El sueño de Alejandro Sanz

Actualizado
  • 05/05/2016 02:00
Creado
  • 05/05/2016 02:00
La presentación del cantautor español fue un derroche de romance y una fusión de ritmos

El espectáculo de Alejandro Sanz en en el Amador Convention Center (Antiguo Figali) el pasado 2 de mayo fue muy dinámico y entretenido: una recopilación de su carrera musical, aterrizada en su último álbum Sirope , que le dio el nombre a la gira internacional, hizo soñar a los asistentes al evento, que no se cansaron de cantar de pie todos los éxitos del español.

Cuando el reloj marcaba las 8:50 p.m., aparecía en tarima un espectáculo de baile congo para abrir la función; mientras que poco después de las 9:00 el grupo panameño Son Miserables ponía a cantar al público con su repertorio. Después, a las 9:30 y como de improviso, un black out y una música instrumental de fondo, liderada por un saxofón, anunciaban el momento esperado.

‘Yo de pequeño tenía un sueño', era el letrero que aparecía en las dos pantallas laterales mientras sonaba la música e iban apareciendo, por un lado del escenario, y vestidos de negro, los integrantes de la banda de Sanz. Una estructura en forma de triángulos de neón que flotaban en el aire y se movía aleatoriamente, y un reloj en las dos pantallas laterales, que contaba los segundos que faltaban para que empezara el show, iban recreando la escenografía.

La luz directa se encendió cuando subió al escenario el cantante, caminando ‘como zombie' y vestido con su clásico atuendo de jeans y t-shirt, jacket y zapatos de punta negros. ‘El silencio de los cuervos' fue la primera interpretación del español, cuando ya el espectáculo prometía lo que iba a ser: una fiesta en la que Sanz y su banda se movían por toda la tarima, cantando, tocando los instrumentos con soltura y contagiando de buena vibra a los asistentes, que aunque no repletaron el recinto, no paraban de gritar y entonar las canciones de pie.

‘Yo tenía un sueño desde niño, era estar encima de este escenario con ustedes. ¡Gracias Panamá!', decía el cantante al saludar a sus fans. ‘Si al final no les gusta el show, me reclaman', bromeaba. De inmediato entonó su éxito ‘Ya no duele', mientras el juego de luces azules y rosadas iluminaba la tarima, que incluía además, tres pantallas de fondo donde eventualmente aparecían imágenes y paisajes.

La noche prometía mucho, y el artista apenas comenzaba su repertorio de dos horas. ‘Quisiera' seguía en la lista. Las mujeres de la banda tomaban protagonismo y le ponían sabor a la noche, tocando alegremente el piano, el bajo y la trompeta. Luego las teclas ponían la velada más romántica para acompañar a Sanz en la interpretación de ‘No me compares'.

‘Si el amor tuviera voz, fuera la música', mencionaba ahora el cantante, quien animaba a las personas a ser ellos mismos. ‘Les digo una cosa a todos: No hace falta encajar en el mundo. Ustedes nacieron para sobresalir, no para encajar'. Y le dedicó la siguiente canción ‘La música no se toca' a su arte y al público.

Con un mix de ‘Amiga mía', ‘Mi soledad y yo' y ‘Y si fuera ella' los presentes hicieron retumbar el recinto, mientras las tres pantallas del fondo convertían la escena en el interior de un teatro.

La bulería no podía faltar. Con guitarra en mano Sanz improvisaba unos versos sobre la ausencia de un amor. Y luego cantaba un ‘Corazón Partío' al unísono con el público, que no paraba de cantar, reír, llorar, gritar, ondear banderas y letreros de amor, al tiempo que el artista y sus músicos se desplazaban divertidos por las tablas, en una camaradería que resultaba contagiosa y que hacía sentir a los presentes como en una celebración.

Luego de ‘Camino de rosas' y ‘Un zombie a la intemperie' Alejandro Sanz volvía a dirigirse a los fans. ‘Estoy feliz. Tenía un discurso preparado, pero se me ha olvidado… Panamá es un país maravilloso', decía, dedicándole al país su canción ‘Looking for paradise', que interpretó a dúo con su corista, que se robó el show con su voz.

‘No es lo mismo' fue el tema con el que el artista se despedía a las 11:06 p.m. con un ‘gracias Panamá'. La gente aclamaba a Sanz y le pedía con gritos y aplausos ‘otra' mientras el escenario quedaba a oscuras.

El español aparecía nuevamente el escena, esta vez tocando con el piano su tema ‘Lo ves'. Luego le cedió el instrumento al pianista a la vez que aparecía el resto de los músicos y ocurría el momento más sublime y tierno de la noche.

‘A que no me dejas' fue el último tema romántico del espectáculo. Con ritmos divertidos Sanz acompañaba las letras de ‘Capitán tapón' y ‘Viviendo de prisa', mientras hacía, junto a sus músicos, el mismo tren con el que inició el concierto, para bajar de la tarima a las 11:30 p.m. cantando el éxito que le consagró hace más de dos décadas: ‘Pisando fuerte'.

‘Y mi sueño era estar aquí hoy con vosotros', aparecía en las pantallas, explicando cuál era el sueño de Alejandro Sanz desde niño, que volverá a compartir con el público de Tegucigalpa, Honduras, cuando la gira Sirope llegue allí el próximo 5 de mayo.

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