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Inglaterra y Brasil marcan el ritmo en el fútbol femenino
- 03/08/2022 00:00

El fútbol femenino no detiene su crecimiento; las finales de la Copa América y la Eurocopa, del pasado fin de semana, fueron una muestra del arrastre y el impacto que está teniendo entre los aficionados; la calidad técnica y la versatilidad táctica que expusieron la mayoría de los equipos en los partidos fue elocuente.
Principalmente la Eurocopa Femenina, fue un evento atrayente durante todo su recorrido competitivo, mostrando asistencias masivas, cerrando con la final entre Inglaterra, la selección anfitriona, y Alemania, en un encuentro a la altura de las grandes finales que ha tenido el fútbol.
El estadio de Wembley marcó un récord de asistencia en la historia de las finales de la Euro Femenina con 83.192 aficionados que colmaron sus graderías. En el terreno de juego, inglesas y alemanas respondieron con un partido intenso, dinámico, ofensivo, alternándose en el predominio del juego con sus respectivos elementos de dramatismo.
En los momentos previos al encuentro, Alemania perdió a su insigne atacante Alexandra Popp, al resentirse de una vieja lesión, e Inglaterra vio retirarse durante el partido a su goleadora Beth Mead, por igual circunstancia adversa. Pero nada deslució el desafío deportivo. Inglaterra se fue arriba en el marcador con un hermoso gol de Ella Toone a los 61 minutos, el cual seguramente estará entre los diez candidatos de la FIFA a mejor gol del año.

Alemania respondió con un gol impecable de Lina Magull, de los que llaman de pizarrón, para empatarlo 1-1 a los 78'. Los dos tiempos extras presentaron a las dos escuadras jugando sin miedo (aunque tomando sus precauciones), en busca del gol para definir el título sin tener que abordar la tanda de los penales.
El 2-1 definitivo a favor de Inglaterra se presentó en el segundo tiempo de la prórroga, a los 110 minutos. Chloe Kelly forcejeó en el área y superó en viveza a las alemanas para empujar al fondo de la portería un balón que parecía estar controlado.
En Wembley, el mismo escenario donde en 1966 Inglaterra alzó su único gran título de selecciones mayores masculinas, la Copa Mundo, derrotando precisamente también a Alemania por 2-1, las “leonas” esta vez le dieron una nueva alegría al país inventor de este deporte; cortándole a Alemania la racha de haber ganado las ocho finales de la Eurocopa Femenina que había disputado anteriormente.
Les recordó, además, que seguramente el fútbol femenino estaría todavía más empinado si no fuera porque hace 101 años la FA (The Football Association) tomó la decisión machista de prohibir a las mujeres jugar en sus estadios oficiales, ante el éxito de los equipos femeninos ingleses. El 26 de diciembre de 1920, cuando más de 53.000 personas asistieron al Goodison Park para presenciar en el tradicional Boxing Day, el partido entre St. Helens Ladies frente al Dick Kerr Ladies, sintieron que el fútbol masculino estaba amenazado por el auge del femenino, y decidieron al año siguiente bloquearle el espacio.

Hoy se sienten orgullosos de su selección femenina y la sienten complementaria de la masculina, no su rival. El timonel de la hazaña ha sido una entrenadora extranjera, Sarina Wiegman. La neerlandesa de 52 años es la arquitecta de este equipo, logrando consecutivamente el título de la Eurocopa Femenina; lo consiguió en la primera ocasión con su país, los Países Bajos, en 2017, llevándolo luego también a obtener el subcampeonato del mundo en 2019.
El pasado sábado, con el estadio Alfonso López de Bucaramanga (Colombia) lleno y vestido de amarillo, la selección femenina mayor de Brasil dejó sentado que en Sudamérica es reina absoluta del fútbol.
Se adjudicó su octavo campeonato en los nueve torneos de la Copa América Femenina que lleva realizados la Conmebol. Una supremacía solo interrumpida en 2006 cuando Argentina se interpuso para ganarlo.
La selección que la retó en esta final fue Colombia, quien hizo más que una meritoria actuación en todo el certamen, al conseguir clasificarse para la Copa Mundial del año entrante, Australia y Nueva Zelanda 2023, al igual que para los Juegos Olímpicos París 2024.
Un logro enorme. Le han llenado los ojos de expectativas e ilusiones a los colombianos para el año entrante; no es poco para un país que había asistido con protagonismo a los dos últimos mundiales masculinos (2014 y 2018) y este año estará ausente, resignado a verlo por televisión, animando a alguna de las otras selecciones participantes.
Las colombianas le plantearon a las brasileñas un partido serio, sin complejos, sin encerrarse atrás, disputándoles la posesión del balón, pero insuficiente para quebrar la última línea brasileña; lejos de poder provocarles un peligro que amenazara seriamente la portería rival.
A Brasil le bastó un gol de penal, cobrado por Debinha a los 39 minutos, para imponerse 1-0. Ganaron los seis partidos que disputaron, anotaron 20 goles y no recibieron ninguno. Hay un detalle en este nuevo título que no es menor para Brasil, esta vez fue dirigida por Pia Sundhag, la entrenadora sueca que ganó como jugadora con su país la primera Eurocopa Femenina (1984). En su función de entrenadora llegó a tres finales olímpicas, ganando el oro con Estados Unidos en 2008 y 2012, y la medalla de plata con Suecia en 2016.
Toda una declaración de intenciones al elegir por primera vez a una extranjera para dirigir la Canarinha, pues Brasil siente que necesita ubicarse permanentemente en otro nivel. Pretende posicionarse en el fútbol femenino logrando la Copa Mundo Femenina y la medalla de oro en los olímpicos, trofeos que le han sido esquivos. Con la experiencia de Pia Sundhag (62 años), confía en acertar.
En una entrevista a Pia Sundhag, publicada el pasado viernes 29 de julio en el diario El País de España, teniendo en cuenta su experiencia en Europa, Estados Unidos y ahora en Brasil, le indagaron cuál era la diferencia entre los tres estilos. Respondió: “El juego es más o menos el mismo en todos lados. Lo que cambia es el apoyo. Empiezo por Estados Unidos. Por un lado, es una selección que cuenta con un gran apoyo. Y son ganadoras. Hay una palabra que me viene a la cabeza para describir por qué son así: ambición. Se niegan a perder. Miras las estadísticas con todos los entrenadores y siempre son parecidas. Es una cultura ganadora. Y, otra cosa, no tienes jugadoras fuera de forma en Estados Unidos. Son rápidas, fuertes y tienen una mentalidad contagiosa. Suecia es organización. Siempre se saca el mejor rendimiento de cada una de las jugadoras. Ese es su éxito, organización y educación. Cuando hablas de fútbol en Suecia, los futbolistas entienden el juego y saben de táctica”. ¿Y Brasil?, le insiste el periodista: “Aquí todo se trata de emociones. Las jugadoras son rápidas y habilidosas, pero son emocionales. Técnicamente les he visto hacer cosas que no había visto en mi vida. Entonces, si las cosas van bien, es muy bueno; pero si no, tienes la otra cara de la moneda”.
La neerlandesa Sarina Wiegman le ha dado un vuelco triunfal a la selección inglesa; la sueca Pia Sundhag está buscando una Brasil ganadora con método europeo en todos los torneos. Inglaterra y Brasil se encontrarán este año en la Finalissima Femenil, el partido pactado por la UEFA y la Conmebol que citará este año a las ganadoras de los dos torneos, a la espera de que fijen fecha de realización. Entonces, tal vez, podremos tener un termómetro para medir la temperatura de este nuevo reto entre Europa y Sudamérica en tierras del viejo continente.