Gustavo Rodríguez: hay que hablar de la muerte con más naturalidad

Actualizado
  • 22/01/2023 00:00
Creado
  • 22/01/2023 00:00
El escritor peruano, ganador del premio Alfaguara 2023 conversó sobre su obra ganadora, 'Cien cuyes', con medios latinoamericanos a través de conferencia de prensa. Ante una realidad de que vivimos más años, es paradójico que el tema de la vejez, la senectud y la muerte no se debata
Gustavo Rodríguez, ganador del premio Alfaguara 2023.

El anuncio del premio Alfaguara 2023 se dio para las Américas en la mañana del jueves 19 de enero. Al peruano Gustavo Rodríguez, la noticia le llegó de madrugada, por el cambio de horas con respecto a Madrid. Desde Lima agradeció al jurado y se preparó para participar, desde casa, en la ceremonia de lectura del fallo, que fue transmitida en vivo a través de la plataforma de Alfaguara y una hora después, se conectaría con periodistas de toda la región para una conferencia de prensa.

Cien cuyes, novela ganadora del premio, es una historia sobre un grupo de personas mayores que necesitan a alguien que las cuide, y de una mujer que necesita ganarse la vida para con ese capital cumplir su sueño, que es tener una cría de cuyes que le ofrecería estabilidad económica.

El telón de fondo, es la capital del Perú, de acuerdo con el autor, “esta Lima contemporánea, tan llena de conflictos racismo y clasismo”, ciudad que también aparece en una de sus anteriores obras Madrugada, en la que Trinidad, una mujer mestiza que se enfrenta a su propia muerte. En Cien cuyes una de sus protagonistas, Frasia, debe enfrentarse a su vida y a la muerte de la gente que tiene que cuidar. El Vínculo entre estas dos obras, considera Rodríguez, nace de la “admiración por la mujer latinoamericana, en específico, la peruana, que tiene que salir adelante desde el fondo de la pirámide, para alcanzar lo más parecido a la plenitud.

Cien Cuyes ha sido descrita por el jurado calificador del premio como “una novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Paradoja que Gustavo Rodríguez aborda con destreza y humor. Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias”.

Un tema árido en el cual el humor ha sido el principal aliado para el escritor. “Me considero un autor muy intuitivo”, dijo. Esa intuición le estableció que el tono utilizado sería determinante. “El tono es lo que hace que esta novela tenga el factor X, y estaba muy consciente también a de que debía ser cuidadoso para que la historia no terminara siendo muy cursi. “Hablar de ancianos solos, recuerdos, muerte y despedidas puede ser melodramático. El uso del humor negro ayudó a contrarrestar la cursilería”, aseguró.

Y es que la muerte es un tema difícil, lo único que tenemos seguro, pero es algo de lo que no queremos hablar. “La muerte en el Perú se esquiva más, mientras más occidental es el estrato del peruano”, el autor asegura que más bien poco se bromea sobre ella. “Parece que la única manera de hablar de la muerte es relacionándola con la violencia, con los asesinatos y no con el proceso natural”, reflexiona.

Pero el acercamiento a la muerte es inevitable. “A los 50 ya estamos viendo lo que se nos viene, vemos morir a nuestros mentores o languidecer solos”, establece el autor. “ Lo segundo es que la muerte ha rondado mi casa, mi entorno cercano, la muerte específicamente de mi suegro fue un trance que me llevó a gatillar y materializar todos estos pensamientos que venía teniendo”, detalló. “Mi suegro fue una persona muy digna y el querer aspirar a esa dignidad en sus últimos días fue lo que me llevó a materializar esta historia”, afirma.

A Gustavo Rodríguez ya no le molesta que le digan que sus novelas divierten. Ha comprendido que la seriedad o el aburrimiento no tiene que estar relacionados directamente con la cultura y que los temas densos, con humor, van mejor. “Yo soy así, los tipos tímidos como yo, que no son muy atléticos ni muy guapos tienen que usar distintas estrategias para sobrevivir y creo que cuando me vuelco en mi literatura, esa faceta me sale muy natura.. Lo que he tenido que pulir es la diferenciación entre la humorada y el humor”.

Para el escritor, esta novela es hija de este siglo, en que una ola de conservadurismo se ha apropiado no solo de Latinoamérica, sino también de Europa. “Lo vemos en convicciones políticas extremas. Meten a la religión en nuestros hogares, en nuestras sábanas, nos dicen como vivir, con quién tener sexo, a quién amar, y por último cómo deberíamos morir”.

Y es tiempo que la muerte llegue a las conversaciones, al debate. “Toda literatura es reflejo de la sociedad en que está instalada, siempre y cuando no censure”, asevera. Y un aumento en el interés sobre el tema viene con el hecho incuestionable de que cada vez vivimos más. “Cada vez hay más gente mayor tratando de vivir estos años. Es una preocupación social. Y, por otro lado, los escritores tiene que ser críticos con la corriente usual que brinda la “mediósfera”: mucho culto a la juventud, a no envejecer, a ser flaco, a tener el cabello hermoso, a no usar lentes… el péndulo está haciéndonos regresar y ver que no es posible tanta falsedad y señalar esta grieta”.

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