Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 23/07/2019 02:06
Ni el Estadio Cuscatlán fue el coliseo atestado de aficionados salvadoreños bulliciosos que se esperaba iban a ejercer un ánimo extra a sus jugadores y una presión al rival, ni la Selección de Panamá fue en la cancha el equipo consciente de que estaba ante un contrincante cuya mayor virtud estaba en esperar el error ajeno que en generar un volumen de juego propio para marcar la diferencia.
Desde esta visión es entonces entendible que el gol cuscatleco cayera mediante el cobro de un penal, en una jugada que no representaba un peligro real como para que la defensa se sintiera forzada a apelar a una falta en el área (aunque leve) ante la inminencia de anotación. Y si antes del 1-0 a favor de El Salvador, la Selección de Panamá no hilvanaba una seguidilla de pases que lo colocaran con posibilidades de cara al guardameta Mario González, después de ese momento se le extravió el google maps para buscar con ahínco el empate que condujera por lo mínimo a los tiempos extras.
Anotación al margen, el cuerpo técnico tiene que tomar nota del comportamiento defensivo, pues si es cierto que se ha mejorado al evitar que el rival produzca muchas posibilidades de gol, también lo es que el trabajo defensivo no lo logran culminar al completo, concediéndole al rival inmerecidos ‘regalos'. De allí que en la Copa Oro se cometieran tres penales en jugadas ‘elementales', el último costó la eliminación ante Jamaica; y en esta eliminatoria ante El Salvador, un autogol aquí y un penal allá, pusieron los partidos cuesta arriba.
¿Se aprenderá la lección?
¿Cuánta enseñanza dejó la eliminación que se pueda rescatar en cuanto al juego y a los jugadores? Hoy la lectura que deja en relación al juego parece muy poca, pues no sobresalió ninguna de sus líneas (defensa, mediocampo y ataque). En cuanto a los jugadores tal vez dos o tres, como para mantener la ilusión, puedan continuar creciendo y llegar a la Selección Mayor. Ojalá el tiempo cambie esta percepción.
Lo que sí parece como una sentencia plasmada en letras mayúsculas es la necesidad de separar la actividad del cuerpo técnico de la Selección Mayor de su involucramiento directo en las categorías menores, sin que ello implique que no haya coordinación y planificación entre una y otra. La atención demandada por la Selección Mayor suele chocar con los requerimientos de las categorías base, según lo ha mostrado por ejemplo la experiencia suramericana.
Igualmente, se requiere concebir un plan a largo plazo en cuya cabeza esté un entrenador con conocimiento y palmarés internacional, que prepare los ciclos competitivos correspondientes con un calendario de partidos amistosos planificado y objetivos deseados para elevar el rendimiento competitivo. Las dos últimas experiencias: Copa Oro y eliminatorias mundialistas, han dejado un amargo sabor, pero no se debe olvidar que en el Mundial Sub-20 de Polonia se avanzó clasificando a octavos de final, un resultado en el que incidió la larga preparación que se le dio a esta selección.