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- 17/06/2010 02:00
‘Yo no fui quien dañó eso’. ‘Sí me comí toda la merienda’. ‘La maestra no dejó ninguna tarea’. Lo más probable es que algún niño tal vez haya dicho estas mentiras a sus padres. Sin embargo, para ellos no resultará nada gracioso encontrarse con que su hijo no le fue honesto, más bien dará pie para el regaño y el castigo.
Pese a que las mentiras en los niños no son un tópico nuevo, sigue siendo de mucha preocupación entre los padres. Algunos luchan día a día para lograr que sus hijos les hablen siempre con la verdad, otros aseguran que existe un alto grado de sinceridad en sus pequeños; pero lo cierto es que cualquier niño está propenso a la mentira. Ante esta situación, surge entonces la siguiente interrogante: ¿por qué mienten los niños?
A los niños entre tres y cuatro años les divierte hacer cuentos o inventar historias. Según señala un artículo publicado por la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, esta es una actividad completamente normal para estas edades, puesto que los niños muchas veces confunden un poco la realidad con la fantasía. Haciendo eco de esto, Sarah Sasso, psicóloga clínica y terapeuta familiar, apunta que ‘los niños pueden presentar un pensamiento mágico y fantasioso en ciertas etapas de su desarrollo cognitivo, intelectual y emocional; no obstante, dicho comportamiento deberá ir evolucionando hacia una capacidad de pensamiento más integrada, en donde el niño tenga mejores recursos para expresar sus necesidades, frustraciones y en general su vida emocional’. En el caso de los niños ya mayores, las mentiras pueden tener un interés de fondo, ya sea para evitar tener que hacer algo o negar la responsabilidad por alguna acción cometida.
De acuerdo con Sasso, para determinar las razones de las mentiras en los niños es importante partir de varias premisas; no obstante, cabe destacar que la acción de mentir en el niño representará generalmente una forma de expresar una ‘necesidad’.
En este sentido, se pueden determinar algunas causas posibles como:
Dificultades en la comunicación dentro del sistema familiar. Se dice que la comunicación es unos de los pilares de la familia. Sin embargo, en muchas no resulta tan fácil el poder expresarse, y en el caso de los niños, la mentira resulta la herramienta ideal cuando sienten que están limitados a manifestar sus verdaderas emociones o situaciones.
Dinámicas familiares rígidas. Una familia que presenta unos padres autoritarios y dominantes puede producir en el niño cierto miedo de cómo reaccionarán frente a alguna acción cometida. Debido a que existe en el pequeño un temor hacia sus padres, cuando éste cometa algún error o, por ejemplo, olvide hacer algo, en lugar de aceptar lo que hizo o lo que no, recurrirá a la mentira como parte de evitar la reacción abrupta que puedan tener sus padres.
Sentimientos de inseguridad y desconfianza. En la edad escolar es común encontrarse con niños que se avergüenzan de alguna situación en personal. Por ejemplo, estar en un salón donde la mayoría de sus amigos tienen más recursos económicos que él. Para no ser criticados y relegados, prefieren inventar historias diciendo que tienen esto o aquello para así ser aceptados por los demás. Otros niños también pueden elaborar diversas mentiras con el fin de proteger su privacidad.
DESCUBRIENDO LAS MENTIRAS
No es necesario utilizar un detector de mentiras para saber cuándo su hijo no le está diciendo la verdad.
Por lo general existen ciertos indicios que ayudan a identificar cuando esto sucede. Algunos de estos pueden ser cuando se presentan signos de ansiedad, los cuales se manifiestan en el lenguaje facial y el comportamiento corporal. También debe prestar mucha atención a lo que dice. Si existen frases sin mucho sentido o contradicciones en lo que habla, ya podrá notar que seguro no está diciendo la verdad.
Cabe destacar que, ‘el buen nivel de cercanía y confianza emocional con sus hijos le ayudará para que pueda hacer una ‘lectura’ de dicho comportamiento en los pequeños. En la medida en que existan buenos canales de comunicación dentro de la familia, será más fácil para los padres poder detectar estas acciones de sus hijos’, apunta la psicóloga.