- 13/02/2009 01:00
PANAMÁ. Luego de un año de sancionada la Ley 2 de enero de 2008, que permite el desarrollo de las islas y costas de nuestro país por parte de inversionistas nacionales e internacionales, son muchas las inversiones y los problemas que la misma ha generado en diversas partes del país.
Para el director de la Autoridad del Turismo, el ministro Rubén Blades, “Panamá no aspira a ser otro Cancún. Más bien se quiere hacer una oferta muy especial, que mantenga el nivel de calidad para atraer al turista con cierto nivel económico. La inversión es bienvenida siempre que no infrinja el medio ambiente de una manera negativa”.
Sin embargo, la ambientalista Raisa Banfield, del Comité Pro Defensa de Bosques Urbanos y el Parque Camino de Cruces, dice que “la Ley Insular abre el compás para que bajo el título de desarrollo turístico se permita la tala y destrucción de los recursos naturales, mientras que para cualquier otro tipo de proyecto de desarrollo le estaría vedado”.
Según el biólogo Héctor Guzmán, del Instituto Smithsonian de Investigación Tropical (STRI por sus siglas en inglés), las islas son los territorios más vulnerables que se puedan encontrar en el planeta. La mayor parte de las extinciones de especies que han ocurrido hasta la fecha ha sido en territorios insulares.
Para el empresario Óscar Vallarino, quien se ha propuesto construir conservando manglares, bosques y sitios de anidamiento de tortugas en Las Perlas, todo debe formar parte de un plan estratégico. “El Estado tiene que establecer un plan de manejo con las reglas a seguir para el ordenamiento en estos desarrollos, para no dañar los atractivos naturales. Los proyectos de desarrollo en las islas grandes deben tener bajo impacto”, concluye.
Según el ambientalista Mir Rodríguez: “La política del IPAT favorece el turismo de alto impacto, de hoteles todo incluido, la venta de tierras, especialmente costeras, para lo que le han llamado turismo residencial, que no es más que la venta de casas”, precisó.
“Hoteles de alto impacto pueden ser pésimos para el medio ambiente, cuando más pudiera hacerse un tipo de turismo ecológico, cuando empezamos a meter viviendas de lujo, ese tipo de infraestructura trae un tipo de turismo que crea problemas en el medio ambiente”, advirtió el diputado del partido PRD Tomás Altamirano.
Para Ana Báez, renombrada experta en el negocio del eco- turismo, se ha comprobado que el turista para pagar este tipo de actividad quiere estar en lugares que sean auténticos, naturales, exclusivos. “Para ellos, los espacios paisajísticos intervenidos con canchas de golf no son comparables con los ambientes naturales intactos. Además, contrario a lo que se cree, el ecoturismo no es un turismo barato”, agrega.
En medio de la polémica, está la documentalista panameña Yaritza Best que presentará su tercer documental “Farallón, entre la Espada y la Pared”, como parte de la misión social del Grupo Experimental de Cine Universitario (GECU), que busca crear producciones audiovisuales que promuevan temas sociales, culturales, ambientales y educativos.
Este documental está basado en una noticia aparecida en un diario local que relataba las penurias de los pescadores y sus familias que sobreviven de la pesca artesanal, entre la especulación del precio de las tierras en la costa panameña y el crecimiento explosivo del turismo en las mismas áreas.
Son familias como los Jaramillo, Hernández, Núñez, Betancourt y Bernal que se establecieron en estas playas, consideradas un paraíso, y quienes son víctimas de la belleza que los ha acompañado desde hace casi 100 años.
El modo de vida de la población en Farallón se ve amenazado por los inversionistas, por lo que cierran filas para no ver absorbida su cultura , por la era del ocio y el turismo de miles de visitantes anuales en Farallón y a nivel nacional.