Panamá recupera el tambor de la alegría ¡es carnaval!

Actualizado
  • 10/02/2023 00:00
Creado
  • 10/02/2023 00:00
La farsa del rey Momo este año promete ser apoteósica, sí, porque después de dos años de veda se desquitarán los al menos 2,84 millones de panameños entre los 15 y 64 años, que son los que en su mayoría brincan y saltan, a menos que tengan que trabajar o prefieran rezar
El Carnaval de Panamá es una fiesta que atrae a personas de todas las edades y de todas las partes del país y del extranjero.

Mi vida por un carnaval, porque entre covid, viruela del mono, hanta, dengue, huecos en las carreteras, políticos oportunistas y malandrines, para poder disfrutar en Panamá tocará ser más hábil que cuando “chifeaba” a los resbalosos que me correteaban en la Central para quitarme unos pesos para el ¡guaro y campana!

La farsa del rey Momo este año promete ser apoteósica, sí, porque después de dos años de veda se desquitarán los al menos 2,84 millones de panameños entre los 15 y 64 años, que son los que en su mayoría brincan y saltan, a menos que tengan que trabajar o prefieran rezar.

Como cantaba la célebre Celia Cruz: “No hay que llorar, que la vida es un Carnaval, y es más bello vivir cantando”, ¿será que pensaba en Panamá cuando entonaba esta melodía?

El paseo que bordea la capital, conocido como la Cinta Costera, será el escenario de las celebraciones con las mojaderas, comparsas, desfiles de carrozas, murgas y celebraciones, mientras a lo largo de esas instalaciones 70 negocios autorizados se distribuirán las ventas para atender a los comensales.

Sólo en la carnestoléndica Las Tablas, de unos 24.000 habitantes, las promotoras turísticas calculan que llegarán unas 200.000 personas a celebrar desde el 17 de febrero, Viernes de Carnaval, hasta el entierro de la Sardina, el miércoles de Ceniza, 22 de febrero, (ver https://www.carnivaland.net/es/carnaval-las-tablas/).

Esa ciudad tiene solo 711 kilómetros cuadrados y su plaza central, el Parque Porras, foco del jolgorio, no es más grande que 10.000 metros cuadrados y allí hay que circular porque no se cabe la gente ni con todas las calles aledañas despejadas. Se imagina que si fuera un llano pelado por cada metro cuadrado caben cuatro personas apretadas, o sea 40.000 al mismo tiempo, cómo será el frenesí bajo los inclementes rayos del Sol y en las noches los desfiles de comparsas y las dos reinas tirándose puyas.

Dice una frase célebre a propósito de esta fiesta: “salimos como queremos…¡Regresamos cómo podemos!

Según las recomendaciones internacionales de seguridad, una densidad de entre 0,5 y 2 personas por metro cuadrado es aceptable en áreas públicas, pero puede variar dependiendo de la finalidad del espacio. Por ejemplo, en un espacio destinado a una concentración masiva de personas, como un estadio deportivo, la densidad puede ser mayor, mientras que en una oficina, puede ser menor.

Una exreina me refirió que en su época, hace una década, en una ciudad cercana su familia tuvo que recoger unos 100.000 dólares para afrontar el compromiso de la Calle Abajo, así que en Las Tablas no creo que sea menos, de lo contrario, será un campanazo para aterrizar entre los vapores de Baco que la situación económica no pinta bien.

En Panamá desde 1913, gracias al tres veces presidente Belisario Porras, con 2.000 dólares, los carnavales capitalinos comenzaron a gozar de apoyo del gobierno central, y este año no será distinto, con 1,55 millones de dólares la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) se hizo responsable de su celebración, y para el interior del país repartirá otros 700.000 dólares, aún no se sabe el detalle a quien le tocará, ni cuánto porque “lo están evaluando” me sopló una pajarita carnestoléndica antes del cierre de esta crónica.

Historiadores señalan que desde 1850 se celebra la farsa en Panamá, con frenesí en los entonces arrabales, pero en 1910 el entonces alcalde de la capital, José Agustín Arango, los organizó y para sufragarlo se hacía un reinado en el que cada voto por tu favorita te costaba un dólar. El Club Unión era la sede.

El Carnaval de Panamá es una fiesta que atrae a personas de todas las edades y de todas las partes del país y del extranjero.

Pero, el covid-19 sigue siendo una amenaza real para la sociedad, y las medidas de precaución y distanciamiento social siguen siendo necesarias para prevenir su propagación. Sin embargo, durante una celebración masiva como un carnaval, es fácil olvidar estos riesgos y sumergirse en la emoción del momento, y eso hay que tenerlo en cuenta.

No se usará mascarilla, por lo que, al menos, recuerde lavarse las manos frecuentemente, ¡mejor vacúnese con la bivalente!

Además, los baños públicos pueden ser una fuente de contaminación durante una celebración masiva. La gente puede tocar superficies comunes, como puertas y grifos, y luego tocarse la cara sin lavarse las manos.

La celebración debe ser un momento de diversión y alegría, no una fuente de preocupación por la salud.

Otro riesgo es el contagio por viruela símica o mpox (en inglés), que puede ser mortal, según la Organización Mundial de la Salud (OMS); el Ministerio de Salud de Panamá (Minsa) recordó que se contagia  de persona a persona, puede producirse por lesiones cutáneas, de una persona infectada a otra, fluidos respiratorios y corporales; y también a través de la ropa infectada o de alguna superficie que haya tenido contacto con las lesiones.

También hay vacuna en Panamá para este mal, pero mejor es prevenir que lamentar, aunque es carnevale (adiós a la carne) recuerde seleccionar su corte porque “la carne es débil”.

Y ni que decir del hanta, que obligó a cancelar los carnavales de 2000 en Las Tablas, y el dengue, viejos conocidos en el país que hacen su aparición en esta época con más virulencia.

Además, vacúnese contra las campañas políticas encubiertas que ya preparan sus primeras incursiones, porque los políticos no dan pie sin guaracha, así que recuerde, “todo lo que pasa en carnaval, se queda en carnaval”, porque la campaña oficial solo puede empezar 90 días antes de las elecciones, y eso es en mayo de 2024, o sea, ¡falta otro carnestolendas!

Recuerde que a algunos los disfraces los revelan.

Y el conductor designado este año será más que necesario, porque hay que cuidarse de no caer en un hueco en la ciudad y evitar accidentes.

El carnaval, la fiesta más esperada en Panamá y sinónimo de agua, música y desenfreno, es más viejo que el Canal interoceánico, y espera recobrar su esplendor de antaño.

El primero que tuve el privilegio de celebrar fue del 12 al 16 de febrero de 1983, a orillas de la hoy Basílica Don Bosco, acompañado por los amigos de juventud y para ver desfilar nueve reinas porque ese año decidieron escoger una por corregimiento capitalino y otra por el distrito de San Miguelito, igual que el año anterior, mientras en las noches los toldos no se cabían en gente al son de Pedrito Altamiranda y su Carnaval en la Central.

Quince días después estábamos en la misa campal que el hoy San Juan Pablo II celebró ante decenas de miles de personas en la explanada de Albrook que actualmente alberga al aeropuerto Marcos Gelabert.

Años en que Domitila y Tiburcio, personajes del entonces IPAT (hoy ATP) acompañaban a las animadas comparsas y los resbalosos, que en 2013 fueron definitivamente proscritos por decreto al haberse desnaturalizado su papel tradicional por culpa de maleantes que aprovechaban para robar.

Entre el 28 de febrero y 4 de marzo de 1987, en plena crisis política por la dictadura de Manuel Antonio Noriega, la farsa se celebraría en un terreno baldío en donde hoy se levanta Plaza Concordia en la Vía España, a un costado de la sede principal del Banco Nacional, un experimento que resultó exitoso y congregó a miles para los juegos con agua lanzada desde los carros cisterna, cuyo uso se extendería por todo el país.

La principal fiesta de los panameños ha sufrido 14 cancelaciones desde que en 1910 fue oficializada, entre ellas por las dos Guerras Mundiales, por el magnicidio del presidente José Antonio Remón, por un brote de polio, por la invasión estadounidense de 1989 y las últimas dos veces, 2021 y 2022, por la pandemia de la covid-19, de acuerdo con registros de sitios como www.panamaviejaescuela.com y https://panama-tour.site123.me/ .

Además de Calidonia y la Vía España, también gocé de los carnavales en la Vía Transístmica, en Chepo, Penonomé y Santiago, pero para gustos los colores, el país ofrece no menos de medio centenar de sitios de celebración, como la Villa de Los Santos, Chitré, Aguadulce y Ocú. Lo importante es que disfrute sanamente y ojalá en familia.

“El carnaval es un espejo que refleja la sociedad, pero al revés”. - Charles Baudelaire.

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