Una noche tras el aullido de un coyote

Actualizado
  • 16/05/2011 02:00
Creado
  • 16/05/2011 02:00
PANAMÁ. Una noche antes de ir a dormir, salimos afuera y nos sentamos. El melancólico silencio del campo grisáceo por la luna se hizo al...

PANAMÁ. Una noche antes de ir a dormir, salimos afuera y nos sentamos. El melancólico silencio del campo grisáceo por la luna se hizo al fin tan espeso que dejamos de hablar mirando vagamente al horizonte.

De pronto, escuchamos un aullido y volvimos la cabeza. ¿Tienen miedo?, nos preguntó el abuelo, que interrumpió el silencio intempestivamente. ¡Miedo! ¿De qué? Son los coyotes que aúllan así. Cazan más o menos a esta hora o al amanecer, nos aclaró. ¿Coyotes? ¡Sí! Suelen llegar hasta este lugar para cazar los pollos, cerditos, chivos, gansos, o peor aún, han cazado hasta becerros.

Nuevamente escuchamos el aullido. Esta vez todos sentimos el eco. ‘Rockie’, uno de los perros que yacía acostado junto a nosotros, se levantó y lanzó un latido sordo. Miraba inmóvil, con las orejas paradas.

¡Es en el gallinero!, dijo el abuelo al tiempo que alumbraba con su linterna hacia la talanquera donde duermen las gallinas mientras seguía la mirada del perro. La oscuridad, a treinta metros, nos imposibilitó ver algo. ‘Rockie’ se tranquilizó. ¡Estos hambrientos coyotes son unos osados!, dijo el abuelo.

Por segunda vez el aullido se escuchó, pero esta vez fue doble. Los perros se levantaron de un salto, estiraron el hocico y se abalanzaron hacia la granja en violenta sinfonía de ladridos.

Con su rifle, el abuelo inútilmente los siguió. ¡Los coyotes son muy audaces!, nos explicó al tiempo que renegaba por la aparición de los astutos animales.

Es mucho más común oír un coyote que verlo, aseguró. Los aullidos que los sigilosos hacen son muy agudos, son como chillidos, gañidos o ladridos. El aullido es engañoso debido a las características del sonido a la distancia, puede parecer que el coyote está en un lugar, cuando realmente se encuentra en otra parte. Dice que estos aullidos se oyen, por lo general, al crepúsculo o por la noche y con menos frecuencia durante el día.

Los coyotes se emparejan de por vida. El apareamiento tiene lugar alrededor de los meses de enero y marzo y nacen camadas de 4 a 6 cachorros sobre fines de abril o comienzos de mayo.

Ambos padres —y en ocasiones los ejemplares juveniles, nacidos el año anterior, que aún no abandonaron la guarida paterna— ayudan a alimentar a los cachorros.

A las tres semanas de edad, estos salen de la madriguera bajo la vigilancia de sus papás. Pero cuando alcanzan ocho a doce semanas, sus progenitores les enseñan a cazar. Las familias permanecen unidas a lo largo del verano, pero los jóvenes parten a buscar sus propios territorios hacia la temporada de lluvia. Suelen trasladarse a unas diez millas de distancia. Los cachorros maduran sexualmente al año de edad.

Siguió explicándonos el abuelo que los coyotes sólo se localizaban en América del Norte y América Central; desde Canadá hasta Costa Rica.

A pesar de haber sido intensamente cazados en aquellas latitudes, los cánidos son unos de los pocos animales grandes que han ampliado su hábitat desde la conquista de América por los europeos.

Han ocupado áreas en Norteamérica previamente habitadas por los lobos, y se han adaptado al consumo de carroñas y animales domésticos. No obstante, han llegado hasta Panamá, principalmente a las provincias de Los Santos, Veraguas, Herrera, Coclé y Chiriquí, donde se reporta por parte de los lugareños la pérdida de varios bovinos y aves de corral, entre otros animales.

Los Canis latrans son miembros de la familia cánida, parientes del perro doméstico. Aunque a veces se reúnen en manadas, por lo general se les ve solitarios.

Ellos viven en promedio unos ocho años. Tienen gran capacidad de adaptación, miden menos de 60 centímetros de altura y su pelaje varía desde el gris hasta el canela, a veces con un tinte rojizo. Las orejas y el hocico del coyote parecen largos en relación al tamaño de su cabeza. Pesa en promedio 15 kilogramos. Puede ser identificado por su cola espesa y ancha que, a menudo, lleva a ras del suelo.

Por su aspecto esbelto se puede distinguir de su pariente mayor, el lobo gris. Es un animal muy flaco y puede parecer desnutrido a primera vista aun si goza de buena salud.

Agregó que los coyotes se han adaptado muy bien a estas provincias. Su comportamiento puede variar mucho según su hábitat, pero en general viven y cazan solos o en parejas monógamas, buscando mamíferos pequeños, especialmente ratones, cervatillos, víboras y conejos, aunque pueden variar su dieta con animales de corral. También son omnívoros y adaptan su alimentación a las fuentes disponibles, incluyendo frutas y otros vegetales. En ocasiones, se les ve cazando en jaurías para abatir presas mayores.

El abuelo Lisandro R. Mendieta, macaraqueño, finalizó reconociendo que la eliminación de los bosques y su reemplazo por campos de cultivo, aunado a la invasión de su hábitat natural, ha incidido esencialmente —tal vez— en la presencia progresiva de los coyotes en las fincas y granjas de nuestra campiña panameña.

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