Susan Samudio: 'Me da gozo brindar emociones con la música'

Actualizado
  • 01/11/2022 00:00
Creado
  • 01/11/2022 00:00
Cuando tenía 25 años de edad, Samudio dejó atrás su carrera profesional, ya bien encaminada. Hizo esto porque quería cumplir su sueño de ser cantante y lo logró
Soprano panameña Susan Samudio

La soprano panameña Susan Samudio, con su voz, puede hacer vibrar un escenario. Esa voz también es capaz de tocar el alma de quien la escucha y hacer llorar, reír, cantar, aplaudir. Cuando ella canta, envuelve todo lo que está a su alrededor en un solo espacio espiritual que va guiado por la melodía.

Su historia no es como la de muchos artistas; Samudio empezó a estudiar canto a los 25 años de edad. Antes de eso laboraba en recursos humanos y tenía una oficina soñada –por otros– porque para ella era solo un trabajo, se sentía deprimida y vacía. Un día decidió renunciar y dedicarse a la música.

Audicionó en el Conservatorio Nacional; le hicieron pruebas de canto, oído, dicción y de otros idiomas; la aceptaron y la profesora le dijo: “Susan, aquí lo que se enseña es canto lírico”. Samudio respondió que si consideraban que tenía “madera” para este género, para ella estaba bien.

Actualmente imparte clases en la Asociación Grupo Lírico de Panamá, en el Instituto Nacional de Música, y en el Conservatorio de Música. En ocasiones, canta con la Orquesta Sinfónica Nacional y otras agrupaciones del país. Además, ha representado a Panamá en varios países.

Sueña con invitar a sus amigos de otros países a cantar ópera en Panamá, y que el país tenga más espacios para la música.

La misma serenidad que transmite al cantar, la tiene al hablar. Así se pudo notar en una conversación con La Estrella de Panamá, en la que contó su historia, y expuso la responsabilidad que amerita utilizar la música como una herramienta de poder.

¿Cómo te defines?

Soy una persona muy tranquila, una chica de mi casa. Me gusta estudiar, leer, e investigar sobre culturas diferentes; no soy de fiestas. Desde niña he tenido interés por el arte, siempre he sido creativa.

¿Cómo fueron tus inicios en la música?

Comencé en la música a los 25 años. Antes de eso no había tenido ninguna experiencia musical, como ir a una academia o a una escuela. Simplemente cantaba en mi casa y pensaba: '¡Qué bonito sería poder cantar así con una orquesta o con una banda!'. Entonces, cuando tomé la decisión de comenzar a estudiar música, trabajaba en recursos humanos, fue una de las decisiones más grandes de mi vida, porque tuve que dejar todo. Ya estaba encaminada en una carrera. Tomar la decisión de comenzar de cero fue bastante difícil, pero recuerdo que mi jefe me decía: 'Susi, si quieres cantar, te doy permiso, vete de vacaciones, vete a una escuela'. Por eso aproveché para ir al Conservatorio Nacional. Cuando llegué allá me pidieron hacer la audición, que consistía en cantar, hacer pruebas de oído con el piano y pruebas de dicción en otros idiomas. Me aceptaron y mi profesora me dijo: 'Aquí lo que se enseña es ópera, canto lírico'; y yo le dije: 'Si usted cree que yo tengo madera para esto, está bien'. Así fue que comencé, aprendí más sobre lo que es la ópera, el canto lírico en general. Era conocimiento al que yo no tenía acceso antes, cuando solo podía escuchar ciertas cosas muy básicas, como musicales; escuchaba la Habanera de Carmen, que es lo que más se relaciona.

¿Qué definió que dejaras el trabajo?

Fue mi primer trabajo, era un centro de llamadas. Comencé desde la parte más básica: contestando teléfonos. Luego, me pasaron a recursos humanos, tenía un equipo de trabajo, mi oficina propia, que todo el mundo quería, pero yo ahí dentro me sentía sola y vacía, me sentía triste, y me decía: 'Todo el mundo quiere esto y mira cómo me siento aquí'. Sin embargo, pensé: 'Mi vida no puede ser esto'. Entonces tomé la decisión.

¿De niña querías ser cantante?

De niña quería ser bailarina, pero tengo dos pies izquierdos. Aunque bailaba típico, hawaiano y tahitiano en la primaria, me puse más tímida en la secundaria. Me la pasaba cantando, escuchaba un comercial y comenzaba a tararearlo, así fuera hablado, yo lo cantaba. En el colegio, para memorizar los planes, les daba melodía a las oraciones. Todo me lo aprendía como canción.

Actualmente, ¿cómo es tu vida profesional?

Canto y organizo conciertos. Trabajo con la Asociación Grupo Lírico de Panamá formando nuevos talentos junto a mi profesora. Doy clases en el Instituto Nacional de Música y en el Conservatorio. También canto para recitales privados, embajadas y eventos especiales. De vez en cuando canto con la Orquesta Sinfónica Nacional y con otras orquestas.

¿Cómo surgió el interés por la ópera?

Hay grupos europeos donde mezclan la voz de una soprano, que es bastante aguda, con la voz masculina, ya sea de un bajo o de un barítono, y hacen un contraste. Por lo general, estos grupos de música popular son de rock o de metal. Yo escuchaba eso cuando estaba en la secundaria y deseaba cantar así. Cuando tenía 24 años me regalaron un disco de las áreas de óperas más famosas del mundo. Era lo que escuchaba porque en Panamá no había mucho; hay cantantes como de los años 80 o 90. Sin embargo, no hay una casa de ópera, no existe la ópera nacional o el coro nacional, ahora es que se están viendo esas iniciativas. Para mis padres era difícil llevarme a un teatro o tener acceso a este tipo de eventos. Solamente me quedaba escuchar.

¿Qué representa la música en tu vida?

Una responsabilidad, porque la música es una herramienta que tiene mucho poder. Las palabras, en el canto, ayudan a que las personas que no son muy expresivas puedan hacerlo a través de las melodías; permiten que se conecten con ellas mismas. Es una forma de expresión importante para el ser humano, es cuestión de sensaciones.

¿Que sientes cuándo ves al público estremecido, llorando, aplaudiendo, durante tus interpretaciones?

Es la labor cumplida, porque la meta es hacer que las personas que salen de la oficina para ir a un concierto a las 8:00 de la noche, puedan desconectarse y es, hasta cierto punto, una introspección de la persona que está dejando todo lo que le ha atribulado, todo lo que le pesa del día y va simplemente a sentarse a recibir.

Yo soy el instrumento, la música que se compuso pasa a través de mí y llega al receptor que es el público. Me da gozo poder brindar estas emociones y que el público llegue a conectarse, muchas veces canto en otros idiomas, pero con las melodías las personas terminan llorando.

¿Cómo te imaginas el futuro del canto en Panamá?

Sueño con poder decirles a mis compañeros de afuera que vengan a cantar en nuestra casa de ópera nacional, que Panamá pueda participar en producciones de ópera internacional... sé que está un poco difícil porque todavía estamos en un periodo de formación de muchos jóvenes. Es difícil darles una visión porque no hay una casa de ópera.

¿Qué falta por hacer para lograr eso?

Visión. A veces me he acercado a entidades gubernamentales a pedir apoyo para ir a una ópera estudio y no conocen qué es. Muchos países, en Europa, tienen teatros municipales en los que contratan cantantes y se hacen producciones gratis para que la gente vaya a verlas. Aquí falta un poco de visión y de ganas. Los artistas invitamos a las personas a que rieguen la voz cuando haya un concierto. En Panamá se puede hacer, podemos tener pequeños teatros municipales donde se hagan escenas de ópera y se incluya a los niños. En la Universidad de Panamá existe la carrera de canto, pero no hay trabajo para cantantes, cada uno se tiene que hacer su trabajo solo, como independiente.

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