Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 06/10/2020 00:00
Aterrorizar, de acuerdo con el diccionario, es “causar terror o miedo intenso”; esa precisamente era la emoción que inoculaba en los bateadores rivales este serpentinero nacido en Omaha, Nebraska, EE.UU. un 9 de noviembre de 1935. Gibson siempre dijo que para llegar lejos en el béisbol había que tener una actitud, ¡y vaya que la tuvo!

Toda leyenda tuvo un origen, en el caso de Gibson fue con sus eternos Cardenales de San Luis, un 15 de abril de 1959. Lanzó, en plan de relevista, un par de entradas frente a los Dodgers, recibiendo dos carreras, entre ellas un cuadrangular del antesalista Jim Baxes. Entre 1959 y 1960 (6-11 y ERA de 4.55) y 40 juegos (21 aperturas) se produjo su noviciado en las mayores.
Es a partir de 1961 (13-12 y ERA de 3.24) cuando comienza a despegar la carrera de este futuro Salón de la Fama (1981, 84% de los votos). Para 1963 logra un balance de 18 y 9, obteniendo su segunda zafra de + 200K. Era una estrella naciente en un firmamento que tenía como astros a Koufax, Drysdale y Marichal. Comenzaba a abrirse paso, con actitud y decisión. Se daba el inicio del terror de tener que enfrentarlo como pitcher.
Era un conjunto de elementos lo que definía este estado de intimidación. Gibson decía que la mitad del home le pertenecía, por lo que (impensable en esta época) si un bateador tomaba más espacio en la caja de bateo, se lo hacía saber con un bolazo, tampoco le gustaba que se celebraran los jonrones que eventualmente le conectaran, que corrieran con parsimonia o muy rápido las bases al recorrer el cuadro tras el vuelacerca... bolazo en su siguiente turno. Joe Torre dijo en una ocasión que el día más feliz de su vida, en las mayores, fue cuando lo cambiaron a los Cardenales, ya que no tendría que enfrentarse a Gibson nuevamente. Había jugadores que no dormían nada bien la noche previa a los partidos que iniciaba Gibson.
El gran Hank Aaron evidencia el ambiente general en la siguiente cita: “No te enfrentes a Bob Gibson, él te derribará. Derribaría a su propia abuela si se atreviera a desafiarlo. No lo mires fijamente, no le sonrías, no hables con él. No le gusta. Si le pegas un jonrón, no corras demasiado lento, no corras demasiado rápido. Si quieres celebrar, entra primero al dogout. Y si él te golpea, no cargues sobre el montículo, porque él es un boxeador Guante de Oro. Estoy como, maldita sea, ¿qué hay de mi racha de diecisiete juegos de hits? Esa fue la noche que terminó” .
Todavía estos ingredientes argumentales no terminan de describir la atmósfera que creaba Bob Gibson, su catcher y compañero de equipo Tim McCarver expresó en una ocasión:
“No era necesariamente que Bob estuviera tratando de golpearte. Simplemente no le importaba si te daba un bolazo”.
Tal vez la mejor muestra de esta intimidación pudo resumirla en una frase el árbitro de la Liga Nacional, Doug Harvey: “¿Barry Bonds? Te diré una cosa, si le pegara un jonrón a (Bob) Gibson o (Don) Drysdale y se parara y lo admirara, la próxima vez le sacarían ese pendiente de la oreja”.
Quizá sea más simple verlo en palabras del propio Gibson: “¿Alguna vez has lanzado una pelota a 100 millas por hora? Todo duele. Incluso te duele el trasero. Veo fotos de mi cara y digo: 'Mieda', pero esa es la tensión que sientes cuando lanzas. Yo tenía una de esas caras lo miras, hombre, y dices: 'Hombre, es un idiota'. Podría ser, depende de si me cabreaste o no”.
Durante su carrera de 17 años en las mayores aterrorizó, pero también consiguió logros para San Luis y para su récord personal: 251 victorias, 3117 K (casilla 14° de todos los tiempos), 255 juegos completos , una magnífica efectividad de 2.91, siete campañas con ERA menor a 3.00, nueve zafras con más de 200 abanicados, 4 lideratos de blanqueos. Tal vez su mayor aporte fueron los juegos lanzados en Series Mundiales: lanzó 8 juegos completos en 9 aperturas en el Clásico de Octubre dejando balance de 7-2. Gibson logró dos anillos en tres Series Mundiales, instancia en la que dejó una ERA promedio de 1.89, sencillamente admirable.
No todo estará dicho sobre los logros de Gibson como aquellos que tuvo en 1968, la temporada mágica de este controvertido y efectivo lanzador: abrió 34 encuentros, logró completar 28 de ellos, con récord de 22 y 9, ERA de 1.12 (líder de LN), 13 blanqueos, 268 abanicados y WHIP de 0.853. En esa temporada no obtuvo solamente el primero de los dos Cy que recibiría en su espectacular carrera, sino que se alzó con el premio al más valioso (MVP) del viejo circuito. Intratable (fue líder en H/9 con 5.8). Este dominio de Gibson sobre los bateadores llevó a bromear a su catcher Tim McCarver de la siguiente forma: “Bob Gibson es el lanzador más afortunado del béisbol. Siempre está lanzando cuando el otro equipo no anota ninguna carrera”.
Genio y figura, un retirado Bob Gibson acotó su filosofía central de esta manera:
“Creo que nunca me asombré mucho de nadie. Creo que debes tener esa actitud si vas a llegar lejos en este juego”.
Fue un excelente serpentinero y un azote implacable de los bateadores de su tiempo. Terrorífico. Hoy re recordamos tras su fallecimiento el pasado viernes, a los 84 años.