El silencio de Messi

Actualizado
  • 03/09/2020 00:00
Creado
  • 03/09/2020 00:00
¿Por qué calla Messi? Su silencio es un elemento más de esta telenovela que seguramente ocupará al mundo del fútbol durante bastante tiempo. El astro argentino ha decidido permanecer mudo en medio del naufragio, obligando a una multiplicidad de especulaciones, que van de la sensatez al absurdo. Sin duda sería muy útil, o al menos deseable para todos, conocer lo que piensa el extraordinario jugador argentino. Y mientras su silencio persiste y se agranda, a nosotros nos toca continuar especulando

En una columna muy reciente (del 19 de agosto último), poco después de la debacle barcelonista ocasionada por el 8-2 del Bayern Munich, comentaba el elocuente y llamativo silencio de Messi ante el evidente final de una era gloriosa, aunque cerrada de modo catastrófico.

Hasta hace muy poco, parecía que Messi y su club eran siameses, virtualmente inseparables.

Lo curioso es que su silencio no se detuvo entonces. Su silencio continúa. Ya todos sabemos que Messi no quiere seguir en el club, que pretende irse gratis, invocando una cláusula que dejó de tener efecto el 10 de junio de este año, y que su equipo preferido para cerrar su ilustrísima carrera sería el Manchester City, dirigido por Guardiola. También sabemos que no quiso presentarse a las pruebas médicas, ni al primer entrenamiento del F.C. Barcelona. Igualmente conocemos la negativa rotunda del Barcelona ante la posible transferencia del jugador. ¿Pero sabemos por qué Messi está tan desesperado por irse?

Hasta hace muy poco, parecía que Messi y su club eran siameses, virtualmente inseparables. Hoy se hace evidente que jugador y directiva están irremediablemente enfrentados. ¿Pero una directiva es la institución? ¿O es el equipo humano que la administra por un período de tiempo? Confundir ambos es tan inexacto, como creer que un gobierno es un país.

Creo que si queremos conocer o al menos interpretar las razones de Messi, debemos ir un poquito más allá. Nos toca ir más lejos de sus diferencias con la directiva (que las tiene, y muchas), tenemos que alejarnos del asunto Neymar (cuyo único responsable es el propio brasileño que exigió su venta sin que el Barcelona pudiera hacer nada para retenerlo).

Parece existir un factor esencial en la decisión de Messi. Es el tiempo.

Empecemos con una cifra: 33. Esa es la edad de Messi. No hay que ser muy brillante para saber que su ciclo deportivo está llegando al final. Sin duda, quiere retirarse ganando títulos, colgar los botines siendo parte de un proyecto deportivamente exitoso o al menos muy competitivo. Además, el mundial de Qatar se juega en un par de años y es su última oportunidad para levantar una Copa del Mundo con Argentina, y de paso arrancarse una espina envenenada que lo viene consumiendo por años.

Obviamente le importan más sus logros personales que el destino de su club. Quizás olvidó, con la ayuda de todos nosotros, que el fútbol es un deporte colectivo y no un andamiaje en el que “juego yo y 10 más”.

En ese sentido, resultó asombrosa la falta de autocrítica en las tres debacles seguidas del Barça en Champions. Parecía que él no hubiera participado de la calamidad del juego colectivo del equipo. Su distancia se hizo mucho más evidente, cuando luego del desastre contra el Bayern, Piqué puso su cargo a disposición del club, aceptando de modo crudo y franco su responsabilidad individual, dentro del integral fracaso colectivo. Mientras tanto, Messi callaba.

El factor tiempo tiene otros aspectos. El 5 de octubre cierra el mercado futbolero. Si la situación de Messi no se ha resuelto, tendrá apenas dos opciones: jugar una temporada más como blaugrana o sentarse en su casa durante un año sin jugar, para luego irse gratis. Piensa una cosa. Su desafío al contrato con que está ligado al Barcelona, aterra a cualquier candidato a llevárselo. Ya el City le comunicó que no negociaría con él, a menos que su situación con el Barça esté resuelta. La monstruosa cláusula de rescisión (700 millones de euros, pactada entre el club y el jugador) no puede pagarla ninguna institución deportiva del mundo, a menos que quiera irse a la quiebra o ser sancionada por el Fair Play financiero de la UEFA.

Sin duda, el panorama es muy obscuro. Y el silencio de Messi no ayuda en lo absoluto a despejar semejante espesura. La grandeza del club y el jugador viven bajo amenaza cotidiana.

Ambiente alrededor de la figura de Leo Messi, en el Museo del FC Barcelona.

Nadie discute la grandeza de Messi. Sin su presencia, el Barcelona no habría sumado tantos títulos a sus vitrinas. Nadie podría dudar de las alegrías que le regaló a la numerosa hinchada blaugrana. Pero el modo en que pretende despedirse deja muchas dudas sembradas en el camino.

Cada minuto que persiste el silencio de Messi, cada hora llena del profundo vacío de explicaciones, va en contra del club y del propio jugador. Y en medio de tanto silencio, las redes sociales, como es habitual, no han permanecido calladas ni un segundo. Si al principio la imagen de Messi era la de una víctima de los malos manejos del club, cada día aparecen mayores críticas ante su actitud. Esa hinchada, gigantesca, a la que él dice querer tanto, apenas busca una pista, una palabra, un diminuto rayo que la oriente en medio del naufragio.

Nadie podría discutir todo lo que Messi le ha dado al Barça. Pero también es cierto que se trata de un viaje de ida y vuelta: el Barça también le dio todo a Messi. No solo hablamos de una plataforma plena de fama y dinero. Los maravillosos éxitos de Messi vinieron de la mano de un club con un plantel notable que supo hacer historia en el fútbol mundial. Solo hace falta recordar que Messi con Argentina no ganó absolutamente nada. Incluso en el Barça, en temporadas recientes, lejos de Xavi e Iniesta, solo obtuvo fracasos en Champions.

La ruptura se ve inminente y no hay atisbos de concordia entre ambas partes. Si alguna vez Messi sintió algo por el Barcelona, ahora suena a paisaje remoto y silencioso. Tan silencioso como el propio jugador, que ha dejado a millones en vilo, mudos, esperando.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus