El tema es que cuando emprenden, lo hacen en sectores poco productivos y altamente feminizados como el comercio minorista, los servicios de comida y belleza, la venta ambulante y por catálogo, las manufacturas de ropa; son sectores que durante la crisis de la covid se han visto especialmente afectados y en los que se concentra el 60% del empleo total femenino; tienen altas tasas de informalidad, baja remuneración, bajos niveles de calificación y, en gran medida, estas mujeres son trabajadoras por cuenta propia o propietarias de pequeñas empresas que dependen de su autofinanciamiento por enfrentar barreras para acceder a recursos financieros formales, con lo cual esto representa un desafío para la reapertura y para la supervivencia de sus empresas en estos momentos y las hace más vulnerables. Los emprendimientos responden a la falta de oportunidades laborales que tienen las mujeres en la región.

El sistema financiero latinoamericano, ¿es noble con el emprendimiento?

Los datos muestran que la inclusión financiera de las mujeres en la región es de tan solo un 52%, según el Banco Mundial para 2017, antes de la covid-19, con una brecha de género que se resiste a la baja de siete puntos porcentuales. Aunque se ha ido incrementando esta inclusión financiera, aún tenemos brechas importantes. En nuestras geografías de la Fundación Microfinanzas BBVA, el 54% carece aún de una cuenta bancaria, para 2017, con una brecha de nueve puntos porcentuales que lejos de cerrarse se incrementó dos puntos en los últimos años. En Perú, por ejemplo, solo un 34% de las mujeres tenía una cuenta en contraste con el 51% de los hombres. Esa restricción financiera a la hora de obtener recursos hace que sus posibilidades de hacer crecer sus negocios y de progresar sean limitadas, y también que sean más vulnerables. Si bien es cierto que no hay leyes discriminatorias en el acceso a servicios financieros por parte de las mujeres existe una discriminación indirecta en el disfrute de los servicios financieros. Existen brechas actualmente de hasta $98,000 millones, según el Banco Mundial, por eso estamos atentos a ser muy inclusivos en nuestros procesos de crédito, no solicitamos titularidad de la tierra en el caso de las mujeres rurales, ni mucho menos la aprobación de los maridos; esas son pequeñas cosas que el sistema financiero tiene que vigilar para no hacer discriminación indirecta que puede ser por normativas de riesgo o por sesgos y estereotipos de género que tenemos arraigados.

Entiendo que la Fundación Microfinanzas BBVA ha desembolsado un total de $590 millones para proyectos de mujeres emprendedoras en América Latina y en Panamá, ¿en qué sectores se invertirán estos fondos?

Las mujeres, al ser las más vulnerables, acaban siendo el 60% de todos los clientes que atendemos y cuando nos acercamos a ellas, ya tienen un emprendimiento activo. El 84% está en condiciones de vulnerabilidad y el 35% está en condiciones de pobreza o pobreza extrema. Los sectores están muy ligados al hogar, principalmente en el comercio minorista, donde tenemos casi a un 60% de las mujeres emprendedoras del grupo; ahí están las ventas en los mercados, las vendedoras ambulantes, la venta de ropa y artículos, bebidas; también son importantes los servicios de comida, los vemos en la región; seguido de servicios de belleza y estética. Estos son principalmente los sectores de estas emprendedoras, que al final son poco productivos porque tienen altos componentes de informalidad y sufren más situaciones como la que estamos viviendo. Hay que apoyar que las mujeres puedan emprender en otro tipo de actividades y que pasen más desde la oportunidad, que desde la necesidad.

¿Cómo se ha reconfigurado el mercado regional con la covid-19 y qué oportunidades vislumbran para el emprendimiento?. ¿Han establecido algún tiempo de alianza o proyectos de impacto social con el Gobierno panameño?
Laura Fernández es economista con un máster en relaciones internacionales.

Está claro que la pandemia ha generado un retroceso de más de una década en los niveles de participación laboral de las mujeres. También ha tenido un impacto claro en la pobreza. Se estima que habrá unos 231 millones de personas pobres en América Latina, más de 50 millones que en 2019, y de estos, 118 millones serán mujeres. También hay proyecciones que hablan de que se cerrarán unos 2,7 millones de microempresas formales en la región, al tratarse de segmentos con menores márgenes de ganancias y respaldos de capital. En Microserfín, nuestra entidad en Panamá, los segmentos más afectados por la crisis son las mujeres y las áreas urbanas. Hasta diciembre 2020 solo 4 de cada 10 mujeres tenían su negocio abierto y los de los hombres eran casi la mitad. Casi el 90% de las mujeres urbanas y el 80% de las rurales han visto cómo sus ventas han caído más de un 50%. A pesar de este gran impacto que estamos viendo, ha habido una cierta recuperación y hay lugar para la esperanza; las mujeres panameñas que atendemos han sido más proclives a tomar medidas para adaptar sus negocios en estos meses y para el 45% de ellas, el negocio sigue siendo entre el 50% y el 100% de los ingresos del hogar; esto lo que muestra es que han sido capaces de superar la crisis y de reinventarse, lo que es una gran noticia. Sobre las alianzas, trabajamos activamente con Ampyme y con el Instituto Nacional de la Mujer para llevar capacitación financiera a mujeres microempresarias; también en 2019 se inició un programa para mujeres rurales con el Ministerio de Desarrollo Agropecuario para asesoramiento y servicios financieros. Microserfín igualmente es parte de la iniciativa de paridad de género de Panamá, donde se comparten buenas prácticas en alianza con ONU Mujeres y Sumarse Pacto Global y es firmante de los Principios de Empoderamiento de ONU Mujeres; también hay alianzas con Acnur y la Cruz Roja Panameña para trabajar con los refugiados.

En 2015 el Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas los eligió por su contribución a este propósito a partir de la formación del Grupo Asesor del Sector Privado. ¿Cuál es el rol de la empresa privada en esta necesidad de empujar el emprendimiento?

El sector privado está claro de que tiene un rol principal en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030; es innegable que la empresa privada con su expertise, conocimiento y capacidad de gestión, y no solamente con los recursos, puede aportar innovación, gestión y mejores prácticas que se pueden extender a otros ámbitos y que pueden hacer que el alcance de esos objetivos sea más rápido. Por otra parte, las áreas de responsabilidad social corporativa de las organizaciones, cada vez están más comprometidas con la Agenda 2030, con los temas de género y también medioambientales y sociales, con lo cual creo que el papel del sector privado es innegable, en su compromiso y en su participación en este tipo de desafíos que tenemos.

La Fundación Microfinanzas BBVA es una de las iniciativas humanas-filantrópicas de mayor repercusión en América Latina y que busca promover una sociedad más igualitaria. ¿Cómo vislumbran el camino hacia el logro de esta meta?

La pandemia lo que ha hecho es agrandar todas las brechas de desigualdad de género. Un tema que ha tomado muchísima relevancia es la digitalización, y es que las mujeres de la región todavía tienen menores niveles de digitalización que los hombres. En el mundo hay 400 millones de mujeres desconectadas y mil millones que no acceden a internet desde su móvil; de estas, unos 70 millones están en América Latina. Entre los obstáculos que mencionan las mujeres para acceder están la falta de habilidades digitales y la inseguridad, además del costo de acceder a banda ancha y datos. Es muy importante fortalecer las habilidades digitales para que las mujeres pierdan el miedo a utilizar estas tecnologías y puedan beneficiarse de todo el potencial que les ofrecen. También vemos que tienen menores niveles de educación financiera, así como menores niveles de confianza en sí mismas y de empoderamiento personal; nos faltan también redes de apoyo y de networking que son clave para llevar al éxito los negocios y los emprendimientos; con lo cual, formación en negocios, servicios de mentorías y acceso a redes son grandes hitos. Otro tema subyacente en la conversación es la enorme cantidad de horas que las mujeres destinan al trabajo no remunerado; esta es una limitante clara, como pobreza de tiempo para emprender, formarse y descansar; una clara restricción a su movilidad para buscar nuevos mercados y clientes.

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