Decenas de famosos alabaron este lunes el estilo de los dandis negros y lucieron conjuntos de sastrería extravagantes en su honor en el preludio de la...
- 17/06/2023 00:00

¿Le sorprende, amigo lector, todos los sucesos que están aconteciendo en nuestro entorno? Personas muertas a golpes, gente filmando para ganar likes, shares, followers y retweets en vez de ayudar y ser entes de cambio; estudiantes de colegio con comportamientos violentos, replicando esas mismas acciones sin medir consecuencias y, cuando nos va mejor, contenidos y comentarios en las redes cargadas de odio, xenofobia, discriminación, vulgaridad, morbo, burlas o indiferencia... ya ni hablemos de la corrupción institucionalizada por toda la región latinoamericana.
Cuidado y lo que estamos viviendo es el estallido de una combinación muy letal donde entra: la grave crisis de valores en los hogares, la falta de certeza de castigo a todo nivel y, lo que en psicología se conoce como la triada letal, que es nada más y nada menos que la unión del maquiavelismo, narcisismo y psicopatía en la psiquis de la sociedad.
Le comparto una estadística interesante: Los que sistemáticamente se dedican a perjudicar, lesionar, robar, engañar, o sea, se dedican al mal, están dentro del 5% de la población. Quienes son íntegros, buenos, justos y no necesitan ojos vigilantes o reglas para hacer las cosas de forma íntegra y transparente rondan el 20% y, en medio de estos extremos, hay un 75% del mundo que hace en función de lo que ve, es decir, si lo que predomina es el robo, juega vivo o corrupción, se apuntan, y si lo que predomina es cooperar, cumplir las leyes y hacer el bien, también se apuntan.
Le recuerdo este hecho: El mundo no está amenazado por gente malvada, sino por aquellos que lo permiten.
Ted Bundy, Nahir Galarza, Ana Julia Quezada, Jeffrey Dahmer, Aileen Wuornos no son personajes de ficción; como tampoco, quienes matan a golpes a otro ser humano y, aunque le parezca increíble, hay una lista particular de psicópatas que no necesariamente están en cárceles o son depredadores seriales. Pueden estar a su lado, sin saberlo; pueden tener puestos clave en grandes empresas; cuidado y duermen con usted, guían su futuro, o se topa con uno en el espejo cada mañana.
Le comparto otra estadística, solo el 1% de la población mundial está diagnosticada como psicópata (suelen estar en cárceles o instituciones mentales), sin embargo, personas que presentan rasgos psicopáticos sobrepasan el 25% por todo el globo.
Contrario a lo que se piensa, el psicópata no es impulsivo y sí está plenamente consciente de sus actos y los planea con sumo cuidado. Luego de su estudio exhaustivo, Robert Hare (psiquiatra y gurú en el tema) apunta a que el psicópata lo único que carece es de conciencia moral, esto significa que le da igual hacer el bien o el mal y sus consecuencias.
¿Por qué se mimetizan con tanta facilidad? Porque la buena gente no suele sospechar de ellos: no puede imaginarse al prójimo haciendo cosas que ellos no son capaces de hacer; normalmente aceptan como explicación lo menos extraordinario y ahí se acaba todo. Por otro lado, la gente “normal” se inclina por ver al psicópata como un monstruo, pero no hay nada más lejos de la realidad. Le revelo un hecho científico: hay dos grupos, los psicópatas funcionales y los disfuncionales, y la evolución de ambos grupos depende de su entorno.
Esos monstruos de la vida real suelen tener un aspecto y un comportamiento más corriente que sus hermanos y hermanas; presentan una imagen virtuosa más convincente que la virtud misma.
Recuerde y no pierda de vista lo siguiente: existen encantadores de serpientes y serpientes que parecen encantadoras, que solo esperan o planean el momento para que su víctima confíe y se sientan cómodas para atacar.
Debemos vigilar con mucho cuidado a la “generación del Yo” ... ¿quiénes son? Nuevos estudios demuestran que los universitarios y estudiantes de secundaria de esta época son más egocéntricos, narcisistas, individualistas y competitivos, si a ello sumamos el distanciamiento extremo al que la covid-19 nos llevó, tenemos el caldo perfecto para que el índice de maldad se disparare.
¡Qué exagerado!, ¡es puro cuento!, dirá usted, amigo lector, si es así, explíqueme ¿cómo, en medio de situaciones complejas en la que debemos ser más solidarios unos con otros, vemos abusos de poder, violencia de género a todo nivel, sanciones selectivas, actos corruptos, violencia desmedida por parte de personas que no les importan los demás y las consecuencias que estos actos desencadenan?, ya ni hablemos de los abusos cometidos a niños y la indiferencia en la que se ha caído.
Frases como: “si no te agarran, no es malo”, “si nadie se da cuenta, no es crimen, “si todo el mundo lo hace, porqué yo no...” son justamente consecuencias de ese índice de maldad latente en el mundo y que hace que el cerebro pierda su humanidad, o bien, el perfil de psicópatas, narcisistas malignos, personas con síndrome de Border line, megalómanos, maquiavélicos o paranoicos llevados a la acción y expuestos a todas luces los que están siendo los autores de muchas cosas que estamos viendo en nuestro entorno, pero, ante dichos actos, gana la indiferencia.
Todo es salvable siempre y cuando la humanidad quiera, todo puede girar para bien si los buenos dejan de guardar silencio; todos podemos tener un mejor país si los justos, íntegros, veraces, rectos de pensamiento y acción pierden el miedo al corrupto o al mal. Todo se torna positivo solo si tratamos desde la raíz la crisis de valores, o sea, desde el hogar.
Cierro con este pensamiento de Albus Dumbledore: “Son nuestras elecciones las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades”.