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- 27/09/2011 02:00
PANAMÁ. Era un día de trabajo como cualquier otro para un adolescente jardinero llamado Julio Cruz en el estadio Francisco Solá, donde juega de local el equipo argentino Banfield.
Desde muy pequeño se inició en esta profesión, y como muchos otros días, llegó al coliseo con su rutina diaria sin imaginarse que ese día no iba a ser como cualquier otro.
Mientras los jugadores del equipo principal mantenían su entrenamiento regular, él se disponía a dejar toda la maquinaria lista para regar la grama al final de la sesión.
Sobre el final de la misma, el técnico se dio cuenta que le faltaba un jugador para completar 22 y armar un juego 11 contra 11, por lo que le dijo a este joven que esperaba al costado del terreno para que jugara con el equipo de los suplentes.
Cruz fue un calvario para los defensores titulares, que, con su alta estatura y habilidad para jugar con los pies, le ganaba a los defensores por tierra y aire.
Gracias a su gran actuación, lo siguieron invitando cada vez que faltaba algún jugador. Con el paso del tiempo, Cruz logró acceder a las divisiones inferiores del club, donde comenzó una carrera de 17 años de duración.
JARDÍN DE GOLES
Con 20 años debutó en la primera división del ‘Taladro’, como se conoce a Banfield en Argentina.
Después de cinco años de vestir la camiseta verde y blanca del equipo que lo vio nacer, pasó a uno de los grandes del fútbol argentino, como lo es River Plate.
Con los ‘millonarios’ dio el gran paso en su carrera futbolística. Sus 17 goles en 26 partidos fueron suficientes para que el Feyenoord holandés se hiciera con el fichaje de quien ocho años atrás era un jardinero.
A punta de goles se fue haciendo su nombre en el fútbol europeo. Tras su paso por el equipo holandés y el Bologna de Italia, llegó al equipo donde terminó siendo ídolo: Inter de Milan.
Entre el 2003 y 2009, Cruz, con el ‘9’ en la espalda, hizo goles a más no poder, lo que lo llevó a vestir la camiseta argentina en el Mundial de 2006. Ya con 34 años en el 2009 fichó por el Lazio, donde jugó los últimos 25 partidos de su vida futbolística, la cual fue regando como una flor.