‘Fake news': desinformación con rostro de verdad

Actualizado
  • 02/07/2019 02:00
Creado
  • 02/07/2019 02:00
Tras la recopilación de hechos y voces de expertos, el pálpito recurrente de las noticias falsas en los medios de comunicación social queda expuesto como una realidad que amenaza y se fortalece con la carencia de un periodismo de calidad

Ejercer el oficio periodístico con la mesura, la agilidad y la ética que los canales digitales demandan parece ser una tarea que no todos los medios de comunicación atienden. Además, la universalidad de los contenidos y la posibilidad de llevarlos a grandes masas —las mismas que los multiplican y replican a la ligera— es otra cuestión de análisis implícita a las posibilidades de Internet y de los canales 2.0.

Es este escenario, las noticias falsas persisten como informaciones aparentemente reales, con la intención de desinformar.

Ya hacia el año 1835, el antiguo diario neoyorquino The Sun mostraba un prematuro romance con las fake news. Para aquel entonces, se hizo de gran popularidad una publicación del astrónomo inglés John Herschel según la cual había descubierto vida en la Luna a través de un telescopio.

Luego del revuelo y de sucesivas publicaciones, quedó en evidencia la falsedad de la información. Y si bien el fenómeno de las noticias falsas no es en absoluto novedoso, hoy día existe una gran variante: con solo un click en la pc , tableta o teléfono móvil, y millones de interacciones e impresiones, es posible generar una espiral casi infinita en el seno de la opinión pública, con hechos en los que la verdad puede estar ausente.

En Panamá, en 2014 la redes sociales se hicieron eco de un presunto brote de brucelosis y salmonela en la planta de producción del Grupo Estrella Azul. Los medios dieron cobertura y más tarde, tanto la empresa como el Ministerio de Salud, aseguraron que todos los requisitos de salubridad estaban cubiertos. Durante la reciente campaña electoral, afloraron rumores como la renuncia del presidente electo, Laurentino Cortizo, a su candidatura por situaciones de salud y el apoyo de la entonces candidata presidencial Ana Matilde Gómez al también aspirante Ricardo Lombana, un momento propicio que el Tribunal Electoral empleó para exhortar a no propagar noticias falsas. El pasado 13 de junio, la Superintendencia de Bancos de Panamá emitió un comunicado para desmentir información acerca de una supuesta intervención a Banistmo S.A., aclarando que la situación ‘solo buscaba generar incertidumbre y desestabilización'. Muchas líneas podrían dedicarse a realizar un recuento sobre lo acontecido localmente en la materia.

¿A qué se enfrentan las audiencias?, ¿por qué las informaciones falsas se esparcen como pólvora?, ¿hay corresponsabilidad entre medios y ciudadanos? Catedráticos de la comunicación como Miguel Márquez, profesor en la Universidad Latina, atribuyen la problemática a la ola generada por el fenómeno de youtubers y la avalancha de las redes sociales. ‘Para tener seguidores necesitas causar impacto y muchos lo hacen con noticias malas, buenas, falsas, positivas, negativas que afecten a la opinión pública', explica.

‘Crean una mentira que a veces se vuelve noticia; aunque el origen sea falso, al tener popularidad se convierte en hecho noticioso; lo que resulta muy peligroso porque luego para desmentirlo, es necesario abarcar a las mismas audiencias que se hicieron eco de la falsedad', destaca.

Para Márquez, una de las causas subyacentes de la problemática en el Istmo es la inexistencia de noticias de calidad. ‘Muchas veces la redacción no es la adecuada para los lectores a los cuales te estás dirigiendo; los medios de comunicación tienen que reinventarse, hacerse atractivos a las nuevas audiencias y tomar en cuenta a los founders (generación de los nacidos a partir del año 2000), que también escuchan las noticias y son totalmente digitales. La nueva generación es Netflix, una plataforma que sirve de guía y nos orienta a la necesidad de hacer contenido original, llamativo y diferente'; sin embargo, actualmente ‘las televisoras nacionales ofrecen lo mismo, ¿qué estamos haciendo realmente?'.

Cuando se difundió el rumor de que los productos de Estrella Azul estaban contaminados, ‘hubo pérdidas millonarias en una empresa que realmente estaba renovando su planta tecnológica. Estaba modernizándose, pero como no lo supieron comunicar, el rumor fue más fuerte que la verdad, costándole posteriormente recuperar todos los puntos que había perdido en el mercado', detalla.

Según el catedrático ‘algunos crean las fake news para ganar seguidores, adquirir popularidad o perjudicar industrialmente a una compañía'. Además, ‘hay muchas formas de manejar la percepción y la opinión pública, pero tres son fundamentales: la teoría de la agenda setting , que se formuló en Estados Unidos con el propósito de manejar políticamente desde los medios de comunicación a las grandes masas y está presente en todas las cadenas de noticias y televisoras; la espiral del silencio, donde todos replican lo que hace la mayoría por miedo al rechazo social, en busca de aceptación, y la teoría de la gratificación, donde se obtienen beneficios al seguir una tendencia'.

‘Como periodistas, comunicadores y profesionales de medios tenemos la misión de sembrar en los estudiantes la investigación y el criterio propio, no podemos salir a la calle repitiendo lo que escuchamos en un televisor, sin saber si es cierto o no', destaca. Y la investigación como recurso es fundamental, ‘el buen periodista tiene que ser curioso'.

Márquez comparte que cada vez tratamos más con un consumidor inteligente, ‘las comunidades que no reciben información veraz, absorben lo primero que consiguen y si el grado de instrucción no es alto, se facilita la manipulación con cualquier noticia falsa'. Recalca que actualmente no hay contenidos noticiosos de calidad y la sociedad se amolda a leer ‘basura'. ‘Sin amarillismo y populismo es posible llamar la atención; si todos colaboramos con ello, también subiremos el nivel de instrucción de la población', apunta.

¿Controles? El catedrático apoya la idea de establecer regulaciones a medios como la radio y la televisión. ‘He visto en nuestro país contenidos de violencia y sexo a las tres de la tarde. He escuchado a locutores comentar cosas fuera de lugar durante el día. Alguien tiene que controlar esto'. Explica que Panamá contaba con una televisora cultural que desapareció porque ‘no era comercial ni tenía rating ; acá lo que vende son los programas de chismes. Esos tienen seguidores y publicidad. Un contenido de calidad solo tiene cuatro likes. El Estado no le da el lugar que debe darle a la cultura'.

Ernesto Cedeño, abogado panameño, afirma que la libertad de expresión se ha transformado en libertinaje, llegando a transgredir la honra y la reputación. ‘Algunas noticias falsas rayan en lo delictual con calumnias, injurias y violación a la Convención Americana sobre Derechos Humanos porque afectan reputaciones', argumenta. ‘Otras podrían estar en el encuadre penal si atemorizan a la ciudadanía. Sin embargo, cuando no existe tal situación, no aplica nuestra legislación y sería delicado tratar de restringir la libertad de expresión'.

‘Más que tratar de tipificar lo que podría convertirse en una violación a la libertad de expresión, creo que debemos apostar por los principios de cada ciudadano con la utilización de sus redes sociales, con las normas ya existentes', cita.

Aclara que ‘tenemos que cuidar la regulación del periodismo pero controlar conductas podría ser una restricción a la libertad de expresión y el periodista podría sentirse intimidado'. Aunque en algunos países han tratado de establecerse normativas para el uso de Internet, el jurista se confiesa convencido de que debe respetarse el principio de la universalidad de la red.

‘Estoy contra estas medidas; las dictaduras suelen limitar el uso de la web. Cada medio de comunicación y administrador de la red social debe ser autónomo en sus protocolos internos, a eso debemos apostar', acota.

Métodos

Laura Marín Peña, content manager de Grupo Epasa, asegura que desde el equipo que dirige procuran corroborar las informaciones y no publican nada que no pase por ‘la comprobación a través de las fuentes'. Aunque quizás no hay un protocolo escrito, ‘todos hemos definido formas de trabajar como que no se publique nada sin que haya una fuente oficial o cercana a los hechos'.

Para los cuatro medios del grupo editorial, los periodistas están integrados y surten de contenido tanto a la edición digital como a la impresa. ‘Es más interesante que alguien que asistió a una cobertura, pueda trabajar su contenido para los dos formatos. No nos gusta dividir; sin embargo hay un equipo de cuatro o cinco personas que se dedican a la web pero de una manera transversal', indica.

Sobre el comportamiento de consumo de las comunidades digitales, asevera que es un reflejo de la voracidad con la que se desea obtener información a través de las redes sociales. Al ser los canales de inmediatez ‘todo sucede demasiado rápido y los usuarios comparten sin pensar en las fuentes o en quién lo está contando'. Por otra parte, ‘a veces los medios queremos ir rápido para ser los primeros, algo que nos juega malas pasadas'.

En las plataformas que administran como web, Facebook, Instagram, Twitter y Youtube, mantienen un contacto cercano con la audiencia y ‘hay herramientas para que ésta participe y nos envíe cosas que estén sucediendo pero intentamos siempre corroborar'. Recuerda que en una ocasión, tras la publicación de una información asociada a la comunidad venezolana en Panamá que no había sido completamente comprobada y luego debieron rectificar ante los lectores, quedó demostrada la necesidad de ‘no dar nada por hecho aunque las fuentes parezcan confiables'. ‘Tras lo sucedido hicimos un comunicado aclarando el hecho real', recuerda.

El desafío actual es ‘conseguir un balance entre la rapidez que requiere el medio digital y la verificación de los hechos. Todo pasa muy deprisa, muchas cosas a la vez y no siempre contamos con todos los recursos que quisiéramos para estar en todos esos sitios a la vez; queremos ir rápido pero cuesta hacerlo y ser prudentes con la verificación de las fuentes', enuncia.

La gerente de Contenidos puntualiza que ‘las redes sociales nos dan la oportunidad de generar nuevas audiencias y llegar a quienes están fuera de nuestro alcance geográfico en muchos formatos, saliendo de lo estático del papel. claro, como medio, debemos enseñarle a estos receptores que no todo debe ser tan rápido y que hay otro tipo de contenido en profundidad que merece la pena y no solo el titular de Twitter o Instagram'.

Zulema Emanuel, editora Web del diario Metro Libre, detalla que trabajan manteniendo presente que el rigor y el contacto de las fuentes oficiales es fundamental, ‘si bien es cierto que la inmediatez prima en el área digital y que como comunicadores queremos ser los primeros, debemos verificar muy bien los datos para evitar errores'.

‘Aunque tengamos la presión de la inmediatez, debe primar la veracidad. Con las redes sociales mucha gente hace una nota con lo que se publica en un tuit, en Facebook o en Instagram pero no llaman a las fuentes y eso es muy importante', describe Emanuel, quien coordina un equipo de tres.

Explica que no cuentan con un manual de procedimientos pero sí con un guía de lo que se hace a diario, ‘levantamos ese documento donde planteamos el paso a paso de lo que debe llevarse a cabo en el día a día de la redacción web. Ya existían los conocimientos pero decidimos elaborar este borrador'.

James Aparicio, director del mismo rotativo, añade que el sitio digital del diario tiene cinco años y las noticias falsas ‘a las que todos los que manejamos estos medios estamos expuestos, se combaten verificando. A diario nos enfrentamos al fenómeno de las fake news y salir airosos requiere aplicar los mismos criterios del periodismo tradicional: no publicar, subir ni divulgar ningún audio, video, documento, declaración que no esté validada por las fuentes originales', enfatiza.

Juego de emociones

‘Algunos crean las ‘fake news' para ganar seguidores, adquirir popularidad o perjudicar industrialmente a una compañía',

MIGUEL MÁRQUEZ

CATEDRÁTICO

Silvia Martínez, experta en periodismo y comunicación digital de la Universidad Abierta de Cataluña, explica que las campañas de desinformación suelen aprovecharse de elementos emocionales y temas que generan confrontación. ‘Se basan en contenidos en los que se incluye poca o ninguna argumentación racional. Tampoco se citan fuentes pero hacen que los contenidos sean verosímiles aprovechando los recursos que ofrece la tecnología, la descontextualización de los datos o incluso haciendo que el lector termine de dar sentido al mensaje a partir de sus propios imaginarios o esquemas mentales'.

Martínez comparte que las noticias falsas ‘pulsan resortes' que generan reacciones automáticas como valorar, compartir o comentar el contenido. ‘Las noticias falsas se aprovechan de dinámicas de funcionamiento de las redes para potenciar la viralización además se construyen perfiles falsos y emplean automatismos para incrementar el impacto'.

Para la especialista en el estudio de la comunicación, ‘la velocidad en la distribución del mensaje, la falta de barreras geográficas así como la posibilidad de aprovechar los recursos tecnológicos para potenciar la difusión del contenido, hacen complicada la labor de detección temprana de una campaña de desinformación' que también se propaga por canales privados como los servicios de mensajería instantánea en teléfonos celulares.

Error humano versus intencionalidad

Es cierto que un periodista puede cometer un error en el ejercicio de su labor profesional porque no ha contrastado una información o ha malinterpretado un dato, pero ‘no se debe confundir un error involuntario con las campañas de desinformación creadas intencionalmente. Los intereses que se encuentran detrás de estas pueden ser variados; los artífices de estas invierten tiempo y recursos en el diseño y ejecución de la noticia falsa', reconoce.

‘Si se piensa en una campaña de desinformación en periodo electoral, la decisión de voto viene marcada por muchos factores. De hecho las noticias falsas puede partir de un análisis previo del clima de opinión y buscar precisamente esos aspectos que generan o pueden contribuir a radicalizar posturas o fomentar la confrontación', cuenta Martínez.

Se trata de un entorno donde influyen tanto el tema, las narrativas empleadas, los recursos y canales que se han utilizado para su distribución y la explotación de los recursos necesarios para que el usuario favorezca e incremente el alcance de la campaña de desinformación.

¿Un blindaje?

Existen muchas vías que pueden resultar útiles para protegerse contra las fake news , argumenta la catedrática. Además de una mayor transparencia y compromiso por parte de las plataformas tecnológicas, ‘contar con medios de comunicación y periodistas que ejerzan con rigor y de forma ética su profesión y ello les lleve a velar por la veracidad de los contenidos que publican, potenciar su credibilidad ante la audiencia y ofrecer servicios de calidad' resulta fundamental.

‘Tenemos que cuidar la regulación del periodismo pero controlar conductas podría ser una restricción a la libertad de expresión y el periodista podría sentirse intimidado',

ERNESTO CEDEÑO

ABOGADO

Por otro lado, ‘la educación mediática informacional también es una de las claves ya que potencia competencias necesarias en el usuario como el pensamiento crítico a la hora de acceder a contenidos y medios. Desde la Unión Europea se ha lanzado un Plan de Acción contra la Desinformación basado en cuatro pilares. Precisamente uno de ellos pasa por concienciar al ciudadano sobre su labor para frenar detectar y frenar la difusión de noticias falsas y también por potenciar la acción de medios independientes que actúen como fact-checkers '

Filemón Medina, secretario General del Sindicato de Periodistas sostiene que las audiencias que consumen noticias falsas muchas veces buscan notoriedad y en otros casos, pretenden ocasionar especulación.

‘Panamá no escapa a esta realidad, hay mucha información falsa y malintencionada circulando por las redes sociales. Esta realidad contrasta con el esfuerzo profesional que realizan los periodistas de algunos medios de comunicación', afirma.

Aunque asegura no tener certeza de que los medios locales cuenten con una plataforma que evite la circulación de informaciones falsas o malintencionadas, acota que los periodistas por principio y ética deben corroborar toda la información que reciben'. Ante una sociedad en la que impera una cultura que se alimenta de los rumores, según describe, siempre corresponde investigar y confirmar. ‘La universalidad del mundo digital obliga a contar con toda una estructura de expertos que se dediquen a investigar y corroborar antes de comunicar, lo que no es tarea fácil y tampoco rentable para una empresa de comunicación social'.

Expone que ‘institucionalmente consideramos que no existen las noticias falsas, sino manipulación de la información, con la intención de hacer daño, ya sea a una organización, a un Estado, a un gobierno o a una persona y eso es muy peligroso. Este fenómeno busca lograr cambios políticos, económicos y socioculturales que derivan en orientar el pensamiento de los individuos'.

Aunque no es fácil protegerse y movilizar criterios en torno a este fenómeno, agrega que ‘la educación que promueva la conciencia crítica de los individuos, los llevará a ser más asertivos en la toma de decisiones y el consumo de contenidos'.

Los medios digitales son una herramienta que facilita y dinamiza la información, y ‘el derecho de acceso a la información, está consagrado en la legislación panameña y de otras naciones, por lo que no se puede ni debe ser vulnerado o limitado, bajo ningún concepto. Sin embargo, quienes malintencionadamente manipulen, deben responder ante las instancias judiciales. Aunado a ello, todo debate público es sano y las desinformaciones que circulan en las redes sociales no pueden escapar del rigor de la responsabilidad; es prudente que se haga un debate público sobre el uso de estas herramientas y la responsabilidad que ello conlleva'.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus