Yazmín Mack: 'Hace falta inversión para mejorar el potencial de la ciencia'

Actualizado
  • 17/01/2023 00:00
Creado
  • 17/01/2023 00:00
La ingeniera civil conversa sobre sus experiencias en el mundo de la ciencia, las enseñanzas, retos, experiencias, y más
Yazmín Mack, ingeniera civil, investigadora, coordinadora de proyectos y docente de la UTP

Ingeniera civil, docente, investigadora y coordinadora de proyectos. Este es el perfil de la joven panameña Yazmín Mack. Una chica sencilla con una sonrisa encantadora y con mucho que compartir, pues a sus 34 años tiene una hoja de vida extensa con experiencias únicas vividas alrededor del mundo.

Su dedicación y su familia han sido el motor que la ha impulsado a llegar hasta donde está. En 2022 fue una de las ganadoras del premio L'Oreal-Unesco 'Por las mujeres en la ciencia', por su proyecto sobre la evaluación de la calidad del agua para el consumo humano y actualmente se encuentra luchando porque las comunidades alrededor del país tengan acceso a agua limpia, y porque los investigadores panameños tengan el reconocimiento y la ayuda que se merecen.

En una conversación con La Estrella de Panamá, platicó sobre su vida, sus estudios, los estereotipos de género en el campo científico, y mucho más.

¿Cuándo nace su interés por la ciencia? ¿Fue algo que desde chiquita supo que quería hacer o fue una pasión que encontró con el tiempo?
En 2022, Mack fue una de las ganadoras panameñas del premio L'Oreal-Unesco 'Por las mujeres en la ciencia'.

Desde que estaba en la escuela, mi inclinación siempre iba más a las ciencias. Desde los 14 o 15 años ya sabía que quería ser ingeniera civil y en ese entonces había un boom en la construcción, lo que me llamaba mucho la atención porque sentía que era un reflejo del desarrollo del país y que yo podría contribuir en esa rama. Nunca tuve dudas sobre lo que quería hacer, y al graduarme de la secundaria me matriculé en la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP). Realicé mis estudios de licenciatura en ingeniería civil y algo que me llamó la atención era la parte ambiental de esta rama, por lo que una vez terminada mi licenciatura, me matriculé en la maestría de ingeniería ambiental.

Finalmente en el doctorado pude complementar ambas ramas, ya que el programa era de ingeniería civil, específicamente en el área de construcción sostenible que abarca la parte de impactos ambientales de la construcción.

¿Cuál fue la reacción de sus padres cuando les dijo que quería dedicarse a la ciencia?

Mis padres siempre me han apoyado en cada una de las decisiones que he tomado en mi vida. Me matricularon en el colegio San Agustín, donde tienen un programa de ciencias muy fuerte y desde ahí comencé a tomar mis propias decisiones de lo que quería, siempre contando con su apoyo. Actualmente soy investigadora y docente, y sigo teniendo el apoyo por parte de mis padres en todo lo que hago.

Junto con su equipo se dedica a mejorar la calidad del agua en las comunidades de bajos recursos.
¿Alguna vez ha sido víctima de estereotipos que tenga su profesión?

Siempre está el clásico “eso no es para niñas o mujeres”, sobre todo en la ingeniería civil. Durante el tiempo que trabajé en ese mundo, por fortuna no tuve mayores incidentes y pienso que uno siempre puede darse a respetar. Tuve la oportunidad de estudiar en Brasil y sí escuchaba comentarios como “si estudiaste ahí, entonces tienes que saber bailar samba” (se ríe). Pero, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Pienso que a un hombre nunca le preguntarían ese tipo de cosas. Entonces sí, he tenido que escuchar uno que otro comentario, pero en general mis compañeros y jefes siempre han sido respetuosos y se han vuelto mis mentores y personas que aprecio mucho. He tenido la fortuna de no ser víctima de acoso como lastimosamente les ha pasado a otras mujeres.

Tiene una extensa hoja de vida entre postgrados, doctorados, maestrías y demás. ¿Cómo ha sido toda esta trayectoria de estudio?

Sí, a veces me piden que pare de estudiar (ríe). Para mí, una vez terminé la licenciatura, era obligatorio entrar a la maestría y en ese momento también estaba trabajando. Luego hice mi doctorado en Brasil lo cual requirió de muchas mudanzas. En ese tiempo también hice un año de investigación en Suiza y después regresé a Brasil. Siempre tuve esa motivación de superarme, y ver a mis amigas me ayudaba porque me daba esa mentalidad de “si ella puede hacerlo, yo también puedo”. Iba muy guiada en esa idea y también el apoyo de mis padres me permitió realizar todo lo que me proponía.

¿Cómo logra ese balance entre su vida profesional y su vida personal?

Durante la pandemia perdí mucho la noción del tiempo. Ahí me di cuenta de que tenía que organizarme mejor y ponerme límites. Aprender a dedicarle tiempo a las cosas que me importan, pasar tiempo con mi familia y volver a tener control sobre mi vida.

¿Qué cree que hace falta en Panamá para mejorar el potencial de la ciencia?

Hace falta inversión. Los investigadores somos profesionales que tenemos que buscar nuestros propios fondos y esto no ocurre con otras profesiones donde se les suministra material o equipo. La Senacyt nos ha brindado muchas oportunidades, pero al compararlo con otros países, nuestra inversión no es tan alta. En ese sentido, este tipo de entrevistas son muy importantes porque nos ayudan a divulgar el trabajo que realizamos. Existe una realidad y es que no se conoce el trabajo que hacemos. Nos gustaría que el sector privado se interese en invertir como es en el caso de otros países, donde las empresas trabajan en conjunto con las universidades y los centros de investigación.

Fue una de las ganadoras del premio nacional L'Oreal-Unesco 'Por las mujeres en la ciencia 2022' con su proyecto sobre la evaluación de la calidad del agua para el consumo humano. ¿Cómo empezó todo esto y qué se ha logrado hasta el momento?

Regresé a Panamá luego del doctorado en 2019, y me integré en agosto en la UTP donde me acogieron en algunos proyectos. En uno de ellos, liderado por la doctora Kathia Broce, realizamos una gira en Los Santos y visitamos Tonosí, Pedasí, Guararé, y Las Tablas. Para ese entonces no era exactamente un proyecto sobre la calidad del agua, pero sí teníamos que tomar muestras. Las personas nos veían haciendo esto y pedían que tomáramos muestras en sus casas porque no se confiaban de la calidad de agua que tenían en sus hogares. Esto nos generó la curiosidad de armar una propuesta que llevamos a la Senacyt, donde el proyecto fue beneficiado y hemos logrado ayudar a diferentes comunidades con buena maquinaria y un equipo capacitado. Para finales de este mes esperamos volver a las giras para seguir ayudando a más comunidades.

¿Qué otras oportunidades ha brindado la ciencia en su vida?

He tenido la oportunidad de visitar muchos países, conocer culturas distintas y muchas personas que se han vuelto muy importantes para mí, tanto en lo personal como lo profesional.

¿Cómo está el espacio para las mujeres en la ciencia en Panamá?

Al estudiar la licenciatura teníamos la misma participación entre hombres y mujeres, aunque entiendo que en otras carreras este no es el caso. A medida que íbamos avanzando a la maestría y postgrado, la cantidad de mujeres iba disminuyendo y esto es algo que hay que mejorar. No se trata de pelear por quién es mejor que quién o disminuir la labor masculina, sino de brindar la misma oportunidad a todos para tener una buena imagen del futuro panameño.

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