De la reducción del riesgo de desastres y las ciudades resilientes

Actualizado
  • 16/09/2022 00:00
Creado
  • 16/09/2022 00:00
Las ciudades se convierten en resilientes a los desastres porque cuentan con destrezas y recursos nacionales e internacionales para enfrentar los mismos de manera adecuada
Las ciudades resilientes a los desastres cuentan con gobiernos locales que son incluyentes.
Para reducir el riesgo a los desastres naturales se deben aprovechar las nuevas tecnologías para la evaluación de riesgos.

En la publicación, 'Planificación para la reducción del riesgo de desastres en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible', de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), los autores Omar Bello, Alejandro Bustamante y Paulina Pizarro, explican que América Latina y el Caribe es una región proclive a sufrir desastres, tanto por su posición geográfica, como por sus patrones de desarrollo urbano que definen las vulnerabilidades del tejido social en la región, porque los desastres suelen ser un fenómeno local.

Al ser local, “un desastre puede implicar que personas que hayan salido de la pobreza vuelvan a esa situación”, puesto que los impactos que causan se amplifican en los grupos más vulnerables, que tras un acontecimiento de este tipo pueden verse envueltos en ciclos de vulnerabilidad cada vez más agravados.

De allí que el tejido social asocie como afectados a las personas que se encuentran por debajo o levemente por encima de la línea de pobreza, lo que causa que quienes estén en esta posición están más expuestos a permanecer de manera más prolongada en círculos de desempleo y subempleo, baja productividad y salarios bajos, lo que las deja aún más expuestas ante futuros fenómenos extremos

Debido a las consecuencias que generan los desastres es imperante entender que el concepto de “desarrollo humano” solamente ocurre bajo condiciones de sostenibilidad, basadas en políticas públicas que promueven la resiliencia de las ciudades.

¿Cómo desarrollar ciudades más resilientes?

En el manual para líderes de los gobiernos locales sobre cómo desarrollar ciudades más resilientes, publicado por la Organización de las Naciones Unidas, se detalla que una ciudad resiliente a los desastres es aquella en la que se han logrado minimizar los desastres porque la población reside en viviendas y barrios que cuentan con servicios e infraestructura adecuados, que cumplen con códigos de construcción razonables, y en la que no existen asentamientos informales ubicados en llanuras aluviales o pendientes escarpadas debido a la falta de otro terreno disponible.

Además, las ciudades resilientes a los desastres cuentan con gobiernos locales que son incluyentes, competentes y responsables porque ejercen su rol de ordenadores del territorio a través de planes de ordenamiento territorial que generan urbanizaciones sostenibles, cuya planificación está basada en recursos económicos contabilizados y suficientes para desarrollar capacidades que garantizan la gestión y la organización de la ciudad antes, durante y después de una amenaza natural.

En estas ciudades las autoridades locales y la población comprenden sus amenazas, y crean una base de información local compartida sobre las pérdidas asociadas a la ocurrencia de desastres, las amenazas y los riesgos, y sobre quién está expuesto y quién es vulnerable.

Son ciudades en las que las personas están empoderadas para participar, decidir y planificar su ciudad conjuntamente con las autoridades locales; y valoran el conocimiento, las capacidades y los recursos locales autóctonos.

Adicionalmente, han tomado acciones para anticiparse a los desastres y mitigar su impacto, mediante el uso de tecnologías de monitoreo y alerta temprana para proteger la infraestructura, los activos y los integrantes de la comunidad, incluyendo sus casas y bienes, el patrimonio cultural y la riqueza medioambiental y económica.

Son ciudades con estructuras organizativas capaces de minimizar las pérdidas físicas y sociales derivadas de fenómenos meteorológicos extremos, terremotos u otras amenazas naturales o inducidas por el hombre. Al igual que son capaces de responder, implementar estrategias inmediatas de recuperación y restaurar rápidamente los servicios básicos necesarios para reanudar la actividad social, institucional y económica tras un desastre.

Una ciudad resiliente está preparada para adaptarse a los desafíos ambientales generados por los impactos antropogénicos, porque comprende que, para desarrollar una mayor resiliencia a las repercusiones medioambientales negativas, debe incluirse a sí misma en la suma de impactos que afectan al planeta por el cambio climático, con lo cual logrará reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

¿Cómo lograr la reducción del efecto de desastres naturales?

El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) señala que para reducir el riesgo a los desastres naturales se deben aprovechar las nuevas tecnologías para la evaluación de riesgos, medir de forma multidimensional la vulnerabilidad y las respuestas a ellas, fortalecer las redes de aprendizaje academia-gobiernos locales y sector privado, planificar para la incertidumbre entendiendo que los límites ecológicos no obedecen a jurisdicciones administrativas, diseñar y fomentar el uso de sistemas de alerta temprana en tiempo real con conexiones comunitarias para aumentar el acceso a la información para salvar vidas, modernizar las infraestructuras de sistemas de agua, saneamiento, vialidad y movilidad, involucrar a los actores dentro y fuera del gobierno.

Además, es primordial construir el riesgo a los desastres naturales desde la visión social.

Efectos positivos en la reducción del riesgo

Entre los impactos positivos que se logran al reducir el riesgo, las ciudades resilientes logran establecer un liderazgo a largo plazo que fortalece la confianza y legitimidad de la autoridad y las estructuras políticas locales; brinda oportunidades para descentralizar las competencias y optimizar los recursos de cada uno de los sectores económicos de la ciudad; brinda beneficios sociales y humanos; protege la vida y propiedades en caso de desastres o situaciones de emergencia, con una considerable reducción del número de víctimas mortales y heridos graves; otorga participación activa de la ciudadanía al generar plataformas para el desarrollo local inclusivo y consulto; y protege los logros alcanzados en la comunidad y del patrimonio cultural, empleando menos recursos urbanos para la recuperación y respuesta ante el desastre.

Además, las ciudades resilientes a los desastres logran el incremento del desarrollo económico al procurar la creación de empleo; brindan plataformas de confianza para los inversionistas al promover la reducción de pérdidas en caso de desastre, lo que logra una mayor inversión privada en casas, edificios y otras propiedades que respetan los estándares de seguridad.

Al invertir de forma segura, los capitales en infraestructura aumentan, se refuerzan, se renuevan y se reemplazan cuando es necesario, logrando el aumento de la base imponible, las oportunidades de negocio, el crecimiento económico y el empleo, ya que ciudades más seguras y mejor gobernadas atraen mayor inversión.

Además, una ciudad resiliente a los desastres genera comunidades más habitables, porque sus ecosistemas están equilibrados al fomentar servicios de agua y saneamiento seguros, inclusive para actividades de ocio en zonas protegidas y sin contaminación.

Cuando la ciudad es resiliente a los desastres se produce estabilidad en el sistema educativo, se alcanzan metas académicas más altas y se obtienen escuelas más seguras y mejores niveles de salud y bienestar general dentro de ellas.

Con todo lo anterior, las ciudades se convierten en resilientes a los desastres interrelacionadas, porque cuentan con destrezas y recursos nacionales e internacionales que les permiten el acceso a una red cada vez más extensa de ciudades y socios participantes comprometidos con la campaña de generar resiliencia en caso de desastres, con quienes poder compartir buenas prácticas, herramientas y destrezas; con esto se logra que sus ciudadanos sepan manejar una situación de desastres porque tienen conocimientos y están informados.

¡Hagamos de Panamá, un país con una red de ciudades resilientes a los desastres, y reduzcamos el riesgo a los desastres naturales!

Lo Nuevo
comments powered by Disqus