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- 15/02/2023 14:16
Las baquetas golpean la batería, dirigidas por el baterista. Cada músico comienza a sonar su instrumento, guitarras, bajos, piano, trompetas, saxofones se fusionan y suena el 'intro' del concierto. En voz de los coristas empieza a escucharse Corazón de mela'o, segundos después aparece Emmanuel para cantar el tema.
El artista visita Panamá como parte de su gira Toda la vida, en la que hace un recorrido por su carrera musical. Viste un traje tornasol y zapatos brillantes, lleva su cabello corto y rubio, peinado hacia atrás. Baila incansablemente a pesar de los 67 años que carga sobre los hombros, “en las mañanas rezo y luego hago ejercicio”, contaba en una entrevista a este diario días atrás, ese podría ser el secreto de la energía que proyecta en el escenario.
El concierto sigue, canta Tengo, mientras el público eufórico corea junto a él. Luego de una pausa de unos 20 segundos en la que se detiene a recibir los aplausos, pasa a interpretar Seguía lloviendo afuera, al fondo unas pantallas enormes proyectan lo que simula ser un cielo nocturno con estrellas.
Ahora las mismas pantallas proyectan flores azules, Emmanuel canta Pobre diablo. Los asistentes lo acompañan con sus voces “Pues sé que ella sabe quien eres y no eres su tipo, tu amigo tu, pobre diablo”, cantan. Los trompetistas, saxofonistas y el guitarrista se colocan en el centro de la tarima para acompañar al artista con el tema Quiero dormir cansado. Después presenta Detenedla ya y Bella señora.
Antes del siguiente tema, relata la historia de como nació, “esta es la historia de un niño que se enamora de una niña, él no se atreve a decirle nada eh”, dice con su acento mexicano. Continúa, “su escuela quedaba cerca de la mía y nos cruzábamos todos los días (…) yo la miraba, pero no me atrevía a hablarle”, cuenta.
Agrega, “un día le robé unas monedas a un tío para comprar unas flores (…) me castigaron y me daba igual. A ella le regalaron una bicicleta y pasaba rápido, entonces yo, de pensamiento noble, muy noble, pensé: se va a caer, ella como que pensó lo mismo. Un día se cayó y yo dije bueno esta es mi oportunidad para levantarla (…) crucé la calle y en un acto de valor seguí de largo”.
Relata que a los días fue a su casa a cantarle una serenata, en pleno concierto a capela interpreta la ranchera Serenata huasteca de Pedro Infante, segundos después el público está cantando con él: “Qué voy a hacer, si de veras te quiero, ya te adoré, y olvidarte no puedo”. La niña se mudó con sus padres a España y a él se le ocurrió la canción El rey azul. En el concierto la canta con una espada azul fluorescente y en las pantallas se proyectan partes de un castillo.
Antes de cantar Enseñame, agradece a Dios por su talento, “tenemos que empezar a buscar paz en nuestros corazones, hay que abrirle las puertas del corazón a Dios (…) esta voz que tengo, este sentimiento, esta bendición de poder transmitir, no la fui a comprar a una tienda, ni la estudié, nací y ahí estaba, no hice nada para tenerla, pero sé que tengo una responsabilidad, un don que me han regalado y luego me pedirán cuentas de esos talentos. Le doy gracias a Dios por esta voz, por esta existencia, por mi vida, por poderles cantar y por tenerlos a ustedes frente”.
Cuando ya ha pasado más de una hora de concierto, un impresionante solo del baterista entretiene a los asistentes mientras Emmanuel hace un cambio de ropa. Sube al escenario vestido con jeans de color gris con brillantes en la pierna izquierda, suéter negro y chaqueta estampada en blanco y negro. El tercer cambio de la noche lo hace media hora después, aparece con un pantalón rojo, suéter negro, chaqueta roja y zapatos rojos brillantes. Con este atuendo canta las tres últimas canciones.
La presentación se dura casi dos horas. Tal como prometió, Emmanuel hace un recorrido por su trayectoria musical, “traigo todas las canciones que han sido éxito en mi carrera y es lo que está esperando la gente, pero también traigo cosas nuevas”. Canta Sentirme vivo, Esta triste guitarra, Cómo quieren que la olvide, Todo se derrumbó, La última luna y cierra con La chica de humo.
Durante una conferencia de prensa realizada un día antes del concierto, el artista recuerda anécdotas sobre su padre y la primera vez que viajó a Panamá. “Mi padre fue un hombre que viajó mucho y pasaba por Panamá a cada rato, siempre nos traía algún regalito, nos hablaba de acá y de sus amigos”, cuenta.
“Cuando vine la primera vez a Panamá y siempre que fui a alguno de los países que había ido mi padre, yo tenía una nostalgia. Pero aquí fue el primer lugar donde vine a cantar a un Festival. En ese viaje conocí a ‘Manos de Piedra’ Durán que era un ídolo aquí, para mí también lo era ¿y cómo no?, si le partía la ‘jeta’ a todos”, agrega.
Recuerda que “fue un viaje lindísimo”, que estuvo en Colón. “Después volví varias veces, tenía mucho tiempo sin venir. Regreso con mucha ilusión a un sitio donde me recibieron siempre bien. Un lugar donde la gente canta, baila, sonríe, participa, disfruta, critica (risas) es importante la critica, te hace crecer”, finaliza el artista mexicano.
Jesús Emmanuel Arturo Acha Martínez, conocido artísticamente como Emmanuel, es un artista innovador que creó un estilo propio y detrás de él, todo un movimiento: millones de ventas discográficas, numerosos premios y reconocimientos.
Es el artista mexicano considerado como el rey del pop latino. En 1976, Emmanuel ganó el concurso La voz del heraldo. En ese mismo año, compuso y grabó su primer disco titulado '10 razones para cantar'.
Un año más tarde, grabó en estudio su segundo disco, Amor sin final y en 1979, el álbum Al final, con el que se colocó en las primeras listas de popularidad en el mundo. El álbum Íntimamente (1980) fue disco más vendido en México, avalado y certificado por Amprofón (Asociación Mexicana de Productores de Fonogramas y Videogramas, A.C.) con más de 7 millones de copias vendidas.
Con los grandes éxitos internacionales como: Todo se Derrumbó, Pobre Diablo, Toda la vida, que se consolidaron como clásicos de la balada pop romántica en habla hispana, el artista abrió paso a una exitosa trayectoria de más de cuatro décadas.