Implantes de seno, ¿seguros?

Actualizado
  • 09/06/2020 00:00
Creado
  • 09/06/2020 00:00
Una serie de síntomas que sufren mujeres que se han sometido a una mamoplastia de aumento, y solo se alivian al remover los implantes de seno, han empujado a autoridades y especialistas a hacer más estudios sobre la conexión entre malestares e implantes de seno.

La mamoplastia de aumento es el procedimiento de cirugía estética más requerido por las mujeres. Se estima que unos 30 millones de mujeres alrededor del mundo tienen implantes mamarios, ya sea por razones estéticas o por una reconstrucción después de masectomías hechas para tratar o prevenir el cáncer de mama.

Se estima que unos 30 millones de mujeres alrededor del mundo tienen implantes mamarios.

En los últimos años, un creciente grupo de mujeres con implantes ha presentado diferentes síntomas, como dolores de músculos y coyunturas, sarpullidos, cansancio, pérdida de memoria y lagunas mentales que han afectado su salud de manera crítica. Estos síntomas, que aparecen después de someterse a una mamoplastia de aumento, se le atribuyen a la llamada “enfermedad de implantes de seno”. Sin embargo, no se trata de una diagnosis médica oficial.

“La OMS no reconoce este grupo de síntomas como una enfermedad, sino como una condición”, explica el cirujano plástico Luis Picard Amí. Y esto obedece a que hoy, no hay un examen que pueda diagnosticar o descartar este padecimiento.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, (FDA, por sus siglas en inglés) afirma en su página web que “los síntomas y sus causas no se conocen con certeza, y actualmente no existen suficientes pruebas para apoyar la relación entre los implantes de seno y los síntomas conocidos como la enfermedad de implantes mamarios”.

Nicole Daruda, una canadiense de 54 años, se llama a sí misma una sobreviviente de la enfermedad de implantes mamarios. Después de sufrir años de síntomas, alergias e infecciones, decidió en 2013 removerse los implantes de seno. Al hacerlo, su salud mejoró considerablemente y decidió ayudar a otras mujeres que pasaran por lo mismo y crear conciencia entre el mundo de cirugía plástica. Daruda construyó una comunidad de mujeres con síntomas similares, iniciando con un grupo pequeño en Facebook que a la fecha cuenta con más de 80,000 personas; luego con una página web y el apoyo de varios doctores y especialistas que se han unido para investigar y estudiar este fenómeno.

Implantes de seno, ¿seguros?

La cantidad de afectadas por la enfermedad de implantes de seno equivale a menos del 1% de mujeres con implantes, mientras que el porcentaje de mujeres que sufren rotura de implantes es del 1%, al igual que el de mujeres que sufren de contractura de la cápsula, una capa de tejido fibroso que se forma alrededor del implante.

Picard Amí ha atendido en nuestro país a dos pacientes con esta sintomatología, aunque sus implantes no fueron colocados en Panamá: una de ellas fue operada en Estados Unidos, y la otra, en Venezuela. “El hecho de que no haya signos o síntomas específicos que identifiquen el padecimiento, es una de las razones por las que no se le pueda considerar una enfermedad”, destaca el galeno. “Unos 90 síntomas, e igual cantidad de signos han sido asociados con la 'enfermedad de implante de senos', sin embargo, ninguno de ellos es muy específico. Tener dolor de espalda o sufrir de cansancio puede deberse a muchas cosas”, explica el médico.

Algunos de estos síntomas corresponden a enfermedades del sistema inmunológico como escleroderma, lupus o fibromialgia, por lo que hay que descartar primero si las pacientes sufren de estos padecimientos. Por otra parte, el síndrome también lo han sufrido mujeres que no se han colocado implantes, y un detalle importante, aunque la mayoría de ellas ha sentido un alivio inmediato al retirárselos, algunas pacientes han sufrido una posterior recaída.

La gran mayoría de los casos proviene de mujeres estadounidenses.

Otro dato curioso es que la gran mayoría de los casos proviene de mujeres estadounidenses, aunque en países como Colombia o Brasil, el porcentaje de mujeres que se someten a una mamoplastia de aumento es mayor.

Aunque la membresía del grupo formado por Daruda considera que los especialistas han ignorado las denuncias de esta comunidad, con la excusa de tener pocas pruebas, lograron captar la atención de la FDA. En marzo de 2019, la FDA publicó un comunicado en el que aseguró que se está tomando en cuenta el testimonio de miles de mujeres en el mundo. “Si bien la FDA no tiene evidencia definitiva que sugiera que los implantes mamarios estén asociados con estas afecciones, buscamos comprender mejor este problema para comunicar el riesgo, minimizar el daño y ayudar en el tratamiento de las pacientes afectadas” dice la nota.

“Mucho del problema es que nosotros como científicos trabajamos basados en evidencia, y lo que no se demuestra, no se le pone atención”, sostiene Picard Amí. Pero eso no significa que no se esté haciendo nada. “Como médicos tenemos que ser responsables, y no se puede ignorar que hay una cantidad de mujeres que está enfermando”, agrega. Picard Amí menciona que la American Society for Aesthetic Plasitc Surgery (Sociedad Americana de Cirugía Plástica) y la Aesthetic Surgery Education and Research Foundation (Fundación para la educación e investigación de la Cirugía Estética) han unido fuerzas para la investigación de esta condición.

¿Decisiones informadas?

Monalisa Silvera, quien tuvo su cirugía en Panamá, comentó que su experiencia fue un poco turbulenta. “No decides qué tipo de implantes usar. Ellos (los cirujanos) deciden todo, desde la marca, la forma, el tamaño...”, comentó. “Uno como paciente no conoce el tema. Confías en que ellos sí”. Silvera explica que sus doctores nunca le contaron sobre los riesgos de ponerse implantes de seno. “Solo te piden una serie de exámenes de laboratorio”, explicó. “No te cuentan los riesgos de cicatrización ni del cuidado posterior. Te enteras después de la cirugía”. Después de 10 años, ambos implantes se le rompieron. “Entré nuevamente en cirugía para que me los retiraran”, dijo. “Al final, decidí llevar mis senos sin implantes y el procedimiento no me dejó ninguna complicación”.

Por otro lado, Onesis Gonzáles, quien se operó en Venezuela, comenta que estuvo al tanto de los riesgos de tener implantes. “Me contaron y aparte me informé por años”, comentó. “He escuchado de muchas enfermedades y complicaciones que pueden suceder cuando te pones los implantes”.

Kathia Pinto, panameña residente en Estados Unidos, padeció algunos de estos síntomas y luego de años de malestar optó por retirarse sus implantes, obteniendo un alivio inmediato (ver testimonio completo).

En Panamá no es obligatorio el registro de cirugías para implantes de seno, por lo que no existe una cifra oficial. Como referencia, se estima que se comercializan entre 800 y 1,200 implantes al año, mientras que en países como Colombia y Venezuela se comercializan unos 6,000; hay que tomar en consideración que en estos países es frecuente el turismo médico.

Aunque la mamoplastia de aumento es un procedimiento estético popular, no significa que debe tomarse a la ligera. “A mis pacientes les digo que deben venir por lo menos una vez al año a revisarse. Así podemos resolver a tiempo cualquier situación que se dé con respecto al estado de los implantes y de los propios senos”, dice Picard Amí.

En el caso de la enfermedad de implantes de seno, se pueden discutir las posibles soluciones. “Aconsejamos a la paciente sobre los beneficios y los riesgos de retirar los implantes y se hace un seguimiento del caso”, informa.

Y es que, a diferencia de un procedimiento para cambiar los implantes o para retirarlos en un caso en el que no ha habido una complicación de salud, no hay que retirar solo los implantes, sino la cápsula, lo que complica la cirugía.

“Hay una alta incidencia de sangrado, sobre todo si el implante fue colocado bajo el músculo”, explica el cirujano. También hay que considerar la deformidad cosmética. En todo caso, la paciente tiene la última palabra.

En 1991 una alarma con los implantes de silicona llevó a la prohibición de su uso por 14 años. La sospecha era que inducían enfermedades de autoinmunidad. Luego de una diversidad de estudios, no se encontró evidencia alguna de que su uso fuese dañino para la salud.

Aunque los implantes mamarios sean los dispositivos médicos más estudiados, según el Centro Nacional de Investigación en Salud de Washington, D.C, “hay muchas cosas que aún no se saben con certeza”.

A través de su página web, Daruda afirma que hay muchos más estudios que demuestran que los implantes pueden ser dañinos para la salud. “Nos preguntan por la ciencia que respalda lo que decimos, como si faltara ciencia que pruebe lo que decimos”, compartió Daruda en su página de Facebook. “La ciencia que realmente falta es la ciencia que demuestra que los implantes mamarios son seguros”, explicó.

En el caso de la enfermedad de implantes de seno, se pueden discutir las posibles soluciones.
Yo sufrí la 'enfermedad de implantes de seno'

La panameña, radicada en Estados Unidos, cuenta el calvario que vivió con una condición que tardó muchos años en ser descubierta

Kathia Pinto

colaboradores@laestrella.com.pa

testimonio

Me pareció apropiado compartir mi historia con el tema de #enfermedaddeimplantesdesenos en un día como hoy, porque estoy honrando a todas mis compañeras sobrevivientes de esta enfermedad; honrándolas por su apoyo y coraje por compartir los cientos de historias que me llevaron a creer que todos los síntomas que había estado viviendo, durante años, no eran “mentales”. De hecho, eran reales, aterradores, debilitantes, y lo peor de todo, sin diagnosticar.

Verán, estuve cargando un par de bolsas venenosas dentro de mí, por mucho tiempo. Hace años, decidí cambiar mi cuerpo con la esperanza de cambiar mi vida, y entré en el mundo de la cirugía plástica para mejorar mis pechos flácidos. Recientemente divorciada y con algo de dinero que me sobraba, fui a una consulta para levantarlas y salí convencida de que mi solución eran los implantes. Mi error: no hice ninguna investigación. Me aseguraron que el modelo y la marca que iban a usar, eran las “más seguras”.

¡Qué risa! En ese entonces estaba apurada, no sabía nada del tema, no había investigaciones y el término “explantar” no era de mi conocimiento. Tratar de pensar si lo hubiera hecho o no, sabiendo lo que sé ahora, es irrelevante. Las tuve y mi vida cambió por completo. No para mejor. En el mismo año me diagnosticaron depresión y ansiedad. Mi cabello se estaba cayendo por montones y mi piel estaba cambiando dramáticamente.

Mirando hacia atrás, el look de tetas elevadas y más grandes jamás me dieron ni la menor sensación de amor propio. De hecho, desde siempre fueron como bultos que se metían en el camino de mis movimientos, de mis entrenamientos en el gimnasio, y lo más importante, mi salud. Tres años después de la implantación, desarrollé el tipo más loco de “alergia” y más tarde me diagnosticaron urticaria idiopática crónica o CIU. Me llenaba de ronchas por todo el cuerpo y por ninguna razón conocida.

Estaba haciendo ejercicio dos veces al día y mi cuerpo estaba en constante “curación”, así que supongo que alrededor de ese momento, mi sistema inmunológico se dio por vencido de luchar contra los implantes. No porque fueran de silicona o salina, sino porque eran un objeto extraño en mi cuerpo.

De vuelta a las ronchas, estaba constantemente tomando pastillas para combatirlas. Fui a médicos, alergólogos, hice varias visitas a urgencia, clínicas de emergencia, y no me pudieron dar ningún diagnóstico. Durante siete años sufrí de esta rara condición de la piel, que también se desencadenaba por el frío, el calor, el sudor, el estrés, si estaba contenta o estaba triste. Tengo fotos de vacaciones toda sonreída, pero aparezco con la piel o los labios inflamados. Nadie sabía cómo ayudarme y todo lo que podía hacer era tomar más pastillas. A veces me daban inyecciones de prednisona, un esteroide que no es bueno para tratamientos a largo plazo, por lo que los efectos secundarios fueron a veces peores que los síntomas. Todo esto mientras intentaba funcionar regularmente, yendo al trabajo y tratando de vivir mi vida. Me sentía miserable.

Mi dieta estaba limitada y todo lo que podía hacer era rezar por una cura. Tuve que dejar de ir al gimnasio y hacer mis ejercicios. Lo siguiente fue mi estado mental. No podía pensar bien, ver claro, estaba en un estado constante de letargo y agotamiento, y tuve que renunciar a las cosas que solía disfrutar. Desarrollé dolor crónico en mis hombros y pensé que eran los entrenamientos y mi edad. También estaba aterrorizada de conducir por la noche, porque no podía ver bien en la oscuridad.

Por alguna razón milagrosa, mi última mamografía reveló algo “extraño” que terminó en una recomendación para la remoción de los implantes. ¡Me subí a ese tren tan rápido! Explantar fue lo que la radiografía recomendó, porque no se sabía cuál era el problema y la única solución era sacarlos. Relato corto: ambos estaban goteando, uno se había volteado y la patología de ambos resultó negativa de cualquier cosa dañina. Gloria a Dios.

Hoy, estoy feliz de reportar que me tomé la última píldora para alergia la noche anterior de explantar.

Ocho semanas después de la explantación, mi salud está en su mejor momento. Mi piel brilla, mi cabello está creciendo, puedo hablar frases completas sin olvidar de lo que estaba hablando, y la mejor parte: las urticarias se fueron.

Antes de tomar cualquier tipo de decisión de alterar quirúrgicamente su cuerpo o poner un objeto que alterará químicamente la forma en que funciona su cuerpo, por favor, por favor, por favor, haga algunas investigaciones y siempre busque más de una fuente. La mayoría de los cirujanos, aunque hábiles, hacen dinero con los implantes que te ponen.

Para cualquier humano que busque conseguir implantes mamarios, porque cree que le darán tanto... por favor, mire #BII y tome conciencia de cuánto puede perder en el proceso.

Nada externo te llenará internamente. ¡NADA!

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