Panamá: una ciudad repensada desde el arte. Parte I

Actualizado
  • 01/08/2021 00:00
Creado
  • 01/08/2021 00:00
Una de las formas de entender lo urbano, de analizar las ciudades, se ofrece desde el quehacer de los artistas. Porque la función primordial del arte es conmocionar, suscitar crisis, invitar a la reflexión y corporizar lo que no puede verse. Panamá, vista a través de la muestra Ciudad Múltiple de 2003
La cosa está dura (2003), obra de Gustavo Araujo
La ciudad es Múltiple

Este año la ciudad de Panamá celebra su 502 aniversario de existencia. No, no es una de esas fechas redondas, perfectas y sobrevaloradas de cierre de siglo o de atractivas decenas, pero lo importante es que esta fecha sirva de pretexto para hablar de esta ciudad que habitamos. Como cualquier otra ciudad, ya sea Tokio, Nueva York o Bogotá; Hong Kong, Bruselas o México DF, es la expresión material y territorial de un orden social repleto de complejas interrelaciones. Y a pesar de que la ciudad es una proeza del ingenio humano, es imperfecta; tan imperfecta como la sociedad que en ella se desenvuelve.

La ciudad de Panamá, al igual que el resto de las ciudades del mundo, ha sido objeto de una gran cantidad de estudios, análisis, publicaciones y diagnósticos desde diversos enfoques y marcos interpretativos. El urbanismo, la geografía urbana, la filosofía, las ciencias políticas o los estudios culturales urbanos, son sólo algunos de las disciplinas que se han ocupado de estudiar esas parcelas de la realidad que son las ciudades. Pero no sólo se medita o reflexiona en lo urbano desde estos ámbitos.

Hace 11 años escribí un artículo para una revista especializada en arquitectura que se llamó precisamente “Panamá: una ciudad repensada desde el arte” y que dio origen a una investigación en proceso con el mismo título, que incluso ha recibido apoyo del PNUD. La razón es que otra de las formas de entender lo urbano, de analizar las ciudades, se ofrece desde el quehacer de los artistas. Porque quienes piensan que la función del arte es únicamente brindar placer estético se equivocan; su función primordial es conmocionar, suscitar crisis, invitar a la reflexión y corporizar lo que no puede verse. Como sostiene el artista y educador Luis Camnitzer, la principal misión del arte no es la de producir nuevos objetos. “El arte”, dice Camnitzer, “es un campo del conocimiento donde se plantean y resuelven problemas; es el lugar donde se puede especular sobre temas y relaciones que no son posibles en otras áreas de conocimiento.” Todas las ciudades han sido una referencia continua para los artistas que viven en ellas, y Panamá no es la excepción.

La Banda de mi Hogar (2003), obra de Humberto Vélez
Panamá es múltiple

Un curador guatemalteco me decía la semana pasada que “los artistas panameños están demasiado enamorados de su ciudad capital”, y yo le respondí que “no sé si enamorados es la palabra correcta. Puede ser que la disfruten, puede ser que la padezcan, pero lo cierto es que reaccionan a ella de manera analítica y crítica”.

En la década de 1990 comenzó a gestarse un movimiento de artistas que se caracterizaban por sus agudas observaciones de la riqueza de la vida urbana. La revista Mogo, editada por Walo Araujo, fue el catalizador de un grupo de creativos que se sumergían en las dinámicas de la ciudad a través de derivas, recorridos y desplazamientos por la ciudad. Se produjo una explosión de ensayos e investigaciones artísticas que tenían como eje a la ciudad de Panamá y que no pasó desapercibido para la curadora y crítica panameña Adrienne Samos, ni para el cubano Gerardo Mosquera, que juntos trabajarían en la curaduría de Ciudad Múltiple, una muestra artística de gran magnitud que se llevó a cabo en 2003, el año del centenario de la República de Panamá.

Aunque ya existían trabajos pioneros realizados por artistas como Sandra Eleta (Sirenata en B) o Julio Zachrisson (series de grabados con personajes y pregones populares), nunca como entonces se había dejado sentir ese carácter netamente urbano en los trabajos artísticos de una generación.

Nueve (2003), obra de Brooke Alfaro

Los artistas se daban cuenta que al lado de espacios de alto valor ambiental y estético donde se concentraba el poder económico, coexistían los “no lugares”, pesadillas suburbanas que como centro neurálgico sólo tienen un gigantesco mall. Y a la sombra de estas dos ciudades coexisten también las urbes de los desplazados, de los migrantes pobres del campo, y de los guetos violentos. La ciudad de Panamá se percibía como un enorme conglomerado de experiencias muy diversas, y este fue el punto de partida para Ciudad Múltiple.

En Ciudad Múltiple participó un gran número de artistas panameños e internacionales (Yoan Capote, Gustavo Artigas, Humberto Vélez, entre otros) que se tomaron la ciudad de Panamá y produjeron obras, instalaciones y performances con los que reconfiguraron por unos días los hábitos, las relaciones sociales y los espacios citadinos. Uno de los trabajos artísticos que formaron parte de Ciudad Múltiple fue Nueve, pieza audiovisual de Brooke Alfaro, artista panameño que decidió trabajar con pandilleros del barrio de Barraza. Un año entero le tomó convencer a dos pandillas rivales de que aparecieran en su vídeo; finalmente, se hicieron grabaciones separadas para cada grupo. Fue la persistencia de Brooke Alfaro, la música del Roockie (cantante urbano) y el trabajo de edición videográfico, lo que logró unirlos en la realidad virtual del vídeo. La noche en que se proyectó el vídeo contra los altos edificios de Barraza, la excitación era general; los miembros de ambas pandillas miraban la proyección escondidos en diferentes lugares del sector. La gente del barrio, madres y niños sobre todo, usando la calle como si fuera un gigantesco cine, pudieron ver a las dos bandas rivales cantando juntas y jugando a la pelota, una utopía que solo se materializaría en el mundo del arte.

“La ciudad dice todo lo que debes pensar, te hace repetir su discurso...” declara Italo Calvino en Ciudades Invisibles. Es la frase que mejor define a la publicidad, comercial o política, que cubre la ciudad de Panamá como una manta de información. Información que emite mensajes empujando al consumo, promoviendo un partido político, invitando al entretenimiento. Estos mensajes vienen directamente emanados del poder comercial o político y sólo pueden ser emitidos mediante la compra de dichos espacios.

Dos de los artistas participantes en Ciudad Múltiple, Gustavo Araujo (Panamá) y Ghada Amer (Egipto), se arriesgaron a usar las superficies de los billboards y las gigantografías para emitir mensajes totalmente atípicos con resultados reveladores. La obra de Araujo titulada La Cosa está dura consistía en ubicar esta frase, típica muletilla del habla panameña cargada de pesimismo y conformidad, sobre espacios destinados a la publicidad. En el proyecto inicial se contemplaba su ubicación en diez vallas publicitarias, pero “clientes importantes protestaron enérgicamente contra lo que consideraban un atentado al optimismo saludable del consumidor y exigieron que quitaran la frase” señala Adrienne Samos. Sólo pudieron ocupar su lugar en el espacio urbano cinco de estas vallas.

Proverbios chinos (2003), obra de Ghada Amer

El proyecto de Ghada Amer, Proverbios chinos, fue un trabajo colaborativo con pintores de los famosos autobuses denominados Diablos Rojos, a quienes proveyó de proverbios chinos que debían interpretar figurativamente. El resultado consistió en una serie de anuncios colocados en lugares estratégicos. Muy cerca del edificio de la Administración del Canal, situado en lo alto de una colina, instalaron el anuncio que decía Ocupa la cima para controlar; al lado de una cadena transnacional de comida rápida pusieron Si comes menos, saboreas más; y frente a la Contraloría General de la República se situó Por amor al dinero, callará la verdad. Esta última valla fue mandada a eliminar por el entonces Contralor a tan sólo unas horas de su instalación, a pesar de tener todos los permisos en regla; otras vallas fueron desapareciendo silenciosamente. Obviamente, tanto el proyecto de Araujo como el de Amer fueron contundentes al mostrar una práctica del uso de las superficies de la ciudad totalmente excluyente. Cualquier tipo de mensaje que no se ajuste a los emanados desde el poder político y económico son percibidos como desestabilizadores y peligrosos.

Cuando se pensó en crear el difícil proyecto artístico que fue Ciudad Múltiple, “los artistas fueron convocados, por un lado, a trabajar no sólo en la ciudad, sino con la ciudad, creando obras que tuviesen un impacto directo sobre la urbe, sus comunidades, imaginarios, problemas, sueños, preocupaciones... Obras capaces de comunicarse con la gente en la calle…”, señalan Samos y Mosquera. Ambos curadores apostaron por la naturaleza del pensamiento y la praxis artística que permite hacer evidentes una infinita cantidad de situaciones en la urbe: descubrir prácticas del uso del territorio urbano, producir sentido o encontrar relaciones ocultas en medio de los espacios de la caótica ciudad de Panamá.

La autora es arquitecta y curadora de arte

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