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Fernando Valladares: 'Las cumbres del clima son imprescindibles, pero también insuficientes'
- 01/10/2022 00:00

Para Fernando Valladares, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, el llamado ante la urgencia de la crisis climática es claro: sin acciones conjuntas no será posible responder a la rapidez con la que avanza el impacto de los fenómenos ambientales, y la huella de la acción humana solo será mitigada cuando exista menos discurso y más contundencia en la acción.
El doctor en biología y profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, se ha dedicado a estudiar el papel de la biodiversidad y los efectos del cambio climático y de la actividad humana en los ecosistemas. En 2021 recibió el Premio Jaime I en la categoría de Protección del Medio Ambiente y el Premio de Comunicación Ambiental de la Fundación BBVA. Hoy analiza con Espacio Gente lo que cataloga como una “respuesta exponencial” donde los eventos extremos “se van desatando de forma abrupta”, y entre otros temas expone sus expectativas sobre la próxima Cumbre del Clima de Naciones Unidas (COP27) a realizarse en Egipto, entre el 7 y el 18 de noviembre. “Las cumbres no bastan por sí mismas para detener el cambio climático; son unos buenos ejercicios internacionales para ver cuáles son los planes de mitigación de los países, para entender qué nivel de compromiso puede adquirir cada uno en este marco de reducción de emisiones, pero realmente sale uno con un poco de frustración, porque siendo tan urgente la emergencia climática, no se concluyen cosas concretas que permitan avanzar rápidamente”, dice.
La ciencia va avanzando y cada vez tenemos más claro lo que tenemos que hacer. No en vano recordemos que se firmó el Acuerdo de París desde hace siete años, para reducir las emisiones y para quedarnos en una zona de temperaturas de seguridad para la humanidad. Empieza a haber cada vez más distancia entre el conocimiento que tenemos sobre lo que ocurre y lo que tenemos que hacer, con lo que realmente estamos haciendo, porque es cierto que los ciudadanos estamos preocupados y haciendo cosas, pero esto no crece a la velocidad que estamos viendo todos los eventos extremos. El cambio climático ha entrado en lo que matemáticamente se puede describir como una respuesta exponencial, es decir, que cada vez en menos tiempo, hay más cambios que no son progresivos, donde los eventos extremos se van desatando de forma abrupta como lo estamos viendo; eventos muy llamativos que vienen a confirmar algunos de los peores escenarios de los científicos.
Quizás es la aceleración de todos los eventos extremos; las olas de calor y frío fuera de temporada, muy intensas, las inundaciones por las lluvias torrenciales; se está perdiendo en muchos sitios del mundo esa lluvia más constante y extendida en un período de tiempo; esa lluvia beneficiosa que moja bien el suelo, y vemos lluvias torrenciales, devastadoras que los suelos agrícolas o naturales no pueden absorber. Estos eventos extremos, desde el punto de vista de la ciencia, están cada vez más asociados a la tendencia general del calentamiento de la atmósfera. Una atmósfera con más calor que transmite ese calor al mar y en ese mar más caliente se originan huracanes, ciclones, o como les llamamos en España, gotas frías, eventos en los que al final del verano el mar caliente genera unas condiciones de evaporación que cuando entra en las capas frías de la atmósfera, genera grandes tormentas. Los huracanes no solo están aumentando en frecuencia e intensidad, sino que hemos visto, por ejemplo, a la tormenta tropical Fiona llegando hasta las costas de Canadá, es decir, que los ciclones, además de hacerse en zonas tropicales alejadas del Ecuador, cada vez se están haciendo en latitudes más hacia el norte y encontramos huracanes en el Mediterráneo, que llegan a Europa, y en este caso a las costas de Canadá a miles de kilómetros de donde son habituales. Los huracanes están ahora distribuyéndose en la Tierra en un rango de latitudes que es el mayor en los últimos tres millones de años, es decir, estamos batiendo récords de todo tipo, de temperaturas máximas, de velocidad del viento, de cantidad de agua que cae en una hora y, no solo en la cantidad, frecuencia e intensidad de los huracanes, sino en las latitudes a las que pueden llegar.
Lo que ocurre siempre con las cumbres del clima es que se despiertan muchas expectativas y luego hay frustración y salimos un poco defraudados, porque los avances en una cumbre tan compleja con tantos países e intereses diferentes, son muy pequeños. Las cumbres del clima son imprescindibles, pero también insuficientes, porque no bastan por sí mismas para detener el cambio climático; son unos buenos ejercicios internacionales para ver cuáles son los planes de mitigación de los países, para entender qué nivel de compromiso puede adquirir cada uno en este marco de reducción de emisiones, pero realmente sale uno con un poco de frustración porque siendo tan urgente la emergencia climática, no se concluyen cosas concretas que permitan avanzar rápidamente. Excepciones ha habido como el Acuerdo de París que salió de la COP 2015, que buscaba que los países contribuyeran a que la suma total de las emisiones de gases de efecto invernadero no sobrepasaran los valores que nos llevaran por encima del grado y medio, pero eso no se está cumpliendo. En esta cumbre, y más en un país poco amigo de reducir emisiones y el uso de combustibles fósiles... este año Egipto y el año entrante en Arabia Saudita, son países que no esconden sus posturas, utilizan muchos combustibles fósiles y sus programas de mitigación del cambio climático y reducción de emisiones son muy modestos y no están a la altura del desafío internacional en el que estamos. No sé si es bueno o malo que la cumbre se realice en uno de estos países; esto podría hacer que alguno de estos países se esfuercen más, ante la obvia ambición de otros que sí reducen los gases de efecto invernadero o bien podría aprovechar su situación de anfitrión para frenar un poco los posibles avances y hacer más lentas las negociaciones entre países para acordar reducciones en los gases de efecto invernadero... no sé cuál de las dos cosas predominará, pero en cualquier caso, esas cumbres son imprescindibles pero no suficientes: hacen falta más cosas a nivel nacional, ciudadano, político, del sector privado, para que realmente avancemos de manera significativa.
La pregunta es muy pertinente y la respuesta es claramente sí; pero no solo. Es decir, la acción de bloqueo de negociaciones se suma a otras razones de por qué no progresamos más. Indudablemente hay sectores de actividad económica y no hay que ser muy inteligente para pensar que el sector de los combustibles fósiles, las petroleras, las oil companies, los big polluters hacen una presión sobre los gobiernos y las alianzas nacionales e internacionales para que la agenda de reducción en el uso de los combustibles que estas compañías generan, vaya despacio. Esos grupos de presión han estado siempre ahí, siguen ahí, a veces se visten un poco de verde y camuflan sus intenciones... en ocasiones modifican sus objetivos financieros o económicos, pero en general son algunos de los sectores que más ponen obstáculos al avance en esta tarea de reducir el uso y dependencia de los combustibles fósiles. También hay fuertes inercias en la sociedad y los políticos a seguir como estamos; nos cuesta cambiar de hábitos, nos cuesta revisitar las ciudades para que no dependamos del vehículo particular y también prescindir de energía, que en realidad usamos para cuestiones accesorias. Esa es una inercia social con la cual hay que luchar, entenderla bien, no ocultarla, analizarla y ver cómo la podemos revertir. También sabemos de los escépticos y negacionistas climáticos, de personas, instituciones, entidades que cuestionan la veracidad científica sobre el cambio climático.
Por un lado, el cambio climático no opera solo y hay muchos factores de degradación ambiental que ocurren a la vez y a veces amplifican sus efectos. Muchas veces se acude voluntaria o involuntariamente a generar escenarios apocalípticos que pueden provocar en muchas personas una sensación de bloqueo... y no queremos que la gente se bloquee, necesitamos que salga de cada uno de nosotros lo mejor. Entonces, sin quitarle gravedad o dulcificar los escenarios a los que vamos, tenemos que encontrar la narrativa de que todos podemos sumar cosas; ir en bicicleta, reciclar, no cambiar tanto de ropa, no usar en lo posible el avión, ayudan... pero hay otras cosas que ayudan más y tienen que ver con los representantes políticos y el sector privado; tanto las grandes empresas como los políticos tienen una capacidad de acción superior a la del ciudadano a título individual. Los ciudadanos, actuando de la mejor forma posible podríamos contrarrestar hasta el 30% de las emisiones, pero nos queda un 70% en manos de las grandes empresas y representantes políticos y ahí hay que reflexionar sobre nuestra incidencia en esos sectores: podemos votar, a los políticos, exigir a los políticos, hacer que dimitan los políticos y estos pueden sentir que la sociedad está informada y preocupada por el cambio climático; y en el sector privado es lo mismo, que bebe de inversores y clientes, y muchos de nosotros somos una de las dos cosas (...) y podemos apoyar o no a empresas que tienen un comportamiento climáticamente malo.