El estadio que se sobrepuso al horror

Actualizado
  • 11/09/2020 00:00
Creado
  • 11/09/2020 00:00
En el Estadio Nacional de Chile se han vivido trascendentes gestas deportivas: Copa Mundial, Copa América, etc. Hace 47 años se convirtió en cárcel, un hecho grabado en sus paredes de Monumento Histórico y en el recuerdo de una eliminatoria mundialista
Presente. El emblemático recinto chileno acoge tanto eventos deportivos como culturales, incluidos megaconciertos y festivales musicales.

El 11 de septiembre lo asociamos, como cada año, principalmente con un nuevo aniversario del terrible atentado de las torres gemelas en 2001 que estremeció al mundo a la entrada del siglo XXI. Con su impacto, del que se fue testigo en primera fila por la trasmisión en directo en la televisión, se inauguraba un siglo que en tan solo dos décadas después, ha transformado sustancialmente el quehacer humano en todos los ámbitos.

Pero este día marca también el funesto 47 aniversario del golpe de Estado en Chile contra el presidente Salvador Allende, encabezado por el general Augusto Pinochet, el 11 de septiembre de 1973, que convirtió el histórico Estadio Nacional de Santiago, en donde la Selección de Brasil se había consagrado como bicampeona del mundo en 1962, en la mayor cárcel, centro de tortura y de ejecución extrajudicial de ese momento.

El célebre escenario que el 17 de junio de 1962 había estado abarrotado de un público apasionado para ver triunfar a los brasileños por 3-1 sobre la selección de la ahora extinta Checoslovaquia, fue escogido para retener a opositores, familiares o amigos, o a simples sospechosos de esgrimir ideas contrarias a las pregonadas por el nuevo régimen de facto. Algunos cálculos cifran en más de 40,000 personas las conducidas al Estadio Nacional. Sobre los momentos aciagos que vivió el país esos días se produjo, en 1982, la película Missing (Desaparecido), dirigida por Costa-Gavras y ganadora del Oscar como Mejor guion adaptado.

Un estadio atípico: un repechaje atípico

Desvirtuado de su función esencial de recinto para la competición deportiva, con los medios de comunicación bajo control, no dejó tampoco de utilizarse como 'ventana' para procurar dar al exterior una imagen de normalidad.

Resulta que por esas coincidencias que tiene la historia, las selecciones de Chile y la URSS estaban, desde antes del golpe, obligadas a dirimir por un repechaje el cupo para asistir a la Copa Mundo de Fútbol Alemania 1974, en partidos de ida y vuelta. Los acontecimientos los habían colocado en las antípodas ideológicas.

Quince días después del golpe militar, el 26 de septiembre de 1973, correspondió disputar el primer encuentro en el Estadio Lenín de Moscú. La Unión Soviética aparecía como amplio favorito debido a que su nivel de juego le permitía ostentar ser el subcampeón del Campeonato Europeo de Naciones de 1972 (hoy Eurocopa), como por el hecho de jugar como local.

Pasado. Consumado el golpe militar, el 11 de septiembre de 1973, los militares utilizaron sus instalaciones como centro principal para la represión.

Empatarían 0-0, un resultado favorable a los chilenos que plantearon un partido táctico con un bloque de seis defensas, tres volantes de contención y un solo delantero. Chile contaba con una generación en la que sobresalían Carlos Caszely, Carlos Reinoso y Elías Figueroa. Los pormenores están relatados en el libro El partido de los valientes, de Axel Pickett.

A los chilenos les quedaba resolver la eliminatoria en casa dos meses después. Sin embargo, el partido de vuelta programado en Santiago de Chile, no se jugaría. La URSS solicitaría, debido a las tensiones políticas entre ambos, que el encuentro se jugara en un país neutral, de lo contrario no se presentaría. La FIFA no aceptó, se cumpliría un 'mero protocolo'.

El 21 de noviembre de 1973 se cumplió 'el protocolo'. En un estadio militarizado en las entradas, gradas, pasillos y túneles, del que ya se habían desplazado detenidos para otros lugares, pero se mantuvo una parte en sus instalaciones internas, se permitió la entrada de público. De su capacidad estimada de aquella época, 80,000 personas, se calcula que asistieron unas 15,000; una parte interesada en obtener información sobre el paradero de sus seres desaparecidos.

Con la hora acordada, los 11 jugadores chilenos designados, salieron al campo de juego. El árbitro chileno dio la señal y cuatro jugadores se pasaron el balón recorriendo el imaginario espacio del campo del seleccionado rival, hasta llegar a la portería en la que el capitán de Chile, Francisco 'Chamaco' Valdés, anotó el 'gol oficial' con el que se le concedió a Chile la clasificación a Alemania 1974.

Para quienes asistieron al estadio a presenciar el hecho se les daría como espectáculo de fondo el partido amistoso entre la Selección de Chile y el club Santos de Brasil, que ganaron los brasileños 5-0.

El Estadio Nacional de Santiago de Chile, bautizado posteriormente (2008) como Estadio Nacional Julio Martínez Prádamos, en homenaje al más celebre periodista deportivo chileno, ha sido escenario de sobresalientes hechos deportivos que destacan, entre otros, posteriores clasificaciones a mundiales y la obtención de Chile de la Copa América en 2015. Una placa recuerda su dolorosa profanación hace 47 años, con el propósito de que no se olvide, para que no se repita.

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