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- 26/05/2022 00:00

La trilogía teatral “Aquellas feroces obscenidades” concluye con la apuesta “Frenesí”, una obra que invita al espectador a la reflexión sobre aquello que el individuo oculta, que piensa constantemente pero nunca expone.
La función estará hasta el 29 de mayo, de miércoles a domingo, en el edificio San Lorenzo, ubicado en avenida Cuba, ciudad de Panamá.
La trilogía “Aquellas feroces obscenidades” es una “especie de recreación del mito de la Caperucita Roja en donde de alguna manera se aborda el tema de la muerte y del sexo; y de la relación entre esos dos conceptos, un poco sobre la fuerza de la naturaleza y una especie de elementos que coaccionan ese instinto natural, por eso la triología esta compuesta por tres monólogos en donde cada uno de los personajes representa ese arquetipo de ese cuento”.
En “Frenesí”, por ejemplo, se reflexiona “sobre lo humano, sobre el misterio de nuestra relación con los otros, sobre las condiciones en las que nos vamos transformando”, reveló el director, Diego Fernando Montoya a La Estrella de Panamá.

Montoya detalló que en “Frenesí” se crean diversos lenguajes, como la “actuación, espacio, paisaje sonoro, iluminación”, en donde se revela “que siempre somos cómplices de aquello que despreciamos. Es una obra sobre el mal, eso que todos somos y que ocultamos, lo que se piensa, pero no se dice”.
“Desde el teatro, el artista y creador puede entrar y sacudir a través de la experiencia, confrontado en su inteligencia y sensibilidad, problemáticas que muchas veces no somos capaces de ver, analizar o transformar”.
En la obra se expone la vida de un forastero que vive en su auto y que por “oscuros” motivos abandonó su vida familiar, mientras que intenta ordenar los acontecimientos recientes conectándolos con sucesos difusos en su memoria.
El único actor de este monologo, Jaime Newball, explicó que “el personaje parece estar detenido en el tiempo. En un entorno en caos, un auto viejo, ropas a montón, sobres, casetes, una grabadora de mano, objetos anacrónicos e inútiles. En su relato se intuye el porqué de este hábitat”.

Newball detalló que dentro su auto parece el “caparazón abandonado de un cangrejo ermitaño. Mientras ejecuta los pequeños actos de su cotidianidad –levantarse, hacer el café, bañarse, vestirse, “ordenar” un poco el lugar–, va grabando en una cinta una especie de confesión”.
“No se trata de un hombre que habla solo, no es que no tenga interlocutor, por el contrario, es un personaje que intenta producir memoria, construir impronta, mientras reconstruye los acontecimientos de los cuales es protagonista, pero por los que ha cruzado como si de sueños se tratara”, añadió Newball a La Estrella de Panamá.
Para el artista, este relato busca introducir “en la vida y el pensamiento de un hombre común que, sin embargo, está determinado por eventos extraordinarios. Un mapa de asesinatos en serie que se extiende por décadas y se restringe a un vecindario cada vez más cerrado, hasta que se reduce a su propia familia”.
“Los espectadores entonces se convierten en fisgones y en cómplices, son parte de esa comunidad del personaje, de ese entorno que es tanto víctima como victimario”, concluyó.
La primera parte “Siempre era noche”, interpretada por Maritza Vernaza, es un análogo de la Caperucita. “Una mujer en tránsito intenta descifrar las oscuras circunstancias del deseo, reflexionando sobre el odio y la atracción, sobre lo social y lo familiar. 'Siempre era noche' es una hermosa obra de teatro que nos habla de nosotros, nuestros lazos familiares y los secretos que son nuestros y de otros”, detalló el director.
La segunda entrega, “Entrañable”, interpretada por Mariela Aragón Chiari, es un análogo de la abuela. “Una madre reflexiona sobre los límites del amor y del deseo. Desvelando en su cotidianidad, cuestionando los tabúes que determinan nuestras relaciones. Invitando a compartir lo más entrañable de su vida, y propone un debate entre el dilema existencial y el sentido de lo filial, que nos permite reconocerla en la fragilidad extraordinaria de su historia”.
Y por último, “Frenesí”, actuado por Jaime Newball, es el personaje análogo al lobo. Montoya acotó que en la última entrega “nos lleva a esos estados del personaje, entrando a esos delirios furiosos, cambios violentos de estado y exaltación, es un reflejo de lo perturbado que se encuentra el personaje”.