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- 27/01/2020 00:00
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Taboga tiene historia. Fue descubierta por Balboa. Allí se refugiaron Pedrarias, el fundador de la ciudad de Panamá ; y Francisco Pizarro, conquistador del Perú. Henry Morgan, el pirata inglés, también se fijó en ella y mandó a saquearla. Además de su belleza natural, sus claras aguas y sus refrescantes brisas alejaban las enfermedades que diezmaban a los alrededores de la ciudad de Panamá. En el siglo XIX en la época del ferrocarril fue un refugio para los norteamericanos de paso a California a buscar oro y no se diga, fue popular en los tiempos del Canal Francés, cuando se moría de fiebre amarilla y del cólera, enfermedades contagiosas y mortales.
El disoluto pintor francés Gauguin se refugió en Taboga y en una de sus calles se vislumbra una placa que lo recuerda. Por cartas menciona el paraíso que allí encontró en su camino a las islas de las Polinesia francesa. La isla, por la cercanía a las orillas de la ciudad, fue muy apetecida por los norteamericanos en distintas épocas. La reclamaron como indemnización por los daños sufridos por sus nacionales en 1855 cuando se dio el Incidente de la Tajada de Sandía, y luego cuando terminó la construcción del Canal de Panamá.
Los panameños se aferraron a conservarla porque la consideraban muy propia y gracias a Dios, lo lograron. Hoy Taboga sigue brindando refugio a los turistas, quienes llegan en lanchas —en tan solo 30 minutos— desde la isla de Flamenco, en el Causeway de la Calzada de Amador.
Estos rápidos transportes náuticos cuentan con cómodos asientos, baños y llegan a un seguro y largo muelle que sortea las marcadas mareas que tiene la isla.
Taboga posee playas de arenas doradas y un poblado de pequeñas casas con bonitas fachadas que trepan por sus laderas.
Las mareas —que suben o bajan en un lapso de seis horas— son otro de sus atractivos. Observar cómo el agua del mar va alcanzando su máxima altura y cómo se retira dejando la playa desnuda y los arrecifes rocosos es todo un espectáculo que muchos visitantes jamás han visto. Este fenómeno natural del mar lo pueden disfrutar ya sea en playa Honda o en playa de La Restinga.
Taboga no está sola, a uno de sus costados se encuentra un islote que es un mudo refugio de un bosque tropical seco. Al llegar a la isla es lo primero que ve el viajero, además de una gran variedad de árboles que en verano pierden sus hojas. En sus orillas funcionó un astillero y prueba de eso es una gran rueda de hierro que allí quedó como testigo.
Por su ambiente sano, allí también operaba un hospital. Era en los tiempos de finales del siglo XIX cuando la isla tenía más de 3,000 habitantes. Con la marea seca se puede visitar el islote, pues aparece una lengua de arena que la comunica con la isla principal. Sobre esa parte de la isla están los viejos tamarindos que alguna vez pintó Roberto Lewis, el artista nacional, y que hoy aparecen en los frescos del comedor de la Presidencia del República.
El poblado tiene muchos sitios de interés, como la Iglesia de San Pedro de Taboga, y de los tiempos de la colonia. La casa donde nació Rogelio Sinán, famoso escritor que le dedicó varios de sus cuentos y novelas. Caminando por estrechas callejuelas se encuentran jardines, y uno de ellos con una bonita imagen de la Virgen del Carmen, la patrona del lugar cuyos pobladores se dedican a la pesca. Hay una calle con el nombre de Francisco Pizarro, y otra que recuerda por dónde subieron al poblado los prisioneros ticos de la Guerra de Coto en las primeras décadas del siglo XX.
En la isla hay pequeños hoteles como Villa Caprichosa, Taboga Palace y Vereda Tropical . Los restaurantes, todos, tienen vista al mar y es un gran placer comerse una corvina o un pargo entero que hace muy poco estaba nadando en el mar acompañado de crujientes patacones. En los menús sobresalen ceviches, hamburguesas con papas fritas o camarones al ajillo.
La gastronomía de la isla es sencilla, pero notable. Taboga es famosa, tanto que compositores panameños como Ricardo Fábrega le dedicó un rítmico bolero que dice “Taboga , isla de las flores, eres mi inspiración. Bajo un manto de estrellas quiero vivir y soñar”. Visítela, es verano.
Aún cuando se practican la pesca y otras actividades económicas, el principal rubro de la isla es el turismo. Debido a su belleza y su cercanía con la capital panameña, Taboga se ha convertido en una popular atracción turística. Se puede llegar a ella en lanchas que parten desde el muelle ubicado en la Calzada de Amador o Causeway que tardan alrededor de 30 minutos en llegar a la isla. En el poblado, que todavía conserva su aspecto original, pueden encontrarse cafeterías, bares, restaurantes y hoteles. Al pasar de los años se han construido algunos exclusivos condominios residenciales.