Un comercio exótico: sedas, mantones y artesanos de Manila

Actualizado
  • 11/06/2022 00:00
Creado
  • 11/06/2022 00:00
El marqués Montesclaros no solo fue un impulsor del “[...] comercio triangular entre Filipinas, México y Perú, sino que además lo promocionó a pesar de las restricciones implementadas por Madrid”

“La ciudad de Lima como las demás partes están llenas de mercaderías de China en tiendas públicas con harta publicidad y unas naos fueron dejando por todos los valles de donde se distribuye al distrito y ciudad de Quito, a la gobernación de Popayán, Yagualsongo, Piura, Saña y Trujillo” (Carta del presidente de la Audiencia de Panamá Francisco Valverde, 1610, AGI, ramo Panamá, Volumen 16, registro 2, núm. 23, f. 11, citado por Bonialian, 2015).

El marqués Montesclaros, virrey del Perú y que anteriormente lo había sido de Nueva España, no solo fue un impulsor del “[...] comercio triangular entre Filipinas, México y Perú, sino que además lo promocionó a pesar de las restricciones implementadas por Madrid” que quería proteger el comercio transatlántico frente al pujante comercio transpacífico (Bonialian, 2015). Montesclaros (1607-1615) no estaba de acuerdo con una legislación que dejaba fuera de juego al Perú y Panamá. Administrativamente luchó por hacer comprender a la Metrópoli que más se ganaba con la recaudación de impuestos a las mercancías traídas del oriente que cortando de tajo intercambios que brindaban prosperidad a las posesiones españolas a ambos lados del Pacífico. La negativa de la Corona no tuvo otra respuesta que el contrabando que se instaló con el guiño cómplice de las autoridades aduaneras virreinales.

El investigador Bonialian (2015), que a su vez cita a Cook (1976), señala que el censo o “Padrón de Indios que se hallaron en la Ciudad de los Reyes del Perú” de 1613 ordenado por el virrey Juan de Mendoza, marqués de Montesclaros, permite determinar la composición de la población de la Lima de inicios del siglo XVII. “Los esclavos eran el grupo más numeroso, lo que representaba un 41% de la población total. Le seguían los españoles con casi el 39% y en tercer lugar aparecían los llamados 'indios', quienes alcanzaban el 8% del conjunto poblacional. Dentro de este porcentaje estarían contemplándose los asiáticos”. El Padrón de 1613 no registró a la población flotante o volante que circulaba en el Cercado de Lima –como se conoce hasta hoy al centro de la ciudad– que, según estimaciones de Jaramillo (1992), representaba mil indígenas más sobre los 1.917 empadronados por Montesclaros. Lo sorprendente, señala Bonialian, es que “[...] el resultado final del censo nos dice que los habitantes de origen asiático en Lima llegaron a ser el 5,5% de la población total de indios de la ciudad”, lo que no deja de asombrar si se toma en cuenta que la inmigración asiática se inició formalmente en el Perú republicano en 1849. La población asiática durante el Virreinato no era voluminosa, pero su número era significativo si, en conjunto, se toman los censos de las otras ciudades costeras peruanas de la época.

El censo de 1613 es rico en información porque también contiene la ruta que siguieron esos asiáticos para llegar al Perú, data que se construyó desde los propios testimonios de los declarantes. Así, si bien todos procedían de Manila, no todos eran originarios de Filipinas, había un reducido porcentaje de personas nacidas en Japón y en las posesiones portuguesas en China y otras regiones circundantes a esta (Malaca, Goa, Piso, Macao, Camboya). Y como señala Bonialian, no se trató de un grupo endogámico sino todo lo contrario, los asiáticos rápidamente trabaron relaciones sentimentales con los distintos grupos étnicos que conformaban la Lima virreinal, es decir, el proceso de mestizaje se inició desde el arribo del primer contingente de 'indios de Filipinas' en 1590. Para Wachtel (2001) esta conducta social, sumada a la ulterior prohibición de ingreso dictada por el monarca Felipe II –el del desastre de la Armada Invencible–, explicaría por qué cuando el Libertador Bolívar se halla en Lima en 1823 se lleva la impresión de que en el Perú no hay asiáticos; el grupo y sus descendientes ya habían sido absorbidos por el tejido social, sus rostros y nombres asiáticos se borraron producto del mestizaje.

Precisamente respecto a la ruta de arribo de los asiáticos del censo de 1613, el investigador Iwasaki (1992) revela un hecho poco conocido: la existencia de una ruta alternativa a la travesía oficial del 'Galeón de Manila' que unía el archipiélago con Acapulco y Lima. Esta ruta –poco documentada por estar prohibida– fue la navegación triangulada entre Manila, el puerto de El Callao y Panamá. La primera nave en surcarla fue la 'Nuestra Señora de la Cinta' en 1580 y se mantuvo operando por 20 años transportando ropa asiática y plata de Potosí.

Para Bonialian (2015) “[...] el 'Padrón de indios' de 1613 representa un fiel reflejo de procesos de interacción y movilidad social que traspasaron la frontera geográfica del imperio español. El área mercantil del Pacífico se integró al proceso de mundialización de la época, erigiéndose como una pieza clave en la movilización de los asiáticos desde el oriente hacia México [Acapulco] y Perú [Lima]” además de la variante panameña que acentuó un rasgo particular de estas tres ciudades: la constitución de sociedades multiétnicas que, aunque asimétricas, continuaron con el proceso de mestizaje y brindaron su contribución a la personalidad del continente latinoamericano.

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